Durante 2018 se registró un 46% más de pobres y el hambre aumentó un 168%. ¿Cómo incide la diferencia de géneros en las condiciones de vida?
Al sur del Río Colorado son 465.312 las personas que se encuentran por debajo de la línea de pobreza, un número equivalente al 28% de la población. Entre diciembre de 2018 y 2017, esa tasa creció un 46%, por encima del promedio en el resto del país, que se ubicó en el 36,5%.
Los datos surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza el INDEC, analizados por Ana Rameri y Claudio Lozano del IPyPP (Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas). Los autores sostienen que durante el último año la tasa de pobreza e indigencia subieron en puntos porcentuales de manera similar a las de mediados de los ’90, bordeando incluso las magnitudes de empobrecimiento de los peores momentos de la historia argentina.
El aceleramiento que se produjo en los aglomerados patagónicos consolidó una pobreza que se ubica más cerca del techo del 35,8% de la región pampeana que del piso del 13,2% de la ciudad de Buenos Aires.
Lo que ha evolucionado de manera exponencial en todo el país es el hambre. En la Patagonia, puntualmente, creció en un 168,4%, consolidando una indigencia del 3,3% de la población.
Desigualdades
El informe elaborado por Rameri y Lozano sostiene que la desagregación de la tasa de pobreza entre hombres y mujeres es prácticamente la misma. “No obstante, lejos de que exista una equitativa incidencia de los riesgos sociales, lo que se verifica a partir de la incorporación de otros indicadores es que las condiciones de posibilidad de mejorar las condiciones de vida están concentradas mayormente en los hombres”, aseguran.
Tomando como universo la población a partir de los 17 años, las mujeres en edad de trabajar perciben montos de ingresos muy inferiores respecto a los hombres en todos los estratos socioeconómicos. En los hogares que no logran superar la línea de pobreza con la suma de los ingresos familiares, el ingreso individual del hombre es 1,54 veces el de la mujer. En el conjunto de hogares vulnerables es 1,88 veces.
Rameri y Lozano concluyeron también que en los hogares pobres los hombres ganan 2,14 veces más que las mujeres, en los vulnerables la brecha es de 2,51 y en el resto es de 1,77.
“La desigualdad de ingresos entre hombres y mujeres es mucho mayor en los estratos socioeconómicos más pobres evidenciando otra dimensión: la desigualdad socioeconómica hacia el interior de las propias mujeres es ocasionada, entre otras cuestiones, por la mayor dificultad que tienen las mujeres pobres para comprar en el mercado tareas de cuidado para su familia y así dedicar más horas al trabajo ´productivo´. Podemos aseverar, sin temor a equivocarnos, que son justamente estas mujeres las que mayormente ofrecen su fuerza de trabajo para el cuidado y trabajo reproductivo de los hogares del estrato más alto”, indica el IPyPP.
Por Pablo Bassi
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen