Desde el inicio de la pandemia por el Coronavirus se vio el rol central que cumple el sector de enfermería y fue especialmente reconocido por la ciudadanía formando parte del sector de los imprescindibles. Hoy en su día destacamos la labor que llevan adelante miles de trabajadoras y trabajadores que en el anonimato cumplen la gran tarea de velar por la salud de los enfermos.
En Bariloche la carrera se largó en el 2007 en la Universidad Nacional del Comahue, permitiendo profesionalizar la vocación de muchísimas personas. Mara es una de ellas y pertenece a una de las primeras camadas recibidas en esta ciudad, haciendo la licenciatura en enfermería. Ejerce hace ocho años y actualmente se desempeña en el Hospital Zonal. Por estos días, como tantos, se desempeña en medio de un escenario totalmente distinto, revisando continuamente los protocolos junto al resto de sus compañeros para llevar adelante este momento tan difícil que ha desatado el COVID 19.
“Siempre hubo algo, antes era bombera. Tuve además una hermana enferma muchos años, y eso me llevó a elegir lo que soy hoy”, repasa. Actualmente se desempeña en el sector de internación de cuidados progresivos nombre a cargo del servicio de internación. “Antes de que surgiera todo esto se trabajaba con las precauciones estándar, pero el virus nos modificó mucho, en el trabajo y en el ámbito de la vida cotidiana, incluso en la dinámica con los compañeros”, dice y nombra un detalle tan simple como importante en el día a día: “Antes desayunábamos todos juntos con los compañeros. Hoy hay que ver bien la distancia, el espacio, un montón de cosas se modificaron”.
El área en la que se desarrolla no recepciona pacientes sospechosos ni infectados con coronavirus, sin embargo, como todos, y en especial del sector salud, ha visto modificada su vida. Cuenta que muchos, por temor a llevar el virus a sus familias se han distanciado temporalmente para preservar a hijos y adultos mayores. No es el caso de Mara, que tiene una niña de un año, pero cuenta el largo protocolo que recorre al regreso a su casa para proteger a todos.
“Al comienzo estábamos más tensos. Esto es algo nuevo para todos nosotros y fue un gran aprendizaje, nos tuvimos que adaptar a los nuevos protocolos de salud y había mucha incertidumbre, rumores, miedos, quizás no por uno, pero si por nuestras familias. Pero nos apoyamos y nos ayudamos entre todos y nos sacamos todas las dudas en las capacitaciones”.
Implacable voluntad
Quienes hayan estado alguna vez internados saben del alivio que puede traer la sola presencia de un enfermero o una enfermera. En medio de todo, el solo sostén de una mano segura puede serlo todo.
Por estos días, las imágenes imborrables de personas que se dejan la vida bajo la luz pálida de un hospital en jornadas interminables han conmovido hasta los aplausos. No está mal, dicen. Y a muchos ese apoyo les llega como un abrazo cálido en medio de la tormenta.
Sin embargo, tampoco puede dejar de mencionarse la necesidad de un reconocimiento más completo a una labor tan fundamental que muchas veces se desarrolla de forma precaria, sorteando infinitas dificultades, con pagas que no alcanzan y guardias de 16 o 24 horas para poder llegar a fin de mes.
La brutal realidad que hoy se vive en el ámbito de la salud dejó a la vista el rol trascendental en la recuperación de la salud y calidad de vida de cada paciente. Su hacer al servicio al pueblo constituye una gran contribución para la sociedad y es por eso que si algo deja en evidencia esta pandemia es la necesidad de cuidar –y eso quiere decir destinar presupuesto e inversión- el sistema de salud público, garantizando un derecho básico como es el acceso al mismo. Y es que la implacable voluntad de los trabajadores y trabajadoras no puede sostenerse en el tiempo por la pura voluntad.
Mara agradece a sus compañeros del servicio con los cuales se desempeña, dice que hacen muy buen equipo y que sin ellos no podría. Que es verdad, los sueldos nunca alcanzan. Pero que también sale a repartir alimentos y hace una olla solidaria y la realidad en los barrios es tristísima. Que agradece que tiene trabajo.
“Nuestro trabajo no es solo cuidar al paciente, sino de alguna forma también acompañar a la familia. El estar internado significa sacarlo de su vida cotidiana y que esa persona esté en un lugar extraño. Por eso el trabajo también es de contención hacia el paciente y la familia. En nuestro servicio hoy estamos trabajando con pacientes de distintas patologías y es muy importante un abordaje que también piense en cuando salgan de la internación. Por ejemplo, si un paciente es diabético, hay que pensar en la prevención y la educación para cuando esté afuera”, dice y concluye: “Creo que nací para ser enfermera o ver la forma de ayudar a alguien, es algo que hago con ganas y me gusta, y es importante, porque hay que tener empatía con el otro, ponerse en el lugar de la otra persona que la está pasando mal”.
– ¿Qué sentís cuando la gente aplaude?
Es lindo que te reconozcan, que valoren lo que uno hace, se agradece. Mi mamá y mi hermana desde el primer día salen con un parlante y cantan el himno. Hay días que estamos trabajando y lo escuchamos por la calle Moreno y es muy lindo. A veces tenemos muchas faltas y también es necesario otro tipo de reconocimiento, pero creo que es un camino que hay que recorrer, no solo para que sea reconocido el trabajo de la enfermería o de los médicos, sino de todos acá, están los camilleros, los mucamos, el personal de limpieza, que le ponen el pecho a todo. Por eso el reconocimiento tiene que ser amplio.
Porqué se celebra esta fecha
La fecha corresponde al natalicio de Florence Nightingale, enfermera, escritora y estadista británica considerada la fundadora de la enfermería moderna. Nacida un 12 de mayo de 1820 Florence logró durante la Guerra de Crimea descender la mortalidad de los soldados a través de la mejora de las condiciones sanitarias, un aspecto que no se tenía en cuenta hasta ese momento. Asimismo, bregó por el establecimiento y el desarrollo de la Enfermería como profesión y en 1860 se inauguró la Nightingale Training School en el Hospital Saint Thomas de Londres, creando la primera escuela de enfermería laica del mundo.
Por Violeta Moraga
Fotos: Euge Neme
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen