Hablamos con Maximiliano Altieri, presidente de la Biblioteca Popular Aime Paine, sobre la ordenanza para apoyar y financiar a las Bibliotecas Populares de Bariloche: después de cuatro años desde que se presentara el proyecto, finalmente comienzan a tramitarse en estos días las primeras órdenes de pago que serán de enorme ayuda para estos espacios fundamentales para la comunidad.
“Hace unos cuatro años le acerqué la propuesta original al concejal Daniel Natapof. Es una idea que extrajimos de una ordenanza que hay en Villa La Angostura, donde existe la figura del donante presunto para las bibliotecas. Esto significa que todos los contribuyentes son donantes por defecto de un porcentaje muy pequeño que va para las bibliotecas, salvo que vayan y digan no quiero donar”, explica Altieri sobre los orígenes que dieron lugar a la ordenanza 2966-CM-18 que emuló en Bariloche aquella ayuda.
El proyecto se aprobó el año pasado luego de muchas idas y vueltas y mantiene un formato parecido al de la ciudad vecina, donde aquel que no diga lo contrario es donante para las bibliotecas populares. “Lo que tiene de innovador la ordenanza fue crear un sistema de puntajes donde, de acuerdo a distintas condiciones, se le da mayor o menor dinero a los establecimientos que tramiten esta ayuda”.
Así, se considera la mayor o menor vulnerabilidad de acuerdo a si el edificio es propio, si tienen personalidad jurídica o no, la cantidad de socios que participan, entre otros ejes que sirven a la evaluación de todo su estado actual. En base a eso se le da un porcentaje de esa suma estipulada. “Las bibliotecas más vulnerables recibirán más fondos que las bibliotecas mas fortalecidas, primando un criterio de solidaridad”, dice Altieri.
– ¿Cuál es la situación que atraviesan hoy las bibliotecas populares?
– Esos espacios tienen dos importantes líneas de ayuda: una del Estado Nacional y otra del Estado provincial que tiene una ley específica que habla de las bibliotecas populares. En el primer caso hay un subsidio madre para aquellas que tramitan la ayuda, un trámite que es bastante complejo porque hay que tener una asociación, estar al día con las autoridades, etc. Finalmente es la CONALEP el órgano rector que da estos subsidios de gastos corrientes. La dificultad es que esa ayuda en el año 2015 fue de 62 mil pesos y en el año 2018 fue de 68 mil, con lo cual tuvo un ajuste mínimo considerando la inflación de más del 200% de estos años. Eso ha sido como una quita de cooperación que nos pone en una situación de mucha fragilidad. Por otro lado, la provincia que tiene que colaborar con el personal no lo está haciendo. En nuestro caso llevamos más de 6 años sin la bibliotecaria provincial y la que tenemos la cubrimos con magras cuentas para que tenga un sueldo.
– ¿Qué rol ocupan hoy en la comunidad estos espacios?
– Las bibliotecas populares han dejado de ser un reservorio de libros para ser centros culturales donde suceden muchas cosas. Allí muchos chicos del barrio pueden tener acceso a internet, hay talleres, club de cine, actividades para ciertos eventos, cosas que hacen que hayan dejado de ser un lugar pura y exclusivamente dedicados a los libros para ser lugares de encuentro, donde trascurren acontecimientos y se encuentran los vecinos.
Por Violeta Moraga
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen