Comenzaron con dos másquinas de coser y cada vez reciben más pedidos. La historia de doce trabajadoras a todo o nada en el barrio Vivero
A metros de Sobral y Onelli, doce mujeres montaron una cooperativa textil. Algunas viven en San Francisco IV, La Cumbre o a pocas cuadras de ahí, en el barrio Vivero. Varias están con sus hijos: les cambian pañales y amamantan, mientras conversamos.
Niria es la que tiene más conocimientos de costura. Dos años atrás, trabajaba sola en su casa y le pagaban 60 pesos por la confección de una campera. Por día llegaba a hacer tres. Hasta que buscó otro rumbo, harta de cobrar tan mal.
Del grupo inicial de estas mujeres, Celeste fue la primera que se acercó al MTE (Movimiento de Trabajadores y trabajadoras Excluidas de la CTEP), hace tres años. Organizadas lograron hacerse de salarios sociales complementarios: el aporte que eroga el Estado nacional a la economía popular, hoy fijado en $8500 por persona.
“Al principio probamos haciendo carpintería”, cuenta Celeste. “Trabajábamos en el centro comunitario del barrio Omega, sin calefacción. También hicimos reciclado”, agrega dando detalles del espíritu buscavida.
El grupo se amplió y hace un mes lanzaron “Tamo’ Activa: cooperativa textil”. Cumplen horario de 10 a 14 y alquilan este salón a una asociación que trabaja con personas con discapacidades. El inminente comienzo de clases complica las cosas: algunas deberán llevar y traer a sus hijos escolarizados. Necesitan reorganizarse y enrocar la jornada laboral también con otras changas.
Damaris nos muestra la producción: almohadones, guardapolvos, cartucheras, cortinas, set de jardín de infantes. En general, cosen a pedido, y en fechas especiales, como las fiestas navideñas, en serie. A un costado hay un shablón que usan para hacer serigrafía sobre tela. El ingreso por ventas es reinvertido en insumos. Ofrecen boca a boca, en ferias itinerantes y redes sociales. En Facebook se las pueden contactar como “Emprendimiento textil del Barrio Vivero”.
Ya han recibido pedidos a granel, que a veces rechazan o condicionan porque cuentan sólo con dos máquinas de coser. Una es propiedad de Niria, la otra fue donada por una fundación. Necesitarían al menos una máquina industrial, que esperan comprar en algún momento.
Tamo´Activa, denominación que descubrieron escrita en una visera, es un retrato de la Argentina 2020: mujeres al frente de la economía popular, algunas jefas de hogar, madres, que sueñan con poner de pie un emprendimiento autogestivo en medio de un mercado laboral excluyente.
Por Pablo Bassi con fotos de Euge Neme
Equipo de comunicación Popular Colectivo al Margen