Al Margen dialogó con Víctor Vacaflores Pereira, ex director general de Empleo del Ministerio de Trabajo de Bolivia, sobre las elecciones que este domingo podrían arrojar al MAS, por primera vez, a un escenario de ballotage.
Este domingo Bolivia elige presidente y Evo Morales podría ser reelegido en el cargo por cuarta vez consecutiva desde su asunción al gobierno en 2006, aunque también existe cierta posibilidad de que, por primera vez, concurra a un ballotage, enfrentando a Carlos Mesa.
La elección es clave para la región, en especial para los proyectos progresistas que buscan cobijarse en un marco de alianza. La pujante economía boliviana los alumbra como un faro, con tasas de crecimiento superiores al 4% desde 2010 y una transformación radical en los cambios de vida de la población a partir de la nacionalización de los resortes estratégicos de su economía.
Evo Morales culmina la campaña con incendios en la región de la Chiquitanía, que se han devorado más de 5 millones de hectáreas e instalado en los medios con adversidad hacia el gobierno. Hubo reacciones de sectores medios ambientalistas y también fuertes críticas de los movimientos campesinos al avance de la sojización.
De todo esto hablamos con Víctor Vacaflores Pereira, ex director general de Empleo del Ministerio de Trabajo bajo el gobierno de Evo Morales. Podrán leer que el dirigente, miembro del Movimiento Guevarista Boliviano, organización que integra el oficialista MAS (Movimiento Al Socialismo), tiene una visión crítica que nos permite analizar el proceso y sus límites, la profundización y una eventual renovación.
– ¿Qué se pone en juego en estas elecciones?
-La derecha ha comenzado a recomponerse en dos fracciones: por un lado, sectores de la clase media conservadora, reaccionaria y acomodada alrededor del ex vicepresidente de Sánchez de Lozada (Carlos Mesa, que también fue presidente), quien acribilló a más de 70 personas en la ciudad del Alto en 2003. Este sector logra reunir a disconformes de izquierda y el MAS. Y por otro lado, hay sectores vanguardizados del oriente boliviano, de Santa Cruz, nítidamente de derecha recalcitrante, agresivos, con rasgos fascistas, empresarios conservadores que siguen pensando que Santa Cruz puede ser otro país.
– ¿Cuál es el argumento de esos sectores medios que votarán contra Evo?
-Hay sectores de la clase media que no han recibido beneficios de los procesos de cambio. Y personajes que fueron miembros del gobierno, conversos por distintas razones. Evo no ha hecho nada, dicen. Creo que hay un trabajo sistemático de los medios de comunicación privados que machucan como la gota que horada la piedra.
– ¿Cómo habría que definir el proceso político en Bolivia?
-Es un proceso revolucionario, en cuanto que ha logrado transformaciones hasta la raíz del Estado. Se ha desplazado a una burocracia de derecha, sustituida por sectores populares, sindicales, indígenas y campesinos. No es un gobierno que ha hecho unas cuantas obras más, sino cambios profundos que en la izquierda denominamos proceso de liberación nacional
– ¿Cuáles son los límites?
-Están marcados por los conductores ideológicos del proceso, y tienen que ver con los límites del socialismo comunitario que el propio Evo Morales definió como estrategia. El proceso no cuenta con un elemento histórico de las transformaciones: un partido estructurado que profundice en lo ideológico, en lo político, en lo administrativo.
– ¿Por qué el MAS no quiso o no pudo instalar otro candidato?
-Porque Evo Morales en esta coyuntura es imprescindible. Junta, reúne, cohesiona, articula al movimiento social. Por supuesto que hay otros líderes en el MAS, pero Evo Morales, en este momento de crisis de las ideas progresistas, revolucionarias en América, de efectos positivos del neoliberalismo en la cultura, en el desarme ideológico y político, es imprescindible para el movimiento social y revolucionario boliviano. Es una necesidad política, creo yo que no es una línea del futuro.
– ¿Hacia dónde va Bolivia?
-Al socialismo comunitario, aunque en duda en cuanto a que no se ha depurado el discurso democratista hacia el interior del MAS. El intentar construir un país para todos niega un elemento fáctico que es la lucha de clases, de intereses. Creo que también depende de las condiciones colectivas de América latina, de cómo los sectores progresistas, revolucionarios, trabajadores, movimientos sociales, enfrenten al imperialismo en esta etapa de sus crisis.
Por Pablo Bassi
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen