“Somos un equipo de mujeres trabajadoras que producimos y vendemos briquetas de fabricación artesanal y ecológica, destinadas al autoabastecimiento y a usuarios y usuarias que consumen leña y eligen una opción sustentable”. Así se autodefinen estas 12 mujeres que con mucho esfuerzo sostienen este emprendimiento en Bariloche. Desde Al Margen conversamos con ellas para conocer más.
Entrar al Comedor Mirta Diaz del Barrio Vivero y verlas laburar, a todas, con una complicidad única, inspira calidez de un hogar. Entrar en un lugar donde se respira compromiso, esfuerzo, dedicación, sororidad y risas hace comprender que lo que pasa ahí adentro es más que fabricar briquetas. Mucho más. Hasta se podría pensar que los encuentros de tres veces por semana que sostienen, en los cuales se forman, se ponen al día, se escuchan y se contienen las unas a las otras son casi tan importantes como la producción en sí.
Desde Al Margen nos parecía sumamente necesario destacar y dar a conocer este ejemplo de laburo cooperativo, sostenido por 12 mujeres, por ellas y para ellas. Mujeres de todas las edades, desde 21 hasta 50 años. Así es que nos acercamos un jueves, día de trabajo duro, y charlamos un buen rato.
Mientras algunas trapeaban el piso por el agua sobrante del proceso de producción, otras freían tortas fritas y armaban el mate. En otro lugarcito de este espacio que les han prestado, estaban las que prensaban las briquetas, último paso antes del secado. También estaban las encargadas de barnizar unas maderas que les habían donado para armar un nuevo sistema de prensado porque el actual es bastante precario.
Y acá es necesario hacer un paréntesis antes de continuar. ¿Qué es una briqueta? Es una leña ecológica a base de material reciclado como aserrín, papel, cartón que se aglomera con agua y luego se compacta. Ahora el paso a paso. Lo primero que ellas hacen es buscar en bolsas muy grandes el aserrín del aserradero municipal. Se las tuvieron que ingeniar para hacer los viajes, por eso crearon un carrito con ruedas de bicicleta para que les sea más fácil transportarlo. Actualmente tuvieron un problema con este sistema de traslado, pero eso no es impedimento para ellas: lo hacen a pie, a pesar de las lluvias y las heladas. Seguimos con el armado. El papel picado es colaboración de Fundación INVAP. La Escuela 310 les dio cartón como para alternar con ese papel.
Todo esto se pone en tachos, en partes iguales. Se agrega agua y se deja en remojo una semana. Luego, esa mezcla se pasa a un recipiente de 20 litros y se muele con taladros especialmente adaptados. Esa pasta se escurre una primera vez y se coloca en moldes. El siguiente paso es llevar esos moldes a la máquina prensadora, donde termina de escurrirse el sobrante de agua. El resultado final es un cilindro no muy grande que demora más o menos tres semanas en secarse. Una vez listo el producto, priorizan la distribución entre ellas para calefaccionarse porque viven en barrios donde el gas es uno de los grandes ausentes. Si hay sobrante, lo comercializan y así ganan unos pesos. Las venden a 100 $ las 20 unidades que tienen entre 6 y 8 cm de alto.
Los inicios
Hace un año y medio arrancaron en el aserradero del Barrio Vivero. No estuvieron mucho tiempo porque no había un lugar adecuado para producir. Entonces, se trasladaron al espacio actual en el mismo barrio que también tiene falencias, pero las sobrellevan. María, Carolina, Nelly y Belén fueron las primeras en juntarse. Julieta Linares, trabajadora del CAAT 8, les compartió la idea y prendió. La misma nace de una necesidad básica, bien básica en esta cruda Patagonia: la de calefaccionarse. Julieta empezó de cero, buscó en Internet de qué forma ayudar y apareció esto de las briquetas. Ya con la idea en puerta realizó la convocatoria abierta a vecinos y vecinas de los barrios Eva Perón, Arrayanes, entre otros.
“Vi el frío que pasaba la gente. Ese fue el disparador. Empecé a investigar y encontré las briquetas y los planos para hacerlas. Empecé a preguntar en los grupos con los cuales yo ya laburaba para saber si les interesaba, como un sondeo. De ahí nos juntamos a investigar, a probar, porque yo tampoco sabía mucho. Hubo un primer grupito que no se sostuvo porque pasábamos mucho frío en el lugar en el que nos juntábamos. Después hubo una segunda convocatoria con algunas ya trabajando, con algo más armado. Ahí se sumaron todas las que hoy están. Desde ahí le damos duro y parejo”, contó.
¿Por qué briquetas y no otro emprendimiento?, les preguntamos a las mujeres emprendedoras.
– Yo creo que surgió porque Juli vio que hay mucha demanda de leña en los barrios altos y no tenemos cómo conseguirla porque sale cara. Si querés salir a buscar ya no hay dónde. Nosotras producimos y nos llevamos a nuestras casas.
– Un metro de leña dura cuesta casi 2000 pesos. Conseguimos a 1400, 1200 pero es toda mezcla y porque es de un vecino que me conoce. La garrafa está en 450 pesos más o menos.
– La leña que nos dan del Plan Calor (municipal) llega la mayoría de las veces húmeda, mojada. A nosotros en el Arrayanes nos llegó así y encima verde. Muchas veces, lo que nos dan, hay que cortarlo con motosierra y si no tenés, hay que alquilarla o pedirle a algún vecino que cobra por el trabajo.
Sólo mujeres
Desde un principio, las que se acercaron fueron todas mujeres. Nunca fueron hombres. “Creo que esto fue así porque hay mucho machista. A mí, por ejemplo, cuando yo conté en el barrio la propuesta, me dijeron que esto era para las que están todo el día al cuete en la casa. Entonces, yo respondía que no era así, que era para la gente que quisiera iniciar un proyecto y el día de mañana tener una salida laboral”, contó una de las trabajadoras. Siguió: “Cuando vieron que el emprendimiento prendió, que nos hicieron notas en los medios, recién ahí reconocieron que la iniciativa estaba buena. Antes no daban ni 5 centavos, me decían que iba a perder el tiempo”.
Otra de ellas agregó: “Para mí no vinieron hombres porque no había sueldo. Si las mujeres tenemos la posibilidad de ir a hacer un taller gratuito, vamos y lo hacemos. El hombre está más pendiente del dinero ya, dinero ahora”. Se acercó una más a la charla y dijo: “nosotras vimos una oportunidad acá. Las mujeres somos así, vemos una pequeña oportunidad y vamos ahí. Ahora ya tenemos objetivos más grandes”.
Otra chance de calefacción
“Lo bueno que tiene nuestro producto es que cuando ya está terminado, está absolutamente seco y es muy eficiente. No pesa nada. Es un suplemento a la leña, sirve para empezar el fuego y mantenerlo. Es fácil de transportar y encender”, comentan. Algo sumamente importante si tenemos en cuenta que en lo que va de este año, es que son varias las casas que se incendiaron ya sea por conexiones precarias a los servicios o porque en el intento de buscar formas de calefacción se recurre mayormente a la nafta para iniciar el fuego.
En cuanto al sostén de la iniciativa, vale decir que cuentan con apoyo de algunas instituciones y entidades. Fundación INVAP además de colaborar en la materia prima, les dio una mano en la parte técnica de la fabricación de las briquetas. La Escuela Nehuen Peuman también las ayudó con las prensas de madera que actualmente utilizan. Pero es solamente eso, apoyo. Porque todo lo que hacen es a fuerza de pulmón. Son ellas quienes se mueven para conseguir donaciones y para volver a empezar cuando sufren algún que otro robo.
Proyecto colectivo
Están organizadas. Nada de improvisación. A raíz de un conflicto interno, recurrieron a la Defensoría del Pueblo para mediar. Luego de varias reuniones con personal de esta institución y del municipio, elaboraron un reglamento de trabajo donde están detallados los roles, las tareas y las funciones asignadas. “Para que sea justo y para no tener problema con ninguna”, dicen. Anotan todo: asistencia, justificación de inasistencia, horarios de entrada y de salida, feriados, cuántas briquetas produjo y se llevó cada una, entre otros.
“Todas tenemos diferentes pensamientos, diferentes crianzas y lo bueno de esto es que aprendemos a convivir en grupo. A comunicarnos, a cómo decir las cosas, a entender a la compañera. Avanzamos un montón como equipo de trabajo. De algo que empezó como malo, se transformó en algo muy bueno”, reflexionaron. “Tenemos un equipo de trabajo re cálido. Vos venís acá a la mañana y son puras risas. Nos tomamos unos mates mientras trabajamos. Te vas con esa sensación de: ¡qué buen proyecto el que formamos!”, opina una de ellas.
Lo urgente
¿Qué están necesitando en este momento?, preguntamos. Un espacio propio, no dudan en responder casi al unísono. Actualmente, están bastante paradas, ya sea para abastecimiento interno como para comercialización, porque no tienen lugar adecuado para el secado de las briquetas y donde están ahora, tardan mucho. Sí se aseguran, que todas puedan llevarse a sus hogares la cantidad que necesiten, dos veces al mes. Pero para que el emprendimiento rinda, necesitan un nuevo lugar.
En abril de este año, el Intendente Gennuso les prometió una ampliación al lado de donde funcionan. Un galpón adaptado a sus necesidades. “Hasta ahora nos vienen bicicleteando. Nos pidieron los planos y los presentamos. Después nos dijeron que habían pedido los materiales pero que los proveedores no les están entregando. Pasaron ya dos meses de esta última conversación. O sea que, hasta ahora nada”, se lamenta una de las trabajadoras, porque ellas “apuntan a producir a gran escala para poder llegar a más hogares ya que es un producto que es muy accesible”.
Quieren trabajar más días para producir mayor cantidad. De hecho, se han puesto en contacto con otros emprendimientos similares de la región para tejer redes. Por ejemplo, en Trelew existe un grupo que trabaja con prensas más grandes que las de ellas y que requieren menos esfuerzo físico, idea que surgió de una Ingeniera Ambiental de allá. Entonces están programando una capacitación con esta profesional para replicar esa herramienta de trabajo en Bariloche. Otro tema en el que están abocadas tiene que ver con crear un proyecto que destine una parte del presupuesto del Plan Calor a la generación de este tipo de calefacción, tal como sucede en Chubut y en Neuquén.
A pesar de todos los avatares cotidianos mantienen esas ganas de trabajar en equipo y seguir apostando por este proyecto. Saben que ese es el camino. “Hemos avanzado mucho. Todavía falta, pero de a poco vamos. Estamos muy orgullosas de ser mujeres y trabajar en esto”, concluyen.
Contacto: WhatsApp al 294 453-8865.
Facebook: briquetas patagónicas
Por Luciana Avilés
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen