Raly Barrionuevo regó Bariloche con canciones de libertad y esperanza. El músico de Frías, se presentó anoche ante un Gimnasio Maria Auxiliadora colmado. Las chacareras, los gatos y las zambas se colaron entre los pasillos para que los presentes terminaran con los pañuelos al aire. La generosidad del folclorista redimió a artistas locales, artesanos y a las Bibliotecas Populares Carilafquen y Aimé Painé.
Empieza rasgando la guitarra, lo siguen los palillos en el aro del bombo, enseguida la multitud con las palmas. No demoró nada el público en transformar el menor espacio vacío en una pista de baile, digna de peña de Santiago del Estero. Un gaucho de boina blanca mueve su pañuelo frente a una hippie de los Coihues. Un cheto de los kilómetros intenta sacarle sonido al zapateo de sus New Balance. Una pareja de veteranos de peñas demuestran su experiencia cultivada en gatos y truncas. La canción popular invadió Bariloche y se formaron centenares de parejas, improvisando zarandeos y zapateos, renaciendo amores, cultivando nuevos, con los corazones cantándole a la libertad y a la rebelión. Todos embelesados en la voz de Raly Barrionuevo.
La noche había empezado con ansiedad temprana. Desde las 9 de la noche ya se habían colmado las sillas de madera dispuestas en el gimnasio en un orden que no gozaría mayor perpetuidad. Enseguida se formaron colas en sendos puestos de las bibliotecas populares Carilafquen y Aimé Painé. Con generosidad se les había brindado espacio para que se encarguen del buffet infaltable en una fiesta del estilo y los réditos les servirán para que puedan continuar con sus actividades por un buen tiempo. También tuvieron lugar los artesanos de la feria local. Cuando el Estado se retira del apoyo a la cultura este tipo de gestos tiene un valor incalculable.
Rompió el silencio del escenario la ancestral voz de Anahí Mariluan y sus canciones en mapudungún. La siguió Jesús Lebed y su grupo de folclore local. Por último el ballet de danzas andinas Tusuy Sonco delimitó con color cual sería la pista principal para el baile y la fiesta.
A eso de las 11 de la noche subió solo Barrionuevo. Con su guitarra templó canciones para después hacerlas explotar con su tremenda banda. Cuando el colmado gimnasio necesito una birrita o un vino para bajar los latidos del corazón se dedicó a las zambas o a sus canciones más melódicas. Hizo bien para después terminar mejor. Después de dos horas de recital volvió a las chacareras, las que queríamos todos, las que nos hicieron encontrarnos, mirarnos a los ojos y bailar. Eso fue lo mejor del recital de Raly. No fue un recital para ir a verlo a él. Fue un recital para que, en estos tiempos de crisis y frustración, él nos cante canciones que nos haga encontrarnos en los ojos del otro con libertad y esperanza.
Por Ramiro Sáenz
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen