Ante una posible segunda ola de contagios conversamos con la médica Romina Berazategui -integrante del equipo de epidemiología del hospital Zonal- sobre la nueva dinámica del Coronavirus en Bariloche.
Desde enero del 2021, en terapia intensiva e intermedia hay menos casos pero son más graves. Afectan a la población entre 60 y 70 años -aparentemente- sin enfermedades previas. El equipo de epidemiología envió muestras a centros especializados de secuenciación genética para saber si es otra cepa del virus, como la cepa de Manaos -sumamente contagiosa- que acecha a Brasil. Todavía no están los resultados.
Antes el virus afectaba con mayor virulencia a pacientes con patologías preexistentes. Ahora ataca a personas supuestamente sanas. Esto puede relacionarse con enfermedades crónicas que no fueron detectadas o que no han sido tratadas. “Tenemos un nivel de salud en nuestra población que no es el que pensábamos”, dice Romina Berazategui, médica clínica -especializada en epidemiología y políticas de salud-.
Su mirada hace foco en los determinantes sociales más que en las cuestiones biológicas para pensar la salud. Una persona que trabaja desde los 15 años, que no se alimenta bien, que viaja en un colectivo repleto de gente, que no tiene tiempo de ir al médico porque tiene una jornada laboral de 16 horas y cuando vuelve a su casa se ocupa de las tareas de cuidado; probablemente no tenga una buena salud. La mayoría de las personas entre 60 y 70 en la ciudad están activas. Muchas de ellas no están jubiladas, pertenecen a la rama de la Economía Popular y tienen que seguir trabajando para sostener a su familia.
“La posible segunda ola -dice Romina- tiene que ver con la conflictividad social tanto o más que con el virus”. Si bien el sistema de salud está más organizado, el recurso humano está agotado después de un año de extrema tensión y el problema salarial todavía no se resolvió. Muchos de los trabajadores de la salud están bajo estrés laboral: exhaustos y sin reconocimiento, pierden de vista las razones que dan sentido a su profesión con el riesgo de cometer errores evitables.
La campaña de vacunación permite pensar el final de la pandemia. Un final lejano pero posible. En los países donde ya se vacunó a gran parte de la población de riesgo, las tasas de internación y los casos graves disminuyeron un 90 por ciento. En Bariloche se empezó a vacunar al personal de salud, a las personas mayores de 70 años y al personal docente. El ritmo de la campaña es lento. Los cargamentos de vacunas no llegan en el tiempo estipulado y cuando llegan -algunas se filtran en baúles de políticos-. De todos modos es un gran evento en la vida de lxs adultxs mayores, que se visten y se peinan para la ocasión como si fueran a una ceremonia.
Mientras llegan las vacunas es necesario seguir cuidándonos. Después de un año se sabe que la transmisión no es tanto por contacto sino que es una transmisión en aerosol. Cuando hablamos esparcimos gotas pequeñas y muy volátiles que quedan suspendidas en el ambiente. Por este motivo es tan importante ventilar. Además de realizar actividades al aire libre, con distanciamiento, con un buen barbijo y mantenernos en nuestras burbujas sociales.
Sea cual fuere la cepa de Coronavirus es necesario pensar la medicina en clave social, planificar estratégicamente considerando no solo las distintas barreras de acceso a la salud, sino también los aspectos que inciden en que la gente tenga una vida sana.
Por Verónica Battaglia
Cooperativa de Comunicación Popular al Margen