Este miércoles arranca el Festival Internacional de Circo “Holor a Lui” que tendrá lugar por primera vez en Bariloche del 11 al 15 de diciembre con perspectivas de iniciar una tradición de encuentros que visibilicen el arte circense como un canal de expresión y vinculación social, reivindicando el espacio público como escenario del arte popular y democratizando el acceso a la cultura.
A días de que comience esta gran fiesta -organizada por la Compañía Familia Flamini y gestores culturales locales- hablamos con Valentín Flamini (nombre artístico de Rodríguez) de este recorrido que hoy se materializa en un festival con más de 20 espectáculos y la participación de 30 artistas locales, nacionales e internacionales. Charlas, talleres, intervenciones, espectáculos de circo, teatro y música distribuidos en diferentes espacios públicos, plazas, centros culturales y escuelas son parte de la nutrida propuesta.
Valentín cuenta que fue como a los 13 años cuando en el Club Andino vio a un grupo de malabaristas -Los Salapia- y quedó fascinado. Tanto así como para intentarlo por su cuenta: empezó con piedras a la orilla del lago. Fue un camino de ida y a los 18 arrancó el primer viaje, inicio de un trayecto que sigue hasta hoy con espíritu andariego. “Empezamos con Lui en los semáforos, en las plazas. Nos fuimos a Ecuador, Bolivia. Después nos juntamos con su hermano que era mi mejor amigo de la secundaria y nos fuimos a Valparaiso, donde nos quedamos un año. Viajamos un montón hasta que en una de esas vueltas con Jojo –Josefna Silva- nos quedamos en Brasil y ellos partieron a Venezuela donde compraron dos bicis y siguieron viajando. Pasaron dos años y cuando nos estábamos por juntar en el Titikaka a Lui lo atropellan. Tenía 26 años”, recuerda Valentín.
Arrancar por acá es necesario. Justamente el festival se realiza a diez años de aquel suceso y es un homenaje a Manuel Martínez Livolsi- Lui Mongou Flamini- quien sufrió en Perú un irreparable accidente de bicicleta. Como destaca la convocatoria “el Festival holor a Lui honra la huella que dejó en el camino del nuevo circo latinoamericano este artista- payaso, creador, malabarista, músico y acróbata que partió en el 2009”.
Es así que al cumplirse diez años, los integrantes de la compañía Flamini -nombre artístico de esta familia de payasos, músicos y artistas circenses itinerantes, integrada por Valentín, Jojo y Berso Traberso- se unen en este nuevo aniversario como lo hacen todos los años y toman la fuerza de la gran riqueza artística y humana que Lui Mongou dejó e inician un nuevo ciclo creativo.
– ¿Cómo arrancaron con esta iniciativa?
-Surge con esa necesidad de traer un poco lo que aprendimos, nuestro mundo a Bariloche, donde si bien hubo encuentros no hubo hasta ahora un festival de este tipo. Invitamos a diferentes artistas a que vengan a participar, todo muy autogestivo, al punto que se pagan sus propios pasajes y acá conseguimos otras cosas para su estadía. Lo hacemos re de abajo, con ese espíritu del circo.
-Hace diez años vivís en San Pablo, ¿cómo es volver a Bariloche?
-Está re bueno venir y traer estas cosas acá. Yo creo que en Bariloche hay un semillero, muchos de los que hacen cosas, artistas muy buenos, se criaron acá y salieron luego a recorrer el mundo.
– ¿Y la vida del artista de circo?
– Para mí el circo es la familia, un poco gitano a la vez, de no tener lugar: encontrarse y ser el lugar. Llegan ellos y me siento en familia, y eso mismo se contagia en los que están. Tiene una vibración re linda, es una energía que contagia.
– ¿Qué características tiene tu personaje?
-Es parecido a quien soy, con la energía del juego. Un payaso para mí más que una máscara es una energía. Aprendí eso, entrar en una sintonía y si bien es como exagerar el estado de uno, no es crear algo que no existe. Así que soy yo, pero potenciado.
– ¿Cómo resulta organizar este tipo de eventos?
-Nos muestra que nos organizamos entre nosotros y hacemos pasar las cosas. Estamos haciendo esto con lo que tenemos y lo que no tenemos. Hoy fui a pintar para tener plata para invertir en el festival, por ejemplo. Esta bueno ver que las cosas pasan sin esperar que nadie te las organice, es revolucionario.
– ¿Hay un mensaje que se pretenda?
– El circo trae ese ritual de espíritu lúdico, colorido. A veces pensaba “tengo una herramienta y la gente se abre para escucharte y ¿cuál es mi mensaje?” Pero como me decía un amigo de la vida el mensaje es ese momento, lo que uno hace, todo lo que pase en ese momento que es un ritual un estar en el presente, donde lo que importa es estar acá. Esta todo el mundo sin mirar el celular durante una hora, dejándose tocar por algo. Es simple y profundo a la vez.
Así, los organizadores invitan a visitantes y a todas las familias de la ciudad a participar de una nutrida agenda de espectáculos de alto nivel y gran calidad artística con entrada libre y a la gorra. Además, habrá espacios de talleres de formación y entretenimiento sobre las diversas líneas de trabajo dentro del lenguaje de espectáculos de circo-teatro: “Queremos hacerlo cada dos años y esperamos la próxima traer una carpa de circo y toda esa magia”, dice Valentín, aunque también recuerda que para hacer circo no hacen falta grandes cosas ni estructuras. “Mi comienzo fue con la ropa de mi viejo haciendo el ridículo en la plaza. Sin nada. Y es circo también, como era antiguamente, sucediendo en la feria del mercado. Por eso es una herramienta re poderosa, yo he actuado en un hotel cinco estrellas o en barrios difíciles de San Pablo, el payaso tiene esa magia y ese escudo.”
– ¿Qué esperas de estos días?
En mi es un llamado a hacerlo porque tiene que hacerse. A mí me abrieron este mundo y yo creo que puede inspirar a alguien, el circo hace bien, te mueve, te inspira. Me encantaría que salgan felices, que aprovechen. De alguna manera aprovechar la vida, porque es justamente un homenaje a alguien que partió, creo que ese sería un poco el mensaje del festival: un espíritu de presente.
Más Información y programación:
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Por Violeta Moraga
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen