Conversamos con Viviana Rancaño, directora del Instituto de Formación Docente Continua de Bariloche acerca de todas las incertidumbres que está viviendo la comunidad educativa sobre la evaluación y la acreditación de saberes.
– ¿Cómo están pudiendo mantener la continuidad de las clases?
–Esta es una situación de excepcionalidad que hace que la escuela, a través de la virtualidad, aparezca en las casas de los estudiantes y docentes. Esto en principio genera incomodidad. Es difícil encontrar el tiempo para estar en casa y conectarse, mucho más si las clases son sincrónicas, en el sentido que tienen que estar ahí cuando el profesor o la maestra se comunican.
Se suma mucha complejidad. En el Instituto durante esta etapa, desde el 27 de marzo, empezamos a pensar en este espacio de la virtualidad que de alguna manera ya lo teníamos. Todos los profesorados del país tenemos, además de las clases presenciales, las aulas virtuales. En ese sentido ya conocíamos como es la metodología. Obviamente, nuestros profesorados son de carácter presencial, necesitan del contacto con el otro, porque se están construyendo los futuros docentes, las futuras maestras. La situación es compleja, los y las estudiantes, son mamás, papás, han perdido el trabajo, están alquilando… En la mayoría de los casos, lo que vimos fue un desgranamiento de la participación en la plataforma a medida que avanzó la cuarentena.
Con el Consejo Directivo hicimos disposiciones que garantizan que a la vuelta de la presencialidad, vamos a tener proyectos de cursada intensiva de estas cursadas que estamos haciendo actualmente en la virtualidad. Lo que no nos puede pasar es creer que con la virtualidad estamos llegando a todes les estudiantes.
– Hay un discurso que se está generando que tiene que ver con que este año, en relación a lo educativo, está perdido… ¿Qué pensás vos como docente?
– Como docente, pero también como madre y ciudadana, creo que no tendríamos que apostar a eso. Tendríamos que apostar a que lo que hicimos, lo hicimos con conciencia. Lo que construimos es algo nuevo, innovador. Francesco Tonucci, un pedagogo que tiene muchos años de experiencia, dice que estamos construyendo nuevos saberes en estas instancias dentro de la casa, interactuando con la familia. Aprendemos, tal vez, otros saberes que no aprendemos cuando estamos en las instituciones educativas.
Lo que sucede es que una confirma o ve situaciones de la vida cotidiana de los estudiantes que tal vez, estando en la escuela, no las tomábamos en cuenta. Cuestiones de la vida cotidiana, te explican que comparten el celular con los tres hijos, bajan la tarea, ven los videos, se quedan sin datos… Después, también, está el sostener el vínculo. Dar todo por perdido es no dar la oportunidad de buscar estrategias, posibilidades. Crecen otras prácticas que habíamos olvidado, en este contexto se profundiza la desigualdad pero también salta la solidaridad.
Si tiramos por tierra todo lo que hicimos, es como decir que no hicimos nada. Hicimos muchas cosas. Tal vez esperábamos otro tipo de repuesta desde el estado provincial y municipal que no estuvieron, eso lo tenemos claro. Como directora, te puedo decir que con todos los estudiantes que no tienen internet intenté comunicarme por vía telefónica. Tenemos la certeza de que cuando volvamos a la presencialidad, les aseguramos un trayecto para ellos para que puedan continuar su formación. Para les estudiantes que si están pudiendo conectarse, les vamos a valorar todo lo que hicieron, no es como que “no hicieron nada”. En educación superior, a diferencia de los niveles obligatorios donde se suspendió la calificación, nos plantean la acreditación de esos espacios.
– ¿Qué diferencia hay entre evaluar y acreditar?
-Es el gran tema de toda la educación en el mundo. Evaluamos constantemente. La acreditación es la que te da la calificación y te dice si el estudiante aprueba o no un trayecto. Las y los docentes también están ingresando en el mundo de los entornos digitales y es difícil saber si son correctas las actividades que estamos enviando. Vamos a cometer errores, pero yo siento que es obligación decirle a la comunidad que todo lo que fuimos haciendo y aprendiendo al mismo tiempo tiene valor y va a ser reconocido.
En la presencialidad vamos a darnos el tiempo para recuperar. Hay estudiantes que tal vez ni comenzaron las clases, que sepan que los estamos esperando y que cuentan con nosotros. Estamos haciendo muchísimo esfuerzo. Tuvimos la posibilidad de entregar 100 módulos alimentarios con el centro y el claustro de estudiantes y fue una sensación muy reparadora de lo que podemos hacer. Conocemos y sabemos de la realidad, de esto salimos todos juntos.
Por Mariela Martínez y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen