La población de la Línea Sur es vulnerable energéticamente. Facilitar la calefacción y mejorar la eficiencia energética son claves para mejorar la calidad de vida. Una investigadora del Conicet analizó esta problemática y las posibles soluciones.
En la última década los pobladores de la Línea Sur se vieron afectados por disturbios sociales, ambientales y económicos constantes. La erupción volcánica del Puyehue-Cordón Caulle de 2011 provocó graves daños a la economía de subsistencia rural. La falta de leña, se agravó por la sequía de la última década y por la caída de ceniza volcánica. Las nevadas intensas y tardías provocaron grandes pérdidas de ganado e incertidumbre en la población.
Además la falta de frecuencia en el transporte público hacia otros pueblos y ciudades, y de una tarifa social del pasaje complejiza las relaciones sociales y económicas de la región. Con la llegada de la pandemia del COVID-19 aparecieron o se evidenciaron nuevos problemas:
- Insuficiencia en la llegada de las redes de comunicación (internet) a los hogares y falta de herramientas (computadoras) para el dictado de clases virtual.
- Incertidumbre por la salud de sus familias, y de la provisión de bienes externos.
- Incomunicación con familiares de otros parajes y pueblos debido a la ASPO.
- En relación a casos activos/habitantes, algunos pueblos de la Región Sur sobrepasan a las ciudades vecinas.
Transición energética y política de subsidios
En muchas comunidades rurales del mundo la leña es la única fuente de energía para la calefacción y/o cocción de los alimentos; esto las convierte en poblaciones energéticamente vulnerables debido a la escasez del recurso, el precio, la falta de otras energías y los ambientes desfavorables para la vida humana.
Es necesario abordar esta temática también desde las investigaciones científicas y proponer soluciones locales. La transición energética en comunidades rurales y semiurbanas se encuentra relacionada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 (ODS7 energía asequible y no contaminante; ODS10 reducción de desigualdades y ODS11 ciudades y comunidades sostenibles).
La transición hacia el uso de otras energías no es lineal, sino que las familias adquieren estrategias de uso múltiple, en la cual incorporan nuevos recursos y tecnologías. El consumo de combustible está determinado por la disponibilidad, sus características, por el dispositivo de uso final y por los contextos socio-culturales y económicos.
En Argentina, cerca del 60% de la población urbana tiene provisión de gas natural subsidiado, principalmente en la Patagonia. El Gas Licuado de Petróleo (GLP) tiene un subsidio menor en comparación con el gas natural, resultando el GLP 8 veces más costoso por unidad de energía. La leña se encuentra subsidiada para sectores rurales y periurbanos vulnerados, a través de un Programa Provincial llamado Plan Calor (2m3 de leña por año para cada familia que la necesita).
Sin embargo, la falta de aislación térmica en las envolventes de las viviendas, conduce a una gran demanda energética para mantener una temperatura confortable (18°C y 21°C, O.M.S). En las zonas frías como es la Patagonia, es necesario aumentar la eficiencia térmica, para gastar menos combustible y así alcanzar y mantener dicha temperatura para el bienestar de las familias.
Los hallazgos de la experiencia de Laguna Blanca
A través de un análisis del consumo de leña (kg) y gas envasado GLP (kg), en relación a la calidad térmica de las viviendas de la comunidad de Laguna Blanca de la Región Sur en Río Negro, se obtuvieron resultados relevantes y extrapolables a las comunidades y familias de la zona del noroeste de Patagonia. En este sentido y en el actual contexto, los resultados derivaron en una serie de recomendaciones para el presente y futuro.
- Desde el año 2014 el gobierno de la Provincia de Río Negro, desarrolló un programa de colocación de GLP (100% subsidiado + 1 calefactor por vivienda) a algunas comunidades rurales de la Región Sur para reemplazar el uso de leña.
- Las políticas sobre el reemplazo de combustible contribuyeron positivamente, siendo un proceso de ayuda social a un sector vulnerable que redujo rápidamente su gasto en combustibles para calefacción.
- Se observaron excesivos consumos de leña (antes de la intervención con GLP) y también excesivos consumos de GLP (luego de la intervención) en las viviendas rurales.
- La calidad térmica de las viviendas es muy baja, con significativas entradas de aire por puertas, ventanas y techos. Este resultado demuestra que no sólo existe una alta demanda de combustible, sino que es imposible mantener una temperatura confortable entre 18°C y 21°C.
- Haciendo las aislaciones térmicas adecuadas, no sólo se reduciría el consumo y se aumentaría el confort, sino que la Provincia de Río Negro recuperaría la inversión en cerca de 2 años (teniendo en cuenta el gasto de GLP actual subsidiado al 100%).
Lluvia sobre mojado: ¿Qué hacer?
La Pandemia 2019 causada por el virus SARS-CoV-2, ha expuesto las desigualdades arraigadas en nuestras sociedades. En este sentido las comunidades rurales de la Patagonia, se encuentran ante una nueva amenaza. En este contexto se recomienda:
- Aislación térmica de las viviendas rurales para mantener una temperatura confortable y constante de 18°C a 21°C (Organización Mundial de la Salud).
- Reforzar los programas para el acceso a GLP y leña. Colocar más de un calefactor por vivienda y asegurar la provisión de leña antes de la estación invernal. Los pobladores siguen usando los dos combustibles para calefacción (usuarios mixtos).
- Apoyar el rol de la mujer en las decisiones sobre políticas energéticas. Para ello, es necesario que puedan participar en el diseño, implementación y seguimiento de políticas públicas y programas energéticos.
- Realizar monitoreo de los dispositivos de uso para calefacción y cocción, en usuarios exclusivos de leña o usuarios mixtos (leña + GLP). Dispositivos deteriorados que generan emisión intramuro, podrían aumentar la susceptibilidad de las personas a la infección viral. La exposición al humo de leña es un factor más de vulnerabilidad para la enfermedad COVID-19.
- Establecer la evaluación y seguimiento constante de la salud respiratoria de los habitantes, en cada una de las comisiones de fomento, proveyendo a las salitas sanitarias, los insumos necesarios y capacitaciones correspondientes.
- Un brote de COVID-19 en cualquier comunidad incrementaría el uso de los servicios de salud (y los riesgos que esto conlleva), y la incertidumbre de la población afectada.
Reflexiones finales
Hay un carácter de urgencia en la transición justa y la asequibilidad de los servicios energéticos, en el cual las vulnerabilidades deberían abordarse de manera situada en el contexto-ambiente. Para ello se requiere de acciones específicas que incluyen el suministro de información, mecanismos ágiles de financiación, inversión en infraestructura energética, subsidios focalizados y coparticipación de los usuarios.
Es necesario considerar el acceso a la energía como un derecho humano. Nuevos derechos, significa nuevas formas de hacer políticas. De esta manera, el acceso a la energía, la calidad y la seguridad, deberían formar parte del concepto de justicia social y por lo tanto, del concepto de desigualdad.
La pobreza energética va de la mano con la ineficiencia térmica. Pensar en la eficiencia energética de las viviendas rurales y urbanas, la producción y consumo de energías renovables locales, y su distribución equitativa, es transversal para los demás derechos básicos como son el acceso a la educación o la salud.
Por Betina Cardoso (Doctora en Biología, Universidad Nacional del Comahue, Investigadora de CONICET)
Foto portada: Euge Neme
Redacción
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen