El Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO) cumplió 25 años de historia y conversamos con Pablo Antonini, su actual presidente para abordar el rol de los medios comunitarios en esta etapa y analizar porque los medios comerciales defienden la concentración.
-A lo largo de estos 25 años hubo muchos cambios de gobiernos, de gestiones, de formas de relación de los medios comunitarios y la comunidad ¿Por donde pasan los balances este año?
– En relación a la historia, la base es que con todos los vaivenes y cambios de escenarios, acá estamos. Y no sólo acá estamos, nunca paramos de crecer y para nosotros estos 25 años son una demostración de que lo que perdura es la comunicación hecha por el pueblo. Nuestro desafío hoy es que se entienda a la comunicación popular como una apuesta estratégica necesaria para acompañar cualquier tipo de transformación que se quiera hacer. Nosotros pasamos en el periodo anterior la marginación y la hostilidad, porque fueron años muy difíciles por el cerco informativo que estaba montado, creemos que los medios populares hicimos un aporte muy importante a poder romper ese cerco. Fuimos marginados de todas las pautas, nos cerraron radios.
Ahora tenemos un escenario muy distinto, pasamos de la marginación a cierta inclusión. Pero esa inclusión está pensada desde la asistencia, desde un lugar que entendemos no termina de dimensionar el valor estratégico de la comunicación popular. Entonces, como desafío tenemos hoy el transformar esta inclusión, esta posibilidad de Estado con el que se puede dialogar, en algo que vaya más allá de eso. En decir que acá es necesaria una política de comunicación que entienda la importancia de los medios gestionados por organizaciones populares y los ponga en primer plano a la hora de desarrollar políticas públicas. Creo que el desafío en esta etapa es ese.
Después también tenemos desafíos al interior, si pudiéramos establecer tres planos de conversaciones y desafíos necesarios; uno es el anterior, lo que tiene que ver con el Estado, con el gobierno actual, al momento político que se abre. Hay un segundo que es el de siempre, la disputa por la construcción de la agenda y después hay uno que tiene que ver nosotros y nosotras, con replantearnos desafíos técnicos en cuanto a la elaboración y la producción de los mensajes. Darnos cuenta que no somos menos que nadie y que estamos en condiciones de dar esa disputa de agenda, tenemos gente en condiciones para hacerlo. Lograr que nuestros medios generen fuentes dignas de trabajo, que en algunos casos ya pasa por que hay construcciones muy sólidas, pero no es la regla.
Muchas veces nos pasa que el que está en un medio comunitario vive de otra cosa, o vive de tres o cuatro trabajos en simultáneo. A veces pasa el tiempo y empiezan otras necesidades, hay un montón de situaciones que hacen a todo lo que nos pasa en todos los planos de la vida que sino tenemos una remuneración digna no podemos sostener a nuestro laburo. Hoy somos generadores de fuentes de trabajo y lo que hemos hecho en tiempo de recesión económica cuando hubo que achicarse fue achicarnos parejo. Los medios comunitarios no despedimos gente, los medios comunitarios apretamos el cinturón y hay mucha gente que está por militancia. Eso es una virtud que permite la resistencia. Si realmente queremos estar en condiciones de disputar la construcción de agenda, la construcción de sentido, tenemos que poder más que lo estamos haciendo.
-¿Cuál es la fuerza de la autogestión en todo este proyecto?
-Es la esencia de nuestro proyecto. Somos organizaciones sin patrón, organizaciones que discuten sus líneas editoriales y sus estrategias. El ejercicio de la comunicación como derecho no es una consigna, implica que en función de necesidades y derechos que se plantean, se definen las programaciones, las actividades que hacen a la radio y a otra cantidad de actividades que llevan a cabo nuestros medios.
FARCO es una red que tiene una heterogeneidad en cuanto a su composición y sus debates que ha podido construir acuerdos en la diversidad. Logrando acuerdos sólidos que se traduzcan en puntos muy importantes como lo que fue la convocatoria a la Coalición por una Radiodifusión Democrática, los 21 puntos, pero también otro montón de cosas. Nosotros todos los años tenemos nuestra asamblea nacional, este es el primer año que no lo pudimos hacer por motivos sabidos. Ahí se discute y se elabora un plan de acción que es la hoja de ruta para todo el año siguiente. Esta discusión se da entre compañeros y compañeras muy distintos, que vienen del sindicalismo, del periodismo, gente de organizaciones campesinas que empezó la comunicación por necesidad, gente de sectores urbanos, rurales. Hay todo un universo que logra encontrarse y ponerse de acuerdo, ese es el valor fuerte de la autogestión. Somos medios sin patrones y eso es lo que queremos reflejar en nuestras producciones.
-¿Qué rol creen desde FARCO que debería cumplir la Defensoría del Público?
–La Defensoría es un organismo que es hijo de la Ley. Es producto de una concepción donde se pensó a las audiencias no como simples receptores de mensajes, sino como sujetos con derechos que tenían que poder ser defendidos. Miriam Lewin no es una persona que venga de la tradición de la comunicación comunitaria pero desde que asumió hemos tenido un par de reuniones en muy buenos términos. Se planteó la construcción con los medios comunitarios y populares como un eje de su gestión, desde ese lugar estamos con expectativas de que vamos a recuperar el vínculo que supimos tener con la Defensoría.
-¿Son partícipes de este nuevo proyecto de Ley que tiene que ver con el fomento al pluralismo y la diversidad informativa?
-Participamos en la previa y en la elaboración del proyecto. El lanzamiento se realizó el lunes 17 de agosto. Entendemos que es una herramienta muy importante que tiene posibilidades concretas de salir. Es importante en sí y por acompañar el debate que hay que dar sobre la comunicación. Los actuales amos de la comunicación y de la agenda pública, los dueños de los medios que responden a los grupos económicos siempre se preocupan mucho de que este debate no exista, de que no se hable. Ni siquiera lo quieren dar y ganar porque saben que sería muy difícil ganar un debate defendiendo la concentración.
Siempre intentan sacarlo afuera de la cancha, hace poco fue con el discurso de la convergencia diciendo que el avance de la tecnología hace que quede viejo el debate sobre la concentración o la desconcentración. Ellos pretenden que no se hable de la comunicación como un lugar donde hay disputas y poder. Todo lo que lleve a dar ese debate, nosotros entendemos que suma.
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Por Mariela Martínez y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen