“Briquetas Patagónicas”, “Tamo´ Activa”, “Waykuna” y “Abriendo Esperanza” son cuatro unidades productivas que impulsa el Movimiento de Trabajadorxs Excluidxs de Bariloche. Integradas por mujeres de los barrios populares se organizan para hacerle frente a la crisis económica a través de diversos emprendimientos productivos.
Además, son parte de Mujeres MTE y desde este lugar continúan capacitándose y formando alianzas para luchar contra la opresión que implica ser mujeres en una sociedad patriarcal.
Formar parte de un grupo genera muchas sensaciones. Es el pertenecer a un espacio, es ser parte de él, es pensar día a día estrategias para consolidarlo. Es un lugar que brinda identidad y además permite la posibilidad de generar redes, de generar lazos que fortalezcan el crecimiento individual y colectivo.
Así lo entienden las más de 30 trabajadoras que integran la Rama mujeres del MTE, organización social compuesta por miles de laburantes de distintos barrios populares del país que luchan para dignificar sus vidas, a través de cooperativas y unidades económicas populares.
El Movimiento, que surgió en el 2001 producto de una de las crisis más violentas para la historia de nuestro país, fue creciendo y se fue ramificando a partir de la organización popular. Hoy el espacio Bariloche impulsa las ramas de: Construcción e integración Social, juventud a través de la rama Vientos de Libertad, salud, Socio Comunitaria (que sostiene comedores y merenderos), Vía Pública (que integran algunas de las cooperativas del estacionamiento medido) y Mujeres.
En Bariloche, esta última pata está conformada por cuatro unidades productivas: “Briquetas Patagónicas” dedicadas a producir de manera artesanal un tipo de leña a base de aserrín y papel reciclado, ecológico, liviano, de fácil transporte y almacenamiento. Trabajan en el Centro Comunitario del Barrio Vivero.
“Tamo´ Activa”: cooperativa textil que también funciona en el Vivero. En general, trabajan a pedido salvo en fechas especiales que trabajan en serie. Ofrecen boca a boca, en ferias itinerantes y redes sociales. También hacen serigrafía sobre tela.
“Waykuna”: grupo de mujeres que elaboran viandas y comidas que comercializan en el nodo de compras de Colectivo Al Margen. Al dialogar con varias de sus integrantes, comentaron que la pandemia “complicó mucho las cosas” porque antes también elaboraban la comida para lxs chicxs de la Kata Wain Newen, cooperativa de estacionamiento medido pero esto no pudo sostenerse por el contexto que estamos viviendo.
Hoy están trabajando en un libro de recetas que además de sabores estará cargado de historia, de costumbres, de anécdotas ya que todas las integrantes son parte de pueblos originarios. Saldrá a fin de año.
“Abriendo Esperanza”: dedicadas a la elaboración de sorrentinos de varios sabores: con harina integral, de jamón y queso, verdura, calabaza y ricota. Piensan incorporar pronto zanahoria y muzarella. Cuentan con una trayectoria de más de 10 años (aún utilizan la receta original) y es el único espacio de los 4 que cuenta con la presencia de un varón. Trabajan 5 veces al mes y distribuyen también en el Nodo de Compras y entre los contactos que cada vendedxr tenga. Se manejan mucho con “el de boca en boca”, pedidos por WhatsApp al 2944812041 y refuerzan con panfletos.
Días atrás, se reunieron todas estas unidades productivas, tal como lo vienen haciendo desde hace tres encuentros, para fortalecer estos espacios. Se reúnen una vez por mes para capacitarse, seguir creciendo, para conocerse, para “saber que existen otros grupos territoriales y formar alianzas”, sostuvieron en diálogo con Al Margen. Además, “la idea es ver qué necesidades hay en cada uno de los espacios, qué necesitan, hoy estamos trabajando en la resolución de conflictos y trabajamos dos herramientas para resolverlos: comunicación no violenta y consensos”, explicó Marlen Riveros, integrante de Waykuna y una de las capacitadoras.
“Las capacitaciones están pensadas de acuerdo a las necesidades de los grupos productivos. La idea es interiorizarse más de lo que es el MTE, cómo funciona, dónde estamos paradas. Brindar herramientas para poder mejorar, para que haya más unidad y para que puedan hacer mejor producción. Las temáticas surgen de ellas mismas y nosotras vamos abarcando y llevando propuestas”, agregó.
Estas mujeres de la economía popular están orgullosas de lo que han logrado, de sus crecimientos, de integrar estos espacios que les permiten discutir estrategias de lucha para hacer valer sus derechos tanto como trabajadoras y como mujeres. Valoran el compartir experiencias e intercambiar en torno a sus realidades específicas.
Saben que todo esto es sumamente importante porque además, si bien varias de ellas cobran el Salario Social Complementario -Potenciar Trabajo-, aporte que brinda el Estado nacional a la Economía Popular (hoy es de 8500 $) y por el que a cambio deben realizar una contraprestación de mas de 32 hs mensuales, no alcanza.
Se sabe que no alcanza. Entonces esa ganancia, ese mango más que llega, es una entrada directa a los bolsillos y ayuda significativamente a las economías familiares, según explicaron al tiempo que indicaron que para algunas este es el único ingreso.
¿Qué si tienen ganas de seguir creciendo? La respuesta está clara. De hecho algunas comentaron que “estamos aprendiendo sobre administración para sacar costos y empezar a trabajar de una manera diferente, queremos mejorar la comercialización”. “Hoy hay muchas necesidades y poder acceder a estas capacitaciones, por ejemplo, nos ayuda a tener herramientas. Tenemos ganas de seguir capacitándonos”, agregaron. También celebraron el tejido de redes que se está conformando. “Estos son espacios para realización personal. Para nosotras es importante poder pertenecer a un lugar donde podamos como mujeres, avanzar en el futuro”, finalizaron.
Por Luciana Avilés
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen