Edith Espinoza, referente del Grupo Encuentro nos cuenta cómo están sobrellevando el aislamiento social preventivo y obligatorio los sectores mas excluidos de la ciudad.
– ¿Cómo afecta esta medida a los sectores populares?
Los más acostumbrados a estas crisis son justamente las personas de la población más vulnerable, a la clase media que tiene cubiertas sus necesidades básicas todos los días le cuesta más ajustarse a una situación crítica donde hace falta de todo. Está complicado. Conforme pasan los días esto se va agravando, hay gente que tiene hambre de pan, no es joda. Como organización tenemos una guardia permanente porque entendemos que en tiempos de crisis hay organizaciones y espacios del Estado que no pueden cerrar, que tenemos que estar presentes y a disposición de cualquier demanda que se genere.
A nosotros se nos dificulta el hecho de que al tener familias de varios barrios, no podemos concentrar la atención en un solo sector. Hay chicos de Arrayanes, del 28 de abril, de Nahuel Hué, Malvinas… Hemos armado un plan para respetar las medidas de prevención con ciertas excepciones, nosotros como comedor y merendero estamos autorizados a circular y poder tener contacto con las familias que son del Grupo.
Aparecen trabajadores que han quedado en este momento sin su actividad cotidiana que le permite llevar la comida todos los días a su casa. La gente se acerca al comedor con vergüenza, con tristeza. Ayer atendimos a tres familias que no son del común de la gente que viene a pedir comida. Hay que estar atentos y alertas a estas situaciones.
El mensaje en estos momentos es el no contacto físico, y lo entendemos, pero lo cierto es que hay determinadas personas que necesitan de abrazo y escucha, es terapéutico, contenedor y generador de defensas para inmunizarnos contra cualquier bicho que se nos quiera acercar. En este sentido también estamos a disposición con esa actitud tan necesaria en tiempo de crisis.
– ¿Cambió algo en relación con la declaración de la Emergencia Alimentaria?
-Las cifras oficiales dan cuenta de que están haciendo un reparto de alimentos y tarjetas alimentarias pero no es suficiente en este momento. Por más que aumenten los números de entrega de alimentos por parte del Estado no está alcanzando. Evidentemente el Estado Municipal no está llegando a todos los sectores en tiempo y forma, hay muchos reclamos públicos de lugares donde no llega la comida. Nosotros entendemos que el hambre no tiene paciencia, que el hambre no entra en cuarentena.
– Frente a la cuarentena, muchas escuelas optaron por la opción virtual en casa ¿Qué pasa con los pibes y las pibas que no tienen acceso a tecnología?
-Ha sido una medida que si bien tendrá su utilidad y practicidad en algunos sectores, en los que nosotros atendemos no la ha tenido. Es como todo, cuando las decisiones se toman para un sector desde atrás de un escritorio pensando que todos tenemos asegurados todos los servicios, es fácil pensar pasar una cuarentena en una casa. ¿Y si no tenés casa? ¿Y si la familia que tenés no es la que te va a cuidar, la que te va a abrazar? ¿Y si la familia que tenés no te ayuda a hacer la tarea? ¿Cómo hacemos con la gran cantidad de niños y niñas que están vulnerados en sus derechos?
Esta medida para algunos seguramente ha sido una propuesta superadora, donde los niños y niñas estén conectados con la actividad escolar, para nuestros pibes ha sido un desastre. Por lo menos de los nuestros, un porcentaje mínimo tienen computadora en su casa, y de tenerla no tienen internet. No tienen impresora ni plata para fotocopias, no tienen quién les ayude a comprender cómo es la dinámica de las tareas. Hay que pensar otras estrategias para la población que no tiene acceso a los servicios básicos.
Así como están estas situaciones, quiere rescatar la actitud de una maestra de la escuela vecina del Grupo que se acercó a dejarle la tarea a uno de los niños que vive aquí, tenemos seis. Esas actitudes son las que realmente se hacen pensando en el otro. Si bien estamos en un momento donde se está trabajando la inclusión de todas y todos, siguen quedando estos resabios de no pensar en el otro con toda su condición.
Por Fabián Agosta y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen