Familiares víctimas se movilizarán el martes a las 16.30 desde Onelli y Moreno hasta el Centro Cívico. Datos de Correpi hablan de un alarmante crecimiento de casos
El macrismo habrá dejado para diciembre una economía devastada y los signos trágicos de la represión necesaria para construir una sociedad excluyente. Desde la asunción de Cambiemos, hasta el 12 de febrero de 2019, 1303 personas fueron asesinadas por el aparato represivo del Estado. Un número equivalente al 20% del total desde 1983.
Los datos, correspondientes al informe anual de la Correpi, señalan que cada 21 horas muere una persona. En diciembre de 2017, ese promedio bajaba a 23 horas. Un año antes, a 25. El macrismo intensificó la estadística de un muerto cada 30 horas durante los 12 años de kirchnerismo, incluso frente al pico de uno cada 28 horas de 2015.
Con este escenario, familiares víctimas del gatillo fácil organizan por quinta vez una marcha nacional y Bariloche será, por segundo año consecutivo, testigo del andar de Rosa Riffo, mamá de Titi Almonacid, alcanzado por la bala de una represión en el barrio 2 de Abril, mientras se tomaba una coca tras jugar un partido de fútbol. O de los amigos de Jorge Piquilman, a quien se lo vio por última vez con vida a la salida del boliche Babilonia, cuando era retirado por policías que trabajaban allí como personal de seguridad y tres días después apareció muerto en los piletones del puerto San Carlos. O el papá de Nehuén, el pibe que estaba en el patio de la casa de su novia cuando desde una camioneta de la comisaria 42 le dispararon con balas de goma y perdió un ojo.
La de Río Negro ocupa el séptimo lugar entre las provincias con mayores casos de gatillo fácil, como muestra el gráfico hecho a escala por cantidad de habitantes. Desde el último febrero al anterior, se registraron 89 crímenes.
“Yo creo que se marcha por la conciencia”, dice a Al Margen Marcela Cano, de la Multisectorial contra la Represión. “No se va sólo por la sentencia judicial, que en algunos casos fue lograda; se va para ponerle fin al gatillo fácil”.
“Ojo, esto no empezó con el macrismo”, resalta Cano. “El macrismo fortaleció la represión, con el comando unificado sur, por ejemplo. Recreó un enemigo interno, el pueblo mapuche. Relegitimó el gatillo fácil. Pero lo hizo con los hilos que dejó el gobierno anterior, cuando se creó la ley anti terrorista pensando que nadie iba a implementarla”.
Haber llevado al policía Luis Chocobar a fotografiarse en Casa Rosada con el presidente Macri, luego de haber fusilado a un joven por la espalda, expresa tal vez de mejor manera la política reivindicativa del ministerio de Seguridad sobre la mano dura.
Cano cree que el sistema de denuncias funciona cuando al victimario se le pasó la mano, pero no cuando existe hostigamiento de la policía sobre los pibes. “Acá en Bariloche los chicos son perseguidos en Ñireco, si están en Ñireco. En Melipal, si están en Melipal. Los bajan de los colectivos”, cuenta.
La comisaría 42, sobre la que se encajonan pedidos de hábeas corpus como balas, se encuentra en la mira de las organizaciones de derechos humanos, incluso desde el Comité por la Tortura. Las 52 denuncias reunidas en su contra parecen insuficientes para que algo cambie.
El sistema de resguardo, evidentemente, también se depreció junto a la moral de una sociedad que mata por un queso, un chocolate y un aceite.
Por Pablo Bassi
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen