Quince días atrás se decretaba el aislamiento social preventivo contra el coronavirus. Postales y palabras de esta primer quincena que transformó el paisaje cotidiano de la ciudad túristica.
Sin lugar a dudas Bariloche se ubica entre las ciudades de mayor afluencia turística de nuestro país. La temporada de verano aún no había finalizado cuando la cuarentena decretada por el coronavirus irrumpió en la vida social de la ciudad patagónica.
Las calles hoy se ven totalmente desoladas, postales atípicas de un lugar que sabe moverse a un ritmo de ciudad capital.
Las imágenes hablan por sí solas. El centro cívico desolado. El cartel turístico que nombra a la ciudad (lugar indiscutido de selfis y encuentros) sin fila ni amontonamiento. Sencillamente, no hay nadie. El constante flujo de personas al que la ciudad está acostumbrada fue disminuyendo poco a poco y hoy Bariloche parece literalmente detenida.
Aquí algunas semblanzas de sus habitantes
María trabaja hace mas de 10 años en un hotel de categoría sobre la calle Mitre. Con una ocupación turística constante del 80% la situación que están viviendo no deja de sorprenderlos “Si bien tuvimos la crisis del 2011 con los volcanes, esto es totalmente diferente. Aquello fue local, esto es global. En el hotel tenemos muchísimas cancelaciones y si bien hay una política de dejar abiertas las reservas por un año, la gente no sabe que es lo que va a suceder y prefiere dar por terminada esa reserva”.
La siempre concurrida peatonal Mitre con sus chocolaterías y tiendas típicas se encuentra desierta. Los turistas ya abandonaron la ciudad y los residentes se replegaron en sus casas.
Karina tiene un polirubro en la estratégica ubicación de Moreno y Bestchd a una cuadra de la Catedral de la ciudad, centro de referencia ineludible. Trabaja con turistas, pero también se mueve al ritmo de escuelas y edificios públicos. “Veníamos recuperándonos porque había sido una buena temporada, el año de escuela comenzaba cuando nos enteramos de esto. A partir de la cuarentena estuve trabajando casi una semana más pero decidí cerrar porque ya no entraba casi nadie, y al mismo tiempo con la cantidad de turistas de países de riesgo, uno se preserva. Había muchos turistas que habían quedado varados y nos pedían por favor algún dato para comprar cosas básicas ya que todo fue cerrando de golpe. Paso a diario para ver cómo está el local y no hay nada abierto”.
Otro de los rubros particularmente sensibles son los artesanos. La tradicional feria municipal se encuentra cerrada y los artesanos buscando la manera de subsistir. Por ejemplo Pilar es orfebre y posee un lugar de venta al público en pleno centro de la ciudad. Antes del domingo, cuando se decretó la cuarentena. ya había tomado algunas precauciones por las noticias que venía recibiendo. “No hubo más pedidos y todos nos resguardamos en nuestras casas, económicamente es tremendo, pero el tema también es que emocionalmente esto me afectó, si bien tengo el taller en mi casa estoy bloqueada, no me puedo poner a crear nada. Por suerte me han llegado algunos pedidos, todos para entregar luego de que esto termine, y esto me motivó un poco”.
Si bien la Municipalidad todas las noches realiza desinfecciones para mitigar los riesgos del virus, el miedo al contagio está latente y se percibe en las calles. “Esta es una ciudad con muchos turistas de los países mas afectados, España, Italia, también los instructores de esquí que van y vienen a trabajar a estos destinos, sentimos que Bariloche es una ciudad sensible” nos relata Karina, a lo que María agrega “Son muchos los turistas de Brasil un país que tomó medidas tarde, no sé qué va a pasar”.
El factor económico es uno de los primeros interrogantes de los ciudadanos barilochenses, sin embargo el temor a lo que vendrá es algo que recorre la cabeza de los ciudadanos. María se pregunta “¿qué va a pasar cuando todo esto termine? Nosotros personalmente tenemos mucha incertidumbre con los puestos de trabajo, el hotel no tiene previsión de fecha de apertura y tampoco creo que haya temporada de invierno, por miedo pero también porque la gente no va a tener dinero”. En este mismo sentido Karina comparte que “va a ser un año muy complicado. Creo que no vamos a tener temporada de invierno y eso es muy duro para la ciudad… ojalá me equivoque”.
Los servicios básicos siguen funcionando, estaciones de servicio y supermercados se encuentran, abiertos, aunque las imágenes se parezcan más a una apocalíptica película hollywoodense que a la ciudad patagónica que acostumbramos ver en postales.
A través de los relatos de comerciantes y vecinos nos damos una idea de lo que está sucediendo, sin embargo la gran incógnita es saber cuál será la nueva foto de Bariloche luego del paso y los efectos del coronavirus.
Por Facundo Sinatra Soukoyan
Fotografías: Eugenia Neme
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen