Este 24 se cumplen 20 años de la primera vez que el Centro Cívico pasó a ser la Plaza de los Pañuelos. Graciela Bedini fue la mujer que impulsó esa primera pintada y en esta entrevista conversamos con Oscar De Paz, su compañero de vida.
– ¿Cómo recordás el contexto en el que se dio esta iniciativa de ir a pintar los pañuelos?
-Hay que remontarse muchos años atrás, estas eran las iniciativas que siempre tenía Graciela para recordar eventos especiales. Ella militó desde la época que vivíamos en San Juan en plena dictadura, justamente en la lucha en contra de ese supuesto gobierno que masacró tanta gente. Esto tiene que ver con esa lucha de continuidad, que siempre llevó a cabo acompañada por la familia y con sus compañeros y compañeras de las luchas sociales.
– ¿Se plantearon distintas ideas de qué hacer, o surgió en principio esa?
-Graciela desde siempre estando ya como dirigente gremial tanto de Soyem como de la CTA cada 24 de marzo traía alguna iniciativa nueva. Empezando desde un humilde acto frente al sindicato a una suelta de globos negros. Ante cada evento ella quería producir algo especial para que fuera recordado, para que la gente reconociera que había una fecha especial. En esa época, por el 2001 se le ocurrió esto de pintar los pañuelos acompañada por su compañera del alma, la Negra Olivera.
En una reunión propusieron ¿Y si pintamos los pañuelos en el Centro Cívico? En ese momento estaba la cuestión esta de que había algunos periodistas de Bariloche que defendían a ultranza a los expedicionarios del desierto y, de alguna manera, era marcar un hito, era decir que la Plaza es donde vamos siempre, donde nos expresamos todos. Graciela en la Negra tuvo su mejor compinche para hacer esto.
-Al día de hoy los pañuelos blancos siguen generando polémica en la comunidad local ¿Cómo fue en ese momento? ¿Se consiguieron adhesiones y cuerpos que se animaran a hacerlo?
-Si, conformábamos un grupo de permanente lucha, de muchos años. Apenas estuvo esta propuesta, se prendieron muchos compañeros. Hubo quienes prepararon moldes para ver cómo iban a ser los pañuelos, se ofrecían a preparar las pinturas y los pinceles. Por supuesto que hubo un sector que negaba todo esto para “seguir conservando a los expedicionarios del desierto”.
Cuando llegó el momento de ir a pintar, había gente que pensaba que no iba a ir nadie, pero terminó siendo un grupo bastante numeroso. En la radio hacían notas y había un viejo periodista que despotricaba contra la pintada, estaba enojadísimo. Cuando Graciela y la Negra se enteraron que este periodista vivía a la vuelta del Centro Cívico decidieron ir a pintarle unos pañuelos en su vereda. Se fueron las dos solitas su alma y los pintaron, era como una travesura.
– ¿Fue difícil sostener esas pintadas en el tiempo?
-Hubo mucha oposición, hay gente que todavía plantea que es un monumento histórico que no se tiene que tocar, pero creo que todos los compañeros siempre esperan esa pintada. Es el lugar de la memoria, es el lugar donde nos encontramos frente a cada conflicto, es parte de nuestra cultura. Las cosas no pueden ser impolutas, la historia es un movimiento continuo.
En el 2014, luego del fallecimiento de Graciela, la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo realizó un homenaje, estuvieron presentes Taty Almeida y otras Madres agradeciéndole por haber iniciado este recordatorio que para todos los militantes es muy importante. Esto lo vemos cada vez que vamos a pintar o a mirar como pintan los demás, porque a veces uno no se puede agachar. Ves como confluyen distintas generaciones, todos remembrando esa cuestión de la historia reciente y de la vieja historia. Recordando a los compañeros que ya no están, que perdieron la vida en esta lucha. Ahora la nombramos como la Plaza de los Pañuelos, yo cada vez que escucho esas palabras me llena de emoción, fue mi compañera que estuvo ahí. Los lugares representan la historia de los pueblos.
Escuchá parte del testimonio de Oscar:
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Por Mariela Martínez y Julia Biagioli
Foto portada: Euge Neme
Cooperativa de Comunicación Popular Al Margen