La secretaría de Desarrollo Social local recortó recientemente los aportes que le hacía al Colectivo Al Margen. Este hecho forma parte de los múltiples reclamos presupuestarios y denuncias que el Movimiento de Infancia viene haciendo hace años, defendiendo los derechos de los pibes y las pibas.
Al Margen dialogó sobre esta temática con Luis Fernández, integrante del Grupo Encuentro, organización social que desde 1990 contiene a niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Como decía Carlos Cajade, “Un país que hipoteca su niñez, hipoteca su presente e hipoteca su futuro”.
– ¿Cómo se ve en la cotidiana el trabajo con los chicos y las chicas?
-Son épocas muy complicadas para los chicos y para los grandes también. Estos momentos a nivel país, a nivel provincia y en nuestra ciudad son difíciles, hay hechos de violencia de distinto tipo, de violencia institucional, de hambrunas. Todo eso mezclado genera un clima difícil de transitar, sumado a la dimensión política. Por eso llamamos a la reflexión a personas que tienen responsabilidad dentro del Estado, que repiensen algunas medidas que toman. Es un momento difícil, pero juntándonos y resistiendo es la forma que vamos encontrando de seguir esta historia.
-En el documento que sacaron denunciando los recortes al Colectivo leemos la frase “Los gobiernos pasan, pero las organizaciones quedan” ¿Cómo la interpretas?
-Esa frase es muy profunda, a veces no se toma dimensión del laburo de las organizaciones. Nosotros no podemos entrar dentro de las lógicas de los proyectos, nuestras organizaciones acompañan en la cotidiana, en el caso particular nuestro recibimos chicos que viven en el Grupo, es una vida de todos los días y las horas, como si fuese una casa.
Hay niños que viven en las casitas del Grupo y en eso no entra la lógica de presentar un proyecto que tiene un principio y un fin. Me parece que la frase lo que manifiesta es esto, las distintas administraciones de gobierno, en todos los niveles, no toman dimensión del compromiso y proyecto de vida que muchos y muchas tenemos con nuestra infancia y adolescencia. Las administraciones duran el período que tienen que durar y nosotros seguimos.
En estos últimos años vemos y reclamamos permanentemente esa deuda que hay sobre los sectores con los que compartimos la vida. No hay una política de Estado que trascienda las distintas administraciones, independientemente del partido del gobierno que esté administrando, en este caso la municipal. Siempre estamos dependiendo de lo que podamos negociar con el funcionario de turno y esto no tiene que ser así.
No es una cuestión de presupuesto, lo que pedimos no va a quebrar a ningún municipio, es una cuestión de obligación de aportar, no es caprichoso. Las organizaciones no estamos porque se nos ocurre, hay una cuestión de necesidad en la realidad que marca la urgencia de permanencia del trabajo cotidiano. Hay otra frase que dice “todos los años volvemos a empezar”. Es como que arrancamos de cero de nuevo, a nivel presupuestario. Esta permanencia nuestra está signada porque sigue habiendo ausencias.
En general las intervenciones que las distintas organizaciones hacemos son efectivas para la vida de los chicos, y eso no siempre se dice. Son realmente transformadoras, son intervenciones que generan proyectos de vida, que modifican, que enseñan y abren el mundo. No es una cuestión de ponerlo como un gasto, al contrario, es algo que el Estado tiene que aprovechar.
– ¿Qué significan estos recortes?
-En algunos casos obedecen a ciertos manejos de poder. No dimensionan lo que significa ese te saco o ese no te apoyo. A veces tiene que ver con quitarles un referente afectivo, un referente que significa un montón de cosas para un determinado grupo de chicos. Por el lado material, un ejemplo más que concreto es que a nosotros nos vino una factura de gas de 9 lucas… no es solamente el aporte al capital humano, es el aporte que las organizaciones necesitan para el día a día, para prender una hornalla o encender la luz.
Todo esto, parece increíble, pero hay que explicarlo una y otra vez. Acá hay pibes que son parte de esos espacios, que son constructores. Siempre tenemos la esperanza activa de que a través de estas acciones se reflexione. Hay decisiones que se pueden revertir. El Estado tiene que acompañar estos espacios.
Por Fabián Agosta y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen