La Fe popular es un terreno de disputa difícil de abordar desde las estructuras políticas tradicionales pero la campaña presidencial argentina parece debatirse menos en las ideologías y más en cuestiones de la salvación de las almas.
Por su parte la iglesia católica y la evangélica se unen para presionar ante el avance de derechos como el matrimonio igualitario y el aborto legal pero se disputan lugares como intermediarios de las políticas sociales, ante un Estado que tiene dificultades de llegar a los excluidos, con una realidad social cada vez más angustiante. Presentamos algunas puntas de debates que se deberán seguir dando en Argentina en los próximos años.
La campaña es una cruzada.
Hay una tendencia desde el mundo progresista de subestimar y ningunear los alcances de los distintos pastores en la sensibilidad de los sectores populares, enjuiciándolos con valores e ideología de clase media. Nos horrorizamos cuando la derecha utiliza métodos similares en campaña, pero entendemos que allí hay un terreno que denostamos pero en el que no sabemos competir. El de la Fe.
La derecha siempre lo hizo brutalmente. El Momo Venegas le puso de nombre FE al partido político que creó para su vertiente peronista dentro del Macrismo. Lo hizo el propio Mauricio en su campaña de esperanza y globos del 2015, lo hizo Menem despuntando su perfil mesiánico con el “síganme, no los voy a defraudar”.
Este año se presenta una campaña compleja. El gobierno de cambiemos, corre el eje del debate. De lo ideológico, de sopesar sistemas, de qué tipo de país, que tipo de modelo económico y qué tipo de Estado queremos se pasa a creer o no creer, donde todo es más visceral. Marcos Peña lo tiene muy en claro. Después de la última derrota en Rio Negro, el Jefe de Gabinete proyectó para la campaña nacional “Más que una batalla por el bolsillo, va a ser una batalla por el alma de la Argentina”. Una batalla por la salvación de las almas es lo que impulsa las acciones terroristas del Estado Islámico, por ejemplo. Es donde hicieron anclaje demasiados autoritarismos asesinos de lo diferente en la historia de la humanidad. Pero es innegable su efectividad al momento de votar con las tripas y no con la razón.
Bolsonaro Redentor.
La victoria de Bolsonaro, acompañado por el gran aparato de las iglesias evangélicas de Brasil fue impactante por girar en estos términos. Los medios y políticos argentinos se asustaron con la muestra del poder pentecostal en la política partidaria. Marcos Carbonelli es Doctor en Ciencias Sociales y estudia estos temas:
“Fue muy impactante lo que pasó con Bolsonaro pero en verdad no es de ahora, no es de los últimos meses o años. Las iglesias evangélicas en Brasil tienen presencia en la política casi desde la década del 80” para acá. Si uno repasa la historia, José Alencar, que fue vicepresidente de Lula, también viene del mundo evangélico. Esta presencia evangélica en la política brasilera, tanto en el desarrollo de políticas públicas, como en la trama partidaria tiene sus buenos años. Tiene que ver con su crecimiento a nivel demográfico, también a nivel territorial, al laburo social que hacen por ejemplo en las favelas. Allí las iglesias logran armar unos circuitos de pacificación de la tensión social en las favelas ante las redes de narcotráficos que las fuerzas armadas no logran desarmar.”
“La gran diferencia está en cómo funciona el sistema político de Brasil y cómo funciona en Argentina. El sistema político brasilero es mucho más federal. Casi no tiene partidos nacionales. Es como una liga de organizaciones que se van coaligando y armando la política a nivel nacional. Tampoco tiene identidades políticas tan longevas. Más allá de todas sus crisis, el peronismo es una identidad política argentina fuerte de más de 70 años. Es difícil encontrar un paralelo en el mundo político brasilero. Está el PT pero es una identidad política relativamente reciente.”
“Asimismo las iglesias funcionan casi como partidos paralelos. Son capaces a nivel organizacional de poder formar un candidato, entrenarlo, conducir su campaña e incluso acompañarlo en su gestión política. Por eso se arman las famosas bancadas evangélicas. Son pastores o líderes que vienen de distintas iglesias y que actúan frente a algunos temas, en algunos debates, de manera coordinada. Por último en Brasil, y no en Argentina, es posible que funcione como slogan de campaña “el hermano vota a hermano”. Un hermano de la fe que tiene que debe votar a otro hermano de la fe.
En el imaginario de muchos pastores argentinos Brasil es como un espejo. Todo el tiempo se miden y desean obtener ese poder. No solo por el poder mismo, sino por la idea de que acceder a lugares de poder para defender un orden social que debe ser conservado, inmaculado, intangible. Todo el tiempo les tracciona el deseo de replicar ese modelo.”
El año pasado, ni bien el militar fue elegido presidente del Brasil, el diputado salteño Alfredo Olmedo quiso emularlo. En un rápido movimiento logró el apoyo a su candidatura de varios pastores evangélicos. La imagen se parecía más a lo que encontramos en el cable después de la 1 AM que a un noticiero. Olmedo al medio con los ojos cerrados encontrándose con la bendición de no menos de 10 pastores que le apoyaban sus manos en el pecho, en el corazón, en la cabeza. En medio de alabanzas lo encomendaban a Dios para que por su intermedio se asegurara el orden de la familia heterosexual, se garantizara la no legalización del aborto, y otras reivindicaciones del estilo. Y aquí, el milagro. Ni bien termina la bendición el escenario se cae. Tan rápido se cae, como se cayó la candidatura del diputado, y las expectativas políticas partidarias de esos pastores.
“Se terminó desvaneciendo” dice Carbonelli “Es como un signo de debilidad. Colgarse de la figurita del momento para a partir de ahí revindicar algo. Olmedo fue muy sintomático de esto. Es signo de la inexperiencia. Apelan a un imaginario en torno del voto evangélico que no existe. Es más como una quimera, un deseo o un fantasma que algo fáctico. Tiene que ver con la pregnancia de las identidades políticas argentinas. Rara vez en la Argentina alguien ingresa al cuarto oscuro y decide pensando en su religión.”
La crisis neoliberal se escala en cantidad de comedores.
Los curas de Opción por los Pobres, el movimiento que centraliza a los curas villeros, tienen la voz apagada en la maquinaria de medios oficial. Para hacerse escuchar, entonces, se ponen más picantes.
– ¿Cómo está el barrio?, preguntamos.
-En este momento en el barrio hay varias cosas que van juntas pero son todas consecuencias del modelo neoliberal. Por ejemplo, cuando yo llegué al barrio había un comedor chico y ahora hay cuatro comedores, además de algunas casas que hacen copa de leche o alguna que hace de comedor los fines de semana cuando los chicos no van a comer a la escuela.
Así mismo la violencia policial es un tema muy importante porque hay una presencia que siempre termina estigmatizando al pobre. La falta de trabajo es un tema sumamente importante y esto repercute también en temas que tienen que ver con la violencia. Entonces también hay aumento de violencia familiar, aumento de robos, de lo que se llama vulgarmente inseguridad. Porque no es impensable que un tipo que no tenga con qué darle de comer a su hijo robe, le arrebate la cartera a alguien para poder comer. No es lo que hace el pobre en general, por eso digo que no es insensato pensar que alguno lo hace. Porque sino la idea es que los pobres son los chorros, y eso no lo aceptaría de ningún punto. Creo que si hay una escuela de chorros en la Argentina está en Balcarce 50.
El que responde aludiendo a la Casa Rosada a lengua pelada es Eduardo de la Serna, Cura en Opción por los Pobres, de la zona de Quilmes. Vino a Bariloche en el marco del evento organizado por la Fundación Gente Nueva, por el quinto aniversario de la muerte del “Negro” Juvenal Currulef, uno de sus fundadores. Otro que vino al Barrio Virgen Misionera fue el sacerdote Francisco “Paco” Oliveira, compañero del movimiento.
“Lo voy a decir con la frase de un gran obispo brasilero Hélder Câmara, que fue uno de los impulsores de la teología de la liberación en América Latina, que decía, “Si doy pan a un pobre me llaman santo, si pregunto por qué no tienen pan, me llaman comunista”. Para mí eso refleja cómo tenemos que trabajar. Por una parte tenemos que dar el pan. Hoy nuestros pibes pasan hambre. Tenemos que armar los comedores. Pero tenemos que preguntarnos porqué antes nuestros pibes comían en sus casas y hoy necesitan venir al comedor. Porque sino estamos atacando solo las consecuencias de este sistema que genera cada día más pobres. Creo que es así e implica generar conciencia.
Hace poco Paco cobró notoriedad por increpar a la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti en la beatificación del Obispo Angelelli. Mirándola a los ojos le entregó una cinta de luto y le dijo: “A Angelelli lo mataron por ponerse en contra de políticas similares a las de su gobierno. Usted no debería estar acá”. Otro cura sin indirectas.
Votar a Macri es pecado.
Lo había escuchado a Paco decir lo mismo, pero cuando lo dice de la Serna, me doy cuenta que estos pastores decidieron militar abiertamente en contra del neoliberalismo:
“Me guío con un criterio de política. Monseñor Romero decía pecado es lo que da muerte al hijo de Dios. El Papa Francisco dijo, este modelo económico mata. Es evidente que el modelo económico que estamos teniendo mata. Por lo tanto votar a Macri, o a sus cómplices, es pecado. Punto. Votar a Macri es pecado. Punto. Es una cosa de dos más dos es cuatro. Elemental. No estoy haciendo campaña para nadie con eso. Estoy diciendo que a este modelo no se lo puede votar”
Juan Ángel Dieuzeide, histórico sacerdote de la teología de liberación, compañero de Mujica, uno de los fundadores del grupo Encuentro nos dice: “La fe tiene que ser militante. Porque la fe es una cosa que te compromete y te compromete hasta los tuétanos. Yo creo fuertemente en la militancia y en la militancia política.”
La militancia de estos curas – preocupados por saber por qué el pobre no come en Bariloche – dio por fruto dos de la ONG’s más importantes en cuestiones de educación y jóvenes de la ciudad: El Grupo Encuentro y Gente Nueva. Cada una con su trayectoria, sin abandonar los principios que impregnaron estos sacerdotes en su fundación.
Paz, Pan y Trabajo.
Ex Ruta 40, entrando al Alto Barilochense desde el centro. En trecientos metros cuento 5 iglesias no católicas, un centro de prevención de adicciones, la sala de ensayo comunitaria, un mayorista que va al tuétano de la urgencia: Mr. Barato. En la iglesia de al lado una mujer sube al púlpito. Ante sí tiene una banda musical compuesta por unos 15 músicos. Niñas con mandolinas, un adolescente en el teclado, un señor de mediana edad en la guitarra, batería, bajo. Detrás de ellos familias, ocupando un amplio porcentaje de los bancos de la iglesia vestida de bordó, verde agua y oro. Cada uno con la palma de la mano abierta apuntando hacia delante. La mujer, vestida de formal negro, quiere agradecer a Dios, hace una semana sucedió el milagro.
Cuenta que una noche de la semana pasada, antes de cenar, toda la familia rezó. Estaban muy preocupados porque el Padre de la familia, que hasta hace poco sostenía un trabajo muy decente, se había quedado desempleado porque la empresa donde se desempeñaba cerró por la crisis. Se acaban los ahorros y la economía argentina los está ahogando. Tienen tres hijos, dos adolescentes y una niña de 3 años. Todos presentes mientras la madre contaba esto a sus pares. Esa noche esta niña más pequeña supo cristalizar en su oración el sentimiento de toda la familia. “Pido porque mi papá tenga trabajo” dicen que dijo. Fueron a dormir. A la mañana siguiente la niña se despertó jugando en la cama de los padres. Suena la puerta. Tres ex compañeros de trabajo del padre venían a buscarlo. Se abría una nueva oportunidad y era indispensable que él los acompañe. Hoy nuevamente tiene trabajo. De golpe otra persona, en otro micrófono, comienza a decir ¡Alabado sea Dios! ¡Alabado Sea! y cada uno de los allí presentes, con una mano sobre los ojos y la otra todavía en alto comienzan a agradecer. Algunos a los gritos, otros en murmullos repetidos. Alguien que llora. De pronto música. Todo se detiene para escuchar la palabra cantada. Hasta el que lloraba dejó de hacerlo y ahora entona. “Los mejores músicos en Bariloche son los evangélicos, me dice un amigo”.
Nos despedimos del pastor Luis Higuera en la puerta de la iglesia. Hace 30 ó 40 años que ocupa ese rol, pero recién ahora lo hace en plenitud. Se jubiló hace unos meses. Durante décadas fue maestro heladero de la chocolatería Tante Frida e intenta transmitir su ejemplo de trabajo y sacrificio al rebaño.
– ¿Ves estos autos? – delante de la iglesia hay tres hileras de camionetas, autos nuevos y algunos también humildes-. Esto llega por la gloria de Dios. Llega por que vienen a la iglesia.
El Pastor Higuera me mira orgulloso. Por dentro pienso que en algo tiene razón.
“En el pensamiento pentecostal, que corresponde a las iglesias evangélicas que más han germinado en la Argentina, hay una cosmología holista. Ellos no entienden que la restauración o la salvación es solamente espiritual y se da en una segunda dimensión supraterrenal. No, ellos entienden que ya hay signos de la redención en la materialidad. Entonces, conseguir trabajo, restaurar la familia, abandonar un vicio, son todos signos de la presencia divina. Y son cambios profundamente materiales y hacen mella profundamente en la materialidad de esas vidas. Al mismo tiempo que tienen este costado conservador y esa mirada dura con las nociones distintas de familia y demás, son Iglesias que tienen una gran sensibilidad social y que entienden que la condición social no está divorciada de la condición espiritual, entienden de manera integrada justamente restauración espiritual y restauración material en las personas. Es el centro de la teología asistente que practican y por eso ese énfasis en comedores, merenderos, talleres de oficios, granjas para chicos con problemas de drogas, etc, etc.” dice Marcos Carbonelli.
La iglesia católica por su ortodoxia, plástica pero dura, encuentra límites en las construcciones de lo popular. Es conocida una anécdota en la que hasta el Papa Francisco, en sus épocas de Obispo, ante la contrariedad que padecía un amigo cura villero que se había enamorado de una compañera y quería casarse, le ofrece la posibilidad de que se haga pastor evangélico. Así podía sincerar su relación amorosa y no abandonaba su trabajo con los pobres.
“Yo creo que la fe es un espacio maravilloso de resistencia para la gente. A veces uno puede decir que esta fe no es buena, es un poco supersticiosa, pero eso le permite vivir. En este momento donde todo invita a que muera, que el tipo en su fe encuentre un espacio para vivir, para sobrevivir, aunque sea gritando aleluyas por acá, aunque sea levantando las manos y desmayándose, aunque sea siendo solidario trabajando y cooperando en un espacio de apoyo escolar, en un comedor, en la catequesis, en la evangelización popular, en lo que fuere: eso es sin ninguna dudas un espacio de resistencia para la gente y me parece que es maravilloso. Eso vale para la fe cuando es popular, la fe intelectual va por otro lado” – dice al respecto el cura Eduardo de la Serna.
El Padre Paco tiene una mirada distinta: “Cuando vivís todos los días situaciones de mucha angustia y mucha desesperación, cuando te dan un mensaje de “Dios va a transformar tu vida”, ese encuentro termina siendo un bálsamo. Lo que pasa es que también termina siendo una droga, es pasajero, después tu vida sigue igual. A veces te podés fanatizar, encerrarte en vos mismo, o en tu grupito y no querer trabajar con el que piensa distinto. El aumento de las iglesias evangélicas tiene que ver con esto, con un espacio en donde por lo menos me siento bien. Yo creo que igual uno tiene que predicar el evangelio de Jesús. No hay otro. Y el evangelio de Jesús es “he venido a dar la buena noticia a los pobres” y la única buena noticia para un pobre es dejar de serlo. La única buena noticia si paso hambre es que alguien me traiga algo de comer.”
Competencia fiel.
El catolicismo y el mundo evangélico compiten. Compiten en el territorio, en los barrios, desde los templos por la feligresía. La salen a buscar, creyendo que en cada hermano que se crucen es oportunidad para una nueva salvación.
“Activamos a los hermanos para ayudar a la gente que tiene necesidad. No esperamos que ellos vengan a nuestra iglesia. Ayudamos especialmente a los changuitos, que no los mira nadie. Y Cristo murió por ellos. Nadie los saluda, nosotros lo saludamos. Vamos con una tasa de café, o una sopa de pilla, un sanguche” nos cuenta un pastor del barrio El Frutillar.
El Dr. Marcos Carbonelli piensa: “Sin que esto – la competencia – deje de ocurrir, en el debate público, sobre todo en temas de moral sexual, aborto, el matrimonio igualitario, la ley de educación sexual, etc; las jerarquías de estas Iglesias pueden actuar coaligadas. Las alianzas se reordenan y construyen un enemigo común que es la ideología de género, lo que en su momento llamaron el lobby gay, etc. Consideran que ese enemigo es aún peor y más dañino que el competidor dentro del mercado religioso. Y eso lo tienen claro la jerarquía católica y alguna jerarquía evangélica.”
Aun así, cuando la iglesia católica vio amenazada su hegemonía religiosa con el intempestivo avance de la iglesia evangélica, en algún sector del progresismo que no entendía bien que estaba sucediendo, comenzó a circular el rumor de que la Iglesia Evangélica era fomentada por Estados Unidos, y, por la CIA, uno de los actores preferidos de las películas conspiranoicas.
“Ese discurso circula muchísimo – dice Marcos Carbonelli. Es el discurso que circuló en los 80” cuando estas iglesias crecían y había como una idea de asociar identidad católica con identidad nacional y aparecía la creencia evangélica como invasora. Como algo inyectado en la comunidad, con creencias foráneas, lavados de cerebro y demás. Lo que si es verdad es que el crecimiento evangélico coincidió con la retirada o el paréntesis de teología de la liberación en América Latina. Entonces era muy fácil decir que Estados Unidos mandó a las iglesias evangélicas para dar el tiro de gracia o para matar o contrarrestar a la teología de la liberación que era un foco marxista o liberacionista. Y en verdad lo que se dio es que tuvo poca pergenancia el discurso de la teoría de la liberación en los sectores populares. Fue un discurso muy sofisticado, por su relación fuerte con el marxismo y por esa combinación, pero, diciéndolo de manera ramplona, los pobres terminaron eligiendo otro tipo teología. Una teología más llana más conectada con su propia espiritualidad popular. Hubo poco enganche de esa teología liberacionista con una parte de los sectores populares. Lo que no quiere decir que no haya presencia católica en los sectores populares, pero es una teología más a mitad de camino entre la teología de la liberación y otras formas teológicas.”
Datos
La Patagonia fue de los últimos lugares donde el catolicismo hizo pie, sin dejar de lado las armas como primera aproximación al evangelio. Las distintas organizaciones mapuches de la región nos recuerdan que estos territorios fueron puestos en el universo político colonial, preparados para la invasión, por la propia iniciativa de la iglesia católica y su violenta empresa evangelizadora. Dos lagos de la región llevan los nombres de dos de aquellos frailes: Mascardi y Guillelmo. Llegaron armados hasta las costas del Nahuel Huapi, atraídos por el afán evangelizador, perdidos en la leyenda de la ciudad de los césares, llena de oro y plata. Fueron quienes les adelantaron a los pueblos originarios los objetivos de la colonia. Las cicatrices aún duelen.
Quizás ello explique el por qué es en el sur del país donde la iglesia católica tiene menor pregnancia. Según datos de una encuesta realizada en 2008 sobre creencias y actitudes religiosas de la Argentina, organizada por el instituto CEIL PIETTE, dependiente del Conicet, en la Patagonia solo un 61,5% de las personas se declaran católicos. El dato cobra notoriedad si se lo enfrenta al más del 90% que se declara católico en el noroeste del país. Asimismo, el Sur es el territorio a nivel nacional donde mayor porcentaje de los encuestados se declara evangélico: el 21%.
Los datos a nivel nacional deberían causar alarma a las autoridades eclesiásticas. La encuesta latinobarómetro de 2018 dice que en Argentina el 66% de las personas se considera católico, el 10% evangélico en su gran abanico y el 21% se considera ateo o agnóstico, o no le interesa la religión. Lo que llama la atención es que los católicos en 1995 alcanzaban el 87% de la muestra, lo que implica una caída de 22 puntos para esta iglesia en 23 años. Cuando se pregunta por si se consideran practicantes, o muy practicantes, el porcentaje es aún menor: se reduce al 30%. Una desventaja en relación a la iglesia evangélica donde más del 60% asiste a misa regularmente.
Se expone así la escisión entre las jerarquías de la iglesia y las personas en general. Natalia Fernández es Socióloga y estudia dos organizaciones de jóvenes con fuerte raigambre dentro de la iglesia: Acción Católica y Scouts. Sus estudios pueden echar algo de luz sobre lo que motiva la apostasía.
“Lo interesante es cómo cuestiones que hacen al debate público como el aborto, la homosexualidad o el matrimonio igualitario son temas que los interpelan a las juventudes y cómo los jóvenes van tomando partido dentro de estas instituciones que pueden ser consideradas de derecha de forma simplista. Cuando uno ingresa dentro de la institución no es tan homogénea, porque hay jóvenes que les interesa coordinar grupos, les interesa transmitir la fe católica, pero por otro lado en sus prácticas personales no pueden blanquear que, por ejemplo, hay un coordinador que es homosexual. No lo blanquean, porque si lo hacen lo echan. Entonces eso queda en una dimensión oculta. Los jóvenes tienen que combinar la fe con lo que las jerarquías dicen que se puede o no se puede hacer. Al interior de las instituciones es bastante complejo lo que sucede.
Asimismo, hay una reducción importante de miembros y un pasaje a las militancias políticas. Sucedió con el peronismo y en los setenta con el pasaje a Montoneros, por ejemplo. Algunos jóvenes entienden que dentro de estas instituciones no pueden transformar todo lo que quieren, que hay límites, entonces ahí se observan pasajes a las militancias políticas, a cambiemos o al peronismo o el kirchnerismo y también hay militancias paralelas dentro de estas instituciones y en lo político.
Por otra parte, está la idea común, como característica inherente de los jóvenes, que vienen a cambiar todo, pero en estas organizaciones también hay una militancia de jóvenes que se organizan a favor de la tradición de la iglesia. Están vinculados a la idea de familia tradicional. Entonces también hay disputas dentro de estas organizaciones conservadoras entre los jóvenes que piden cambios y movimientos de jóvenes radicalizados militando el respeto de la tradición.”
La encuesta realizada por el Instituto de Conicet que encabeza Fortunato Malimacci muestra además que la participación en la Iglesia está cambiando por un cuentapropismo religioso, donde la persona ya no tiene de intermediaria a la iglesia, entre ella y Dios.
Iglesia y Estado.
Aún con los números en baja, la iglesia sí quiere ser intermediaria entre el Estado y las personas. Muchas veces lo hace por poder, otras porque termina constituyéndose en el centro de referencia para un montón de acciones asistenciales del Estado.
“De hecho ya son socios del estado – Dice Carbonelli. Ya están asociados a las políticas públicas del estado. Las evangélicas en menor medida que el mundo católico que en eso tiene amplia ventaja. Basta pensar lo que pasa con la educación para darse cuenta de hasta dónde llega ese tejido. De manera más o menos formal o más o menos informal, las iglesias ya están operando como mediadoras del estado en ciertas políticas públicas.
En el caso evangélico, las granjas (de recuperación por drogas) están incorporadas a programas del estado, lo mismo que pasa más o menos auspiciosamente con las capillanías evangélicas en los penales, en las cárceles. Están ejerciendo algún tipo de función pública y ya es una lógica que está funcionando en la trama política religiosa. Todas reclaman un mayor lugar. Los anima un modelo de ocupar el mismo lugar que ocupa el mundo católico.
Para mí los evangélicos son muchos más fuertes en el plano de las políticas públicas que en el plano de las políticas partidarias. Tienen más que reclamar ahí, más para presionar ahí, en ese mundo que estructura la cotidianeidad de los sectores populares que en la dinámica de la competencia por las listas, en la lucha del cuarto oscuro”, dice Marcos Carbonelli.
Frutillar
Un sábado a la tarde buscábamos por el barrio Frutillar iglesias evangélicas donde hacer fotos. Entre tantas paramos en un sobre calle Neneo al 600. Un gran cartel tallado en madera dice “Corporación Evangélica Iglesia de Nuestro Jesucristo”. Un señor de unos 70 años cortaba el pasto a un costado vestido de pantalón de vestir y musculosa. Le preguntamos por el pastor, era él. Carlos Oliva Manzanares, chileno. El templo está hecho con sus manos, producto de su oficio de constructor. El terreno lo donó. Detrás tiene dos o tres departamentos en alquiler, y el camino te guía entre galpones hasta su casa que tiene entrada por la otra calle. Aquí están los evangélicos, en los barrios populares, donde encuentran feligreses, donde están las personas que los necesitan, dicen. A Oliva Manzanares, antes de ser pastor, le gustaba el baile y el alcohol. Conoció a su nueva esposa y a partir de ahí se encomendó a Dios. No sabía leer. Tuvo que aprender para poder transmitir la palabra. Aprendió con la biblia, ya pasando sus 60 años. Es pastor de casi 40 fieles.
Nos invitó a la celebración en el templo que se realizaría en unos días. Fuimos, nos recibió un hermano en la puerta. Nos hizo esperar afuera, nos interrogó cual policía, nos pidió nuestros datos, nuestros usuarios de Facebook. Anotó todo en un cuaderno Gloria. Nos preguntó si no pertenecíamos a una secta de un nombre que no entendí bien. ¿AK 47, dijo?, pregunté. “Se de otras iglesias donde fueron jóvenes diciendo que eran periodistas y fotógrafos pero que en realidad querían engañar a los feligreses para convertirlos a esta secta satánica”, explicó. Negamos pertenecer a ninguna secta. Carlos Oliva nos reconoció desde el púlpito e hizo señas de dejarnos pasar. Nos explicó que si estábamos ahí era porque Dios así lo quería.
Por Ramiro Sáenz
Fotos; Euge Neme y Ramiro Sáenz
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen