Hoy 3 de Junio se cumple el quinto aniversario de la creación del Colectivo Ni Una Menos. La organización y luego marcha, surgió en Capital Federal a raíz de un femicidio concreto y puntual pero, a raíz de la visibilización, se entendió que lamentablemente esta era una práctica cotidiana. Hoy la lucha se dio en las redes, inundándolas, como viene ocurriendo en cuarentena. A pesar de ello, en Bariloche se realizaron intervenciones. La cobertura desde Al Margen.
Según el Observatorio Mumala, entre el 1 de enero y el 31 de mayo ocurrieron 124 femicidios y 112 intentos. Es decir que cada 29 horas, murió una víctima producto de la violencia machista y patriarcal. Las cifras siguen erizándonos la piel: el 41% de esas muertes violentas fue ocasionada por la pareja, el 22% por la ex pareja, el 13% por un familiar. Las edades más vulnerables: entre 19 y 40 años. Si se tienen en cuenta estos datos, no hay que hacer demasiadas aclaraciones para comprender que la situación en cuarentena es de extrema gravedad.
Lo que ocurre en Argentina, ocurre también en el mundo entero. Y así como a lo largo y a lo ancho del globo hay miles de organizaciones feministas haciendo frente a una realidad que nos golpea a diario, acá, desde hace 5 años, viene caminando el Colectivo Ni Una Menos. Un 3 de junio de 2015 surgió en Capital Federal la necesidad de gritar basta. Aquel día cientos de personas, organizaciones sociales, de derechos humanos y partidos políticos marcharon hacia el Congreso para pedir justicia: Chiara Páez, de 14 años había sido brutalmente asesinada. La convocatoria giró por todo el país y se volvió federal, instalándose en las agendas públicas de las provincias y ampliándose cada día más.
En Bariloche, hubo reacción a ese pedido de salir a las calles en aquel momento. Se salió, se marchó y comenzó a gestarse lo que es hoy Ni Una Menos Furilofche, explicó Cecilia Andrade, integrante del espacio Ni Una Menos. Recién en 2018, y gracias a la marea verde, empezó a tomar identidad propia, como una organización en sí misma, más allá de ser una “especie de núcleo asambleario para organizaciones, partidos, gremios y sindicatos”, continuó. Tiempo después, se reconoció el lugar en el que se habita: territorio ancestral mapuche. De ahí el nombre.
“Es un colectivo que va creciendo y tomando formas propias, con propósitos claros. Es un movimiento que ha sabido transformar radicalmente las formas de organización y de respuesta contra la violencia machista y sexista. Es una puerta muy grande que supimos abrir. Esto dio lugar a que surgieran otras consignas como el -No estás sola-. Habilitó a que las denuncias se multiplicaran, a que se inventaran nuevas formas de lucha, no solamente de mujeres formadas a través de instituciones sino como grupos barriales que han sabido responder a los pedidos de auxilio de muchas mujeres y disidencias hundidas en un círculo de violencia. Se han sabido construir colectivamente las salidas a esas violencias”, opinó.
Tal y como viene sucediendo en esta cuarentena, todo queda canalizado a través de las redes sociales que hoy se vieron inundadas de hashtag como #3J, #NiUnxMenos y #VivxsLibresDesendeudadxsYSinMiedo nos queremos. En la ciudad la consigna fue “Por nuestrxs muertxs toda una vida de lucha”. Pero más allá de la virtualidad, algunas militantes, respetando los protocolos de distanciamiento y barbijo que impuso la pandemia, se congregaron al medio día en el Centro Cívico para realizar diferentes intervenciones. En una de ellas, colgaron banderines con nombres y figuras en negro para recordar a las asesinadas. En otra, se leyó el documento en el que se exigió por “aborto legal, seguro y gratuito en todas las salitas y hospitales; basta de travesticidios y femicidios; presupuesto suficiente para el tratamiento integral de la violencia de género; políticas públicas nacionales, provinciales y municipales que generen autonomía económica en las mujeres víctimas de un círculo que las deja sin posibilidad de romper techos de cristal, de decidir sobre sus vidas y su economía; perspectiva de género en las comisarías, centros de salud y otras instituciones; que todas las desapariciones de mujeres sean tratadas desde el momento cero bajo una perspectiva de género: que se garantice la Ley Micaela en todo el país y fuera al FMI”.
El texto también habló sobre las deudas pendientes que tienen que ver con respuestas efectivas a demandas concretas: “las denuncias no se toman o se minimizan. Las casas-refugios no alcanzan o son inexistentes, y los teléfonos disponibles no son suficientes para frenar el alcance de la violencia machista”. Además, hubo espacio para recordar la consigna “Niñas, no madres” al repudiar enérgicamente “el accionar de aquellas provincias que obligan a sostener embarazos de pequeñas, producto de violaciones”. Por último, se leyeron los nombres de todas las víctimas en la ciudad.
Si algo nos ha enseñado la marea feminista es la insistencia y perseverancia, el poner el cuerpo siempre. Porque más allá de los embates cotidianos de un sistema opresor que busca callar, ahí están ellxs. En las calles, en las plazas, buscando la forma de que los derechos sean respetados, buscando la forma de reinventarse para que la fecha no pase desapercibida y así recordar a las que ya no están. Y luchar. Para contagiar a cada vez más y permitirnos creer que las cosas pueden ser distintas. Pueden ser mejores. En un mundo libre para todxs por igual.
Por Luciana Avilés
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen