Hagamos un ejercicio. Supongamos que hay dos grupos de personas que reclaman la posesión del mismo pedazo de tierra. Digamos, Grupo A y Grupo B. Dejemos de lado por el momento cualquier opinión personal sobre la legitimidad o no de las pretensiones de cada grupo, por no conocer los detalles del caso. En algún momento el Grupo A ocupa físicamente el predio. El Grupo B, que también se considera legítimo dueño del lugar, se presenta en el lugar ostentando cuchillos largos que hacen dar vueltas a pocos centímetros de las caras del Grupo A, amenazando con que “no va a quedar ninguno vivo” al llegar la noche.
Los miembros del grupo B portan armas de fuego cargadas y listas para usar. El Grupo A no responde físicamente ni verbalmente a las amenazas y provocaciones de sus agresores, manteniendo la calma hasta cuando pasean las dagas por delante de sus narices. En esta situación llega la policía.
Ahora, y de nuevo sin entrar a la cuestión de fondo de cuál de los dos grupos reviste la legitimidad de la posesión del predio, imaginemos por un momento que los del Grupo B portan, además de cuchillos y armas de fuego, apellidos y rostros mapuches, mientras que los del Grupo A que recibe las amenazas pacíficamente son de apellido y rostro alemán.
Hipótesis 1
¿Sería creíble que la policía se arrime despacio y le pida a un mapuche tranquilamente que por favor les muestre el arma de fuego que porta, la descargue y la deje en el piso? ¿Y que luego mantenga una charla relajada, manos en los bolsillos, con quienes comandaban la patota acerca de cuáles son los fundamentos que tienen para reclamar la tierra? ¿Y que la patota mapuche se retire libremente para volver a su casa?
¿Podemos imaginarnos que en pocas horas se presente un fiscal en el lugar para convocar a las partes a una mesa de dialogo al día siguiente, y que en ese diálogo -aunque no se llegue a un entendimiento-el Estado se conforme con que acuerden no seguir generando más violencia?
¿Podemos imaginarnos que un grupo de mapuches armados amenazando a descendientes europeos pacíficos en una disputa territorial pase desapercibido en la mayor parte de los medios?
¿Y que en la cobertura que sí se realizó los diarios de gran tirada primero hablen de los fundamentos que plantean los mapuches acerca de por qué consideran que son los legítimos dueños y recién luego mencionen que la gente blanca había denunciado amenazas por un grupo de choque armado?
Hipótesis 2
¿O es más fácil imaginarnos un operativo con armamento bélico en el cual la policía no habla con el grupo armado sino que directamente lo reduce mediante el uso de todo tipo de fuerza, y termina con todo el grupo detenido, golpeado y procesado por terrorismo?
¿Podemos imaginarnos las tapas de Río Negro, La Nación y otros medios presentando una cara indígena en primer plano, un arma de fuego, algún titular con frases como “pandilla mapuche”, “brutal amenaza”, “pobladores inocentes”, además de varias notas describiendo la situación en detalle y extendiendo cualquier observación sobre el accionar de los sujetos del caso hasta incluir a todos quienes compartan su descendencia étnica?
Conclusión
No hace falta decir que la segunda situación es más probable, y con amplia evidencia para sustentar la afirmación.
Sin embargo, el 10 de septiembre a 8 kilómetros de Bariloche sucedió un hecho tal cual describe el primer relato, no el segundo.
Claro que de los dos grupos que se disputan el mismo terreno, los pacíficos del Grupo A son de apellido Buenuleo y quienes comandaban la patota armada del grupo B son Friedrich. Lo peor de todo es que ahora sí, suena creíble.
Por Denali Degraf, Miembro de FM Alas (El Bolsón).
Para El Extremo Sur de la Patagonia