Marlene Wayar es activista travesti y docente y vino a presentar a Bariloche su libro “Travesti / Una teoría lo suficientemente buena”. Marlene nos invita a reflexionar sobre “el fracaso del mundo tal como lo conocemos” desde un pensamiento trava-sudaca que nos desafía a desacomodar certezas.
– ¿De qué va “Travesti: Una teoría lo sufrientemente buena”?
-“Travesti: Una teoría lo sufrientemente buena” nace porque me quede enamorada de una propuesta que es de un autor del psicoanálisis, Donald Winnicott. Él era pediatra y habla de la mamá lo suficientemente buena. Me parece que es muy potente como herramienta porque trae una visión nueva. Las travestis no como un problema a solucionar, una cuestión a tratar socialmente de una manera preestablecida, sino de manera propositiva. Las travestis proponiendo acciones concretas, estrategias de vida concretas, propias, comunitarias que están en construcción.
Por eso es lo suficientemente buena, una estrategia que nos corra de las estrategias que ya conocemos y que están fracasadas. La colonización, salirnos del patriarcado, irnos del capitalismo… ¿Cómo hacemos? Con pequeñas estrategias en la vida cotidiana que tengan que ver no con cambiar el mundo y toda la macro política, sino esas micro políticas que van haciendo lo que le demos a nuestros niños y niñas. Que les ayudemos a tener primero respeto y amor propio, para que desde ahí puedan salir a negociar de otras maneras.
Nosotras como sociedad hemos perdido de vista que somos productoras de subjetividad, lo dice la frase hecha. Somos productoras y reproductoras, y en ese ser primero producimos bienes y servicios y después nos reproducimos como sociedad y producimos subjetividades. Esas subjetividades están sometidas desde el momento de ser concebidas a violencias. Ningún niño nace para acosar en el baño a otro niño, eso lo aprenden, aprenden mecanismos del manejo de la violencia que tienen que ver con cómo concebimos esta jerarquización de que hay algunos sujetos para ser violentados y otros que no. Ninguna niña nace para ser violada, signada como fácil, como putita… Sin embargo esto sucede y no nace de ellos y ellas de manera natural, lo estamos generando desde el mundo adulto.
Hay una visión adultocéntrica está exponiendo a los niños y las niñas a evaluación permanente. Los niños y las niñas se evalúan entre pares todo el tiempo. Evalúan que ser gordito, pecoso, putito, lesbiana no está bien. Y ahí caben abusos de la mayoría sobre estas minorías que se van gestando de manera artificial.
– ¿Cómo podrías definir al libro?
-Este es un libro bastante desesperado. Hay diferentes partes del diálogo con otra trava, la chilena Claudia Rodríguez que es un ser maravilloso y tiene mucho conocimiento sobre la pobreza, sobre ser travesti, pobre y mapuche. También hay diálogos de la cátedra que se daba en la MU sobre comunicación social donde se aclaran cuestiones puntuales.
Yo me hago cargo del libro, pero estos son aprendizajes colectivos que yo aprendí sobre todo con mi comunidad, con las travestis en situación de prostitución. Tiene que ver con rescatar eso, son conocimientos que se han transmitido de manera oral en respuestas a todo lo escrito sobre nosotras sin nosotras. Toda la violencia jurídica, médica psiquiátrica, religiosa.
– ¿Qué nos podrías decir del colectivo de las disidencias?
-A veces lo gay puede ser lo cómodo, lo gay también está colonizado y estamos tratando de desmontarlo… Es muy fácil echarle la culpa al afuera y no hacernos cargo de nuestras propias pobrezas. Nosotros también estamos colonizados, hay una postura gay que es capitalista, neoliberal, que va por el punitivismo.
Somos las disidencias, marcadas por una diferencia sexo genérica en primer término, pero esto implica también disidencia ideológica, política, ética y filosófica. Hay una compleja cuestión ahí. La sociedad está cambiando de paradigma y estamos en un momento de movimiento importante. No es tan simple que los niños y las niñas sufran el acoso de compañeritos sin ser acompañades por el resto, una sube al colectivo y ahora te dicen “Pase señora…” (risas) Hay movimientos, hay un avance.
Hay una sociedad mucho más madura que la propuesta política que tenemos que es de empobrecimiento y de vaciamiento. Nos hemos quedado con leyes bastante importantes pero las leyes tienen que ponerse en acción. No estamos teniendo instituciones educativas que tengan educación sexual integral. No hay cupo laboral trans y se lo estamos pidiendo al Estado, pero la verdad es que las cooperativas, los micro emprendimientos sociales, la economía popular tampoco tiene su cupo trans. Es muy difícil poner en cuestión esto, la comunidad trans está en un altísimo porcentaje en situación de prostitución y desocupación.
Por Fabián Agosta y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen