Georgina Orellano es titular de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina), sindicato que nuclea a las trabajadoras sexuales. Vino a dar una charla a Bariloche y desde Al Margen nos acercamos a charlar con ella acerca de una problemática que divide opiniones.
“Soy prostituta y muy pocas personas lo saben”,esas fueron las palabras que muy bajito usó Liliana cuando le contó a Georgina Orellano a qué se dedicaba realmente. “Sos una de las pocas personas a las que se lo estoy diciendo. Por favor, no se lo cuentes nunca ni a mi mama ni a mis hijos”, le pidió la madre soltera de esos pibes a los que ella cuidaba cuando salía a laburar. Georgina pensó que era un chiste, “porque estaba atravesada por prejuicios y un desconocimiento que asociaba la prostitución a todo lo malo. Me crie con ese parámetro”. De a poco, con curiosidad, sin decirle a nadie que trabaja para una trabajadora sexual, empezó a indagar más. Liliana le contaba cómo le había ido, cuántos clientes había hecho, cómo la policía las molestaba y cómo tenían que correr o escaparse. “Quedaba maravillada porque cuando ella me contaba nunca vi que se sintiera humillada o con lástima. Lo contaba como la cotidianidad de su trabajo”.
Trece años pasaron desde que Georgina Orellano comenzó a ejercer el trabajo sexual. Trece años de aquel encuentro con su primer cliente. Trece años de aquel no saber cómo vestirse, qué conversar, cuánto cobrar. Hoy es la titular de AMMAR, Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina, sindicato que pertenece a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Vino a Bariloche a brindar una charla titulada: “Trabajo Sexual y Sindicalización en la Argentina”, tema para nada cerrado dentro de la sociedad y menos dentro del movimiento feminista. Una gran parte de la marea verde plantea la abolición de la prostitución pues considera que la venta de sexo es una muestra más de la sociedad patriarcal que somete a las mujeres. Por eso, para escuchar otra voz y para poner en agenda este debate necesario, es que decidimos conversar con ella.
¿Elecciones de vida?
– ¿La prostitución es una elección?
-Hay muchos trabajos que no se eligen libremente. Hay toda una clase trabajadora a la que no se le permite tener ese derecho de poder decir «yo elegí» «yo elegí ser empleada doméstica, ser albañil, ser operario». En realidad, el sistema capitalista te hace creer que estás eligiendo cuando estas optando frente a opciones que tenés por pertenecer a esa clase trabajadora. En todo caso estas decidiendo. Lo que yo y quienes ejercemos el trabajo sexual defendemos es la decisión”.
Y ahí contó sobre su antes. Una piba recién salida de la escuela, de barrio humilde, con ganas de estudiar y laburar que entendió que de la realidad de la que venía “no podía pretender demasiado”. Pero que tampoco quería ajustarse a las condiciones que en aquel momento le exigía la patronal del Parque Industrial de Pilar: horarios rotativos, jornadas de 12 horas diarias, un salario que en los primeros 6 meses no cobraría directamente sino agencia mediante que sacaba su tajada. En fin, contrato precario que sólo después de varios meses de “demostrar productividad” le brindaría una mínima chance de pase a planta. “Una explotación a la que no quería exponerme”, explicó para contar que luego de eso fue empleada doméstica y niñera, aunque por mucho menos dinero. Por lo tanto, la inconformidad seguía.
“Era o trabajar en la fábrica o ser niñera o ser empleada doméstica o ser Trabajadora Sexual. Esas 4 opciones. La que yo decidí era la que más me convenía, con la que me sentía mucho más cómoda. La que me dio rápidamente una autonomía económica que era lo que yo buscaba desde un principio. Eso no quiere decir que todas tengan que salir a ejercer el TS”. Luego planteó algo interesante: “Lo preocupante no es que caigamos en la prostitución. Me parece que lo más preocupante para los feminismos debería ser replantearnos por qué algunas mujeres cuando salimos a trabajar tenemos a nuestro alcance opciones de trabajos súper precarios, de autocuidado y mal pagos en comparación a lo que pueden ganar o disponer los hombres. Entonces en vez de sentarnos a discutir si la prostitución puede ser elección o no, tendríamos que empezar a plantear políticas públicas para darnos mayores oportunidades laborales y que por lo menos cuando tengamos que salir a trabajar, tengamos más opciones y no terminar optando entre lo que más convenga económicamente. Sobre todo, lo que nos unía y nos une a la gran mayoría es que somos mamás solteras sostén de todo nuestro núcleo familiar. Existe claramente la compañera que tiene una vida precaria y una situación totalmente atravesada por la pobreza, la desigualdad y por situaciones de violencia”.
Georgina sostuvo que también hay mujeres que, con otra historia y otra situación económica, deciden el Trabajo Sexual “porque lo que nos termina movilizando es el dinero. Así como existen diversas realidades existen diversas modalidades de ejercer el TS” y de esta manera intentó mostrarnos su mundo. “La más conocida es la calle porque es la que más se ve. Pero hay algunas que no quieren trabajar ahí porque no quieren estar expuestas a la violencia policial, al estigma, al señalamiento, al cuestionamiento, a tener que convivir con la discriminación de algunos vecinos y es entendible. Deciden trabajar en otros lugares más privados”. De hecho, “hay otras compañeras mucho más jóvenes que trabajan en las redes sociales. Nos prohibieron tantas formas de ejercer el TS que nos van arrinconando y tenés que re buscártela, ver de qué manera podés seguir ejerciendo de la manera más tranquila y posible”, reflexionó.
La herramienta sindical
Siguió la charla, viramos al terreno sindical. ¿Cómo entraste en contacto con AMMAR? “Cuando fui presa a los 19”, reveló. La primera vez, lo naturalizó. La metieron en cana mientras estaba en la calle, – la prostitución en Argentina no está penalizada- por averiguación de antecedentes. Se la llevaron a ella y a otra compañera mamá de 3 hijos; preocupadas ambas porque esos chicos se quedaban solos a cargo de la mayor de 12. Entonces cayó en la cuenta de la precariedad, marginación, clandestinidad de esta actividad. Tuvieron que firmar un montón de papeles sin saber qué decían. Todo con tal de que las liberaran rápido para así comprobar que los pibes estuvieran bien. Luego, conoció a las compañeras de AMMAR. Les brindaron contención y asesoramiento legal en caso de que esto volviera a ocurrir, porque “era entendible que nuestras familias no supieran lo que ejercíamos”. Ocho años tardó Georgina en contar públicamente a qué se dedicaba. Para su entorno, se desempeñaba en una inmobiliaria.
“Para nosotras la herramienta sindical es la que transformó nuestra vida, nuestra realidad, la que hizo plantearnos como parte de un colectivo y romper con el aislamiento social históricamente asociado a nuestras vidas: la puta sola en la esquina que se tiene que salvar por ella misma. Es romper con ese discurso victimizante y sentirnos parte de una clase trabajadora, que es explotada, que es oprimida por el sistema. El llegar a una Central de Trabajadores y Trabajadoras cuyos laburos están reconocidos, como la docente, y que te digan “compañera”, es movilizante. Porque nosotras traíamos de la calle todas las miserias que depositaba la sociedad sobre nuestros cuerpos; éramos la puta de mierda. Por eso defendemos la herramienta principal, transformadora de nuestras vidas: el sindicato. Y desde ahí nos pensamos y planteamos un montón de legislaciones, políticas y herramientas para seguir transformando la vida de un montón de otras compañeras que no tienen la posibilidad de acceder a la información, de saber qué derechos tienen, qué es lo que puede o no hacer la policía”.
Y en ese sentido, expresó que “nuestra principal reivindicación como sindicato es que el Trabajo Sexual sea reconocido como tal. Sabemos que para eso falta un montón, falta sensibilizar a un montón de actores sociales, falta romper con un montón de prejuicios. En ese camino de lucha es que hace 25 años como organización estamos insistiendo para que las voces nuestras sean escuchadas. Porque no es lo mismo que te hable del TS una persona que nunca lo ejerció y lo haga desde la teoría, de lo que podría ser, de lo que debería ser y no fue, a que te hable una y te diga: es mi decisión, quiero que se respete y quiero tener derechos laborales”.
La charla se volvió picante porque se enfrentó abiertamente a quienes distan de su postura. Comentó que la mayoría de las personas cuando asisten a sus charlas llegan “con esa mochila del nadie elegiría ser TS, nadie quisiera que sus hijas fueran TS”. Hizo una interpelación hacia el abolicionismo: “¿Alguna vez, de la forma en la que se intenta cuestionar a la trabajadora sexual, se cuestionó a otro trabajador?, ¿por qué no se le pregunta a una empleada doméstica si quiere que su hija sea empleada doméstica, por ejemplo?, ¿por qué no interpela la explotación de la empleada doméstica o la del resto de los trabajadores y sí la de una trabajadora sexual?”.
– ¿Y qué pasa con la trata?
– La verdad que a nosotras nos encantaría que de la misma forma que dicen luchar contra la trata de personas en el TS, luchen también contra la trata de personas en el taller textil y en el trabajo rural.
“El trabajador textil es considerado un trabajador al que no hay que combatir sino darle derechos para que no siga siendo vulnerado pero lo que sí hay que combatir es la trata de personas. Lo mismo en el trabajo rural. De esa misma manera queremos que se distinga al TS. Queremos que esa delgada línea de las que muchas hablan se ensanche justamente reconociéndonos a nosotras como trabajadoras y no mezclando todo, no persiguiéndonos”.
La titular de AMMAR opinó que las confrontaciones en los espacios feministas y en algunos sectores de la sociedad en relación al TS “tienen que ver con el componente sexual más que con el trabajo en sí. Lo que molesta es la parte del cuerpo con la que la trabajadora sexual trabaja, creen que nadie puede disponer de su sexualidad para el disfrute sexual o para trabajar. Y se siguen repitiendo esos argumentos como patrones socioculturales que están muy arraigados. Pensar que la sexualidad es sagrada”.
Para finalizar afirmó que “mientras sigamos debatiendo sobre si el TS es trabajo o no, la realidad de la trabajadora sexual no va a cambiar porque hay un montón de compañeras que siguen siendo detenidas de maneras arbitrarias e ilegales, con una persecución policial que en los últimos 3 años y medios sobre todo de este gobierno se incrementó. Existe un discurso habilitado a nivel nacional de putofobia, transfobia, xenofobia. Hay una expulsión del trabajador o a la trabajadora del espacio público, sea TS, vendedor ambulante, cuida coche. Hay una clara criminalización de los sectores populares y de la pobreza. Esconder lo que no se quiere ver. Y en eso estamos también las trabajadoras sexuales. En este contexto pedir derechos laborales es un poco contradictorio porque en realidad para el gobierno actual a nivel nacional es un costo. Pero sí creemos que tenemos la gran oportunidad de estos años donde hay un auge del feminismo para poner el debate del TS en agenda”.
Este año, como lo vienen haciendo desde el 2016, llevarán nuevamente su postura al Encuentro Nacional de Mujeres que se desarrollará en La Plata en octubre. Una nueva chance de que sus voces, como vienen pidiendo, sean realmente escuchadas.
Por Luciana Avilés
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen