Con una numerosa marcha culminó la 23 Semana por los Derechos. El regreso del hambre, la precarización en las áreas de infancia y la eliminación del Servicio Cívico de Patricia Bullrich parte de los reclamos denunciados en el documento.
Con una numerosa marcha llena de color y ritmo, las calles de céntricas se llenaron de pibes y pibas, de educadores y maestras que con las organizaciones sociales acompañan hace 23 años el sueño de que la Convención por los Derechos del Niño sean realidad y no letra muerta.
Este año la consigna que eligió el piberío para esta semana fue: “Que difícil está ser niño”
Esa dificultad se reflejó en un duro documento consensuado por las organizaciones y trabajadores y trabajadoras de las áreas de niñez del municipio y la provincia.
Luego de la lectura del documento el escenario fue ganado por bandas, juegos, payasos, murgas y el montaje de un espacio para la primera infancia sirvieron de marco para una jornada que como dijo el maestro brasilero Paulo Freire: se anima a denunciar y también a anunciar. Con ese espíritu los chicos del pueblo se adueñaron de las calles de Bariloche como hace 23 años. Y eso no pasó desapercibido.
Documento completo:
XXIII Semana de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes
“Está difícil ser niño o niña”
El lema de esta Semana por los Derechos, fue decidido por las niñas y niños con los que nos encontramos a diario.
Las organizaciones y operadores que trabajamos en los territorios realmente vemos que esta frase refleja lo que viven los pibes. La realidad de nuestro país y Latinoamérica condiciona sus vidas, sus posibilidades, su infancia.
Bariloche es la ciudad más poblada y con mayor índice de desigualdad de la provincia: 2.500 niños, niñas, adolescentes y abuelos tienen que almorzar, merendar o pasar a buscar una bolsa o plato de comida por alguno de los 40 comedores y merenderos que funcionan en la ciudad.
Las y los educadores de las escuelas públicas conviven con el hambre de alumnos que reclaman el pan antes de empezar la jornada escolar. El Vertedero de Bariloche ha vuelto a ser el lugar adonde buscar comida.
Las familias se alimentan mal, con comida de mala calidad y poca variedad. El hambre se da la mano con la obesidad infantil.
Nuestras niñas y niños crecen en ámbitos hacinados, con deficiente acceso a servicios. No hay caminos para acceder a la vivienda y las condiciones habitacionales se deterioraron.
No hay suficientes espacios de creación y recreación, lugares donde encontrarse con otros. La calle, la vereda termina siendo el lugar adonde pasan su tiempo los adolescentes. Pero de ese lugar también son expulsados.
La construcción social del “pibe peligroso”, limita la criminalidad al delito callejero. Asocia el delito callejero a la droga y la droga a los adolescentes de los barrios pobres. Apuntalada por los medios y usada (a veces) por la política, esta concepción discriminadora y antijurídica ha cobrado fuerza en la provincia con el repudiable fallo del Superior Tribunal de Justicia que habilita la detención sin causa legal de adolescentes bajo la excusa de intervenciones de resguardo o protección de las Fuerzas de Seguridad. Legitimando razias discriminatorias y donde los pibes pobres no pueden caminar tranquilos por el centro.
La propuesta del Estado, a 25 años del fin de la colimba, tras las torturas y homicidio del soldadito Omar Carrasco es poner en marcha el Servicio Civil, a cargo de la Gendarmería; en un contexto de país en el que el presente y el futuro son inasibles para siete millones y medio de chicas y chicos pobres.
Las fuerzas de seguridad matan. Rafael Nahuel fue asesinado por la espalda, Jorge Rolando Vera fue asesinado por la espalda, facundo Ferreira fue asesinado por la espalda. Los adolescentes son el objetivo contra el que abren fuego la policía, la Gendarmería, la Prefectura.
Esta es la dura realidad de la infancia y adolescencia argentina y barilochense empobrecida y excluida del actual modelo económico.
Frente a ese panorama, el trabajo diario se volvería difícil, alienante, amargo, si no fuera por las pibas y los pibes, que están ahí con su alegría, con sus ganas de jugar, con sus infancias y adolescencias ruidosas, movedizas, rebeldes y luminosas entre tanta oscuridad.
Por eso, una vez más, como cada año hace 23, vamos a seguir proponiendo medidas, diálogos y acciones:
-Proponemos que se definan de manera participativa y abierta políticas públicas consistentes, planificadas, pensadas para los territorios, con suficiente presupuesto.
-Exigimos acciones y definiciones políticas que acaben con la violencia de las Fuerzas de Seguridad contra los adolescentes. Las policías no son parte del sistema de protección, nadie puede sostener esto de buena fe cuando ha derramado tanta sangre, se han perdido tantas vidas.
– Pedimos y proponemos que el Estado ofrezca y construya opciones de vida, espacios de encuentro, lugares de aprendizaje, es decir políticas de prevención y promoción para la realización de los derechos de niñas, niños y adolescentes.
– Reclamamos respeto por los trabajadores estatales, el reconocimiento a su trayectoria por medios económicos e institucionales; definiciones de sus tareas con líneas de acción claras, discutidas y ajustadas a la realidad.
También reclamamos por el reconocimiento a los trabajadores de las organizaciones sociales, que forman parte del sistema de protección integral.
Por nuestras niñas, por nuestros niños que nos están diciendo que se les está haciendo difícil.
Por los adolescentes que cada día le buscan la vuelta a esta realidad hostil y discriminadora
Por Jorge, por Titi, por Atahualpa, Por Maxi, por Diego y Nino.
¡Por Rafael Nahuel!
¡Vamos a seguir peleando, ahora y siempre!
Redacción
Equipo de comunicación popular Colectivo al Margen