Este sábado una caravana patriótica de vecinos y vecinas en camionetas 4×4 marcharon hacia el territorio de la Lof Lafken Winkul Mapu exhibiendo sus más enardecidos rencores hacia el pueblo Mapuche y a la comunidad que los apoya.
El ex gobernador Alberto Weretilnek escribió en su muro de Facebook: “La denuncia de la Ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, contra las vecinas y vecinos de Bariloche y Villa Mascardi que se manifestaron pacíficamente a favor de los ciudadanos que son atacados y violentados en forma sistemática por un grupo de personas encapuchadas … es la validación de una política que significa que en la Argentina de hoy el Estado te reconoce más por violar la Constitución y las leyes que por cumplirlas.”
Este mensaje que funciona oponiendo a “los vecinos y vecinas de Bariloche” en contra de las “personas encapuchadas” -que supuestamente no serían ni vecinos ni tampoco de Bariloche- reproduce un discurso de poder que se funda en la división de la sociedad categorizando ciertas vidas con más valor que otras. “Personas encapuchadas”, a los que no se puede ver el rostro y a las que se les adjudican actos sistemáticos de agresión -sin peritaje ni investigaciones previas-. De este modo, no solo se les niega el rostro -ese rasgo de mayor humanidad- sino también toda la historia de despojo y muerte del pueblo Mapuche a manos de un estado racista.
Vale la pena recordar que la reforma de la constitución de 1994 reconoce la preexistencia de los pueblos originarios y la obligación del sistema jurídico nacional a buscar soluciones a las reivindicaciones de tierras. Y vale también aclarar que la marcha de los vecinas y vecinos en favor de sus amigos -propietarios de cabañas turísticas- no fue pacífica.
Conversamos con Julián, quien se acercó hasta el corte de la ruta 40 en apoyo a la comunidad Mapuche. “Yo fui ahí como ciudadano, para dar otra visión de los hechos que muestran los medios hegemónicos de comunicación.” Nos describió a los manifestantes enfurecidos, quemando neumáticos y tirando piedras en la ruta. Un auto quiso pasar la fila de policías y casi le tira el auto encima. Una vez que lo detectaron como enemigo comenzaron las amenazas: “Como te cagaría a trompadas” “Vos porque sos un zurdo de mierda, no laburaste jamás en tu vida.” “Si hay que sacarlos calzados, se los saca.”
Cuando Julián les contestó que solo pensaba diferente a ellos, siguieron los insultos: “negro de mierda, puto”.
También nos contó que el diario El Cordillerano publicó su nombre sin su autorización, exponiéndolo a posibles represalias por parte de los manifestantes exaltados por el odio. El 28 de agosto el Inadi presentó una denuncia a este mismo diario por sus publicaciones tendenciosas que incitan a la violencia y a la xenofobia.
Recién cuando la gobernadora Arabela Carreras llegó al lugar y habló con los vecinos y las vecinas, prometiendo una reunión para el próximo sábado, se calmaron las agresiones. La funcionaria en ningún momento pasó del otro lado de la columna policial para acercarse a hablar con la comunidad.
Este es un ejemplo más que reproduce la violencia simbólica que despliegan los grandes multimedios organizados en estrategias de guerra, enarbolando su verdad como un arma. Hay muchas formas de eliminar al otro, una de ellas es descalificándolo en defensa de una patria blanca, europea, heterosexual, de clase alta que reconoce solo el derecho y la forma de vida occidental.
Se vuelve urgente desactivar este discurso, antes de que se cristalice y se propague a otros niveles de violencia. En la marcha del sábado la fotógrafa de Al Margen recibió forcejeos mientras realizaba su trabajo y a Julián -además de lo que nos contó- le tajearon dos ruedas del auto.
Por Verónica Battaglia
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen