Egresó la primera camada de estudiantes del Bachillerato Popular de Bariloche. Relato de una movilización de los afectos en torno a un espacio radicalmente nuevo.
El 30 de noviembre del 2018 fue una gran fiesta, la sonrisa amplia de cada une de les egresades hizo de ese momento una tregua, una pausa para tocar con las manos eso que todes les participantes del Bachi tanto imaginaron. La celebración se realizó en el espacio del Grupo Encuentro. La sala llena: estudiantes, profesores, familiares, globos, banderines, sánguches de miga y torta con fondant.
El esfuerzo sostenido durante tres años -con nieve, con hijes, con desgano, con un cansancio eterno- por terminar la secundaria, porque era algo pendiente, por una salida laboral, para imaginar otra vida posible, tomaba forma de diploma. Cada egresade elegía quién quería que le entregue el título. Goni le pidió a sus padres y a su profe Vero de Salud y Ambiente. A Cintia se lo alcanzó su hije, que la acompañó a todas las clases desde bebé. Ahora tiene tres años y entendía perfectamente la alegría de ese instante. A Yani, toda una banda -padres, tíos, sobrinos y Marce, la profe de Cultura Política. A Ceci, sus tres hijes. Y agregó: “Gracias a mis compañeros y a los profes porque nos re bancaron.” A Rocío, Sofi -la profe de Arte y Resistencia-. A Víctor, su compañero Gonza; y a Gonza, Víctor -a pesar de las miradas recelosas de los familiares-. Porque en el Bachi, además de aprender, debatir, compartir, se crean vínculos fuertes, una red que les hace menos indiferentes a les otres. En la evaluación final de la materia Comunicación un estudiante escribió: “Me gustó leer cuentos, escribir, leer las crónicas de mis compañeres, pero sobre todo me gustó haberte conocido”.
El Bachi comenzó a pensarse a principios del 2014, a partir de un encuentro de educación popular organizado por el Centro de Educación Popular Antonio Alac. Así un grupo de militantes -con bronca, deseo, miedo y convicción de que la educación popular es una herramienta para intervenir el presente-, se pusieron en marcha para hacer posible un Bachillerato en Bariloche.
En el 2016 abrieron sus puertas a la primera camada de estudiantes que dio vida al proyecto. En este encuentro inaugural se ensayaron diferentes modos de decir lo que une piensa, de ponerse en el lugar del otre, de ceder, de empujar una idea para que se haga acción. “Para construir poder popular hay que organizarse, tomar decisiones en forma colectiva y comprometerse por los derechos de todes”, éstas son palabras de las que les profesores y estudiantes se apropiaron para habitar este nuevo espacio.
La tarea sobrepasó los límites del aula. La visita a la cerámica FASINPAT -fábrica sin patrones (ex Zanon)-. Estar en Neuquén, en una fábrica bajo control obrero, con la gente que le ponen el cuerpo y resiste. Y volver con más preguntas. El viaje al encuentro de mujeres, juntes “profes” y “estus”, para llenarse de lo que pasaba en los talleres, en la plaza y en la marcha que conmocionó a Trelew. El armado de la Biblioteca de derechos humanos, que entre los estantes, al lado de los libros de Rodolfo Walsh, se encuentra una antología de crónicas sobre gente del barrio, escritas por les estudiantes. El proyecto de radio: “Ir a una radio y hacer un programa en vivo sin saber cómo era todo eso fue genial”, cuenta Rocío. “También salir a las calles y a los locales de la Onelli a entrevistar gente sobre el tema de la inflación, si les bajó la venta, estuvo bueno.” Todo esto dejó huella. Y para conseguirlo, primero estuvo el empanadazo, el pastaflorazo, la feria de ferias, el cine debate feminista.
Como explica Hannah Arendt, todo nacimiento instala la posibilidad de algo nuevo. Los Bachilleratos Populares en Argentina irrumpieron en plena crisis del 2001, como una respuesta al deterioro de la educación pública a partir de las reformas neoliberales.
¿Qué trae de nuevo el Bachi de Bariloche? Es el primero de toda la Patagonia. Y hace bandera en el territorio del Alto de la ciudad, en el barrio 169 Viviendas. En este barrio, en junio del 2010 fueron asesinados tres pibes, Sergio, Nino y Diego por la policía rionegrina. Una historia áspera que se transformó en lucha. El Bachi estuvo presente en las marchas para que se haga justicia, en el juicio contra los represores y en la pintada del mural en el túnel de la placita. En la inauguración de la biblioteca se colocó el cerámico en memoria de Sergio, Nino y Diego, con la presencia de la Multisectorial contra la represión policial y los familiares de los jóvenes.
Toda identidad es un relato inacabado de la historia de una persona o de una institución. Mirando hacia atrás podemos decir que este relato en construcción trata de un bachillerato gratuito, laico, autogestivo, intercultural y cooperativo. Algo que lo diferencia de otros espacios es su perfil apartidario. Durante largas discusiones se sostuvo que fuera así, no porque se considere que la educación no es política, al contrario, sino porque se cree firmemente en el diálogo y en la posibilidad de articular las diferencias. En palabras de Claudia Korol, reconocida educadora popular y comunicadora feminista, es el diálogo entre portadores de diferentes saberes la clave para el conocimiento, interpretación y transformación de la realidad. Esto no indica una postura ingenua sobre el antagonismo inherente a toda sociedad, ni una visión ideal sobre la posibilidad de un consenso perfecto, sino que da cuenta de un “nosotros” que supone un “ellos”, pero este nosotros se constituye en base a la diversidad y reconoce el conflicto como parte de su tarea.
Esta camada que egresa posibilita narrar el inicio de una historia. Este relato cuenta sobre el primer bachillerato patagónico, en el Alto, en el barrio 169 Viviendas, un espacio político y plural, que quiere ser reconocido por el gobierno provincial. Río Negro todavía no avala al Bachi como institución oficial. Este colectivo de educadores ya empezó la lucha por un espacio propio, por una remuneración por su trabajo (hasta ahora militante) y por la posibilidad de otorgar becas, es decir, por una lucha crítica dentro las instituciones estatales. El primer logro fue conseguir la declaración de interés municipal, ahora continúan por el reconocimiento integral.
Esta es una narración que impulsa otras narraciones. Les profesores viajaron al Bolsón a una jornada de educación popular y contaron su historia a educadores de la comarca, que ya empezaron a poner en palabras su propio Bachillerato. También hay otro relato que comienza a escribirse en Fiske Menuco.
“Esto tiene mucha fuerza. Esto sigue, esto continúa” fueron las palabras de Fran, estudiante de primero, ese día de celebración pero también de despedida. Fran les había preparado un rap para les egresades, que no se animó a decir durante la ceremonia. Les profesores lo alentaban para que compartiera su regalo, pero no hubo caso. Luego se armó el baile, les alumnes trajeron sus listas de música y les enseñaron los pasos de onda a les profes. Las chicas parecían coreografiadas, bailaban como si el ritmo fuera suyo. Y en el calor de la fiesta Fran tomó el micrófono y les erizó la piel con sus palabras rasgadas desde el corazón. Porque de esto se trata el Bachi, de reconocerse en el otre. “Esto sigue, esto continúa”.
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Les egresades
Ceci “Una experiencia muy linda, el Bachi. Fue la escuela en la que pude terminar. Muchos años estuve en varias escuelas pero no podía concretar. Cuando entré al Bachi supe que era mi espacio, mi lugar. Soy madre soltera, vivo con mis tres hijos: Lucas de 9 años, Brian de 7 y Antonella de 3 en el barrio 169 Viviendas. Los proyectos que tengo son muchos, la onda es remar sobre mareas para poder concretarlos. Me anoté en la escuela de oficios para ser maestra chocolatera, sino quedo en el listado, igual la voy a seguir luchando.”
Gonza sigue dando vueltas por el Bachi. A veces lo veíamos entrar con su bici los viernes que no había clases o los fines de semana cuando nos juntábamos a organizar eventos. Él se acercaba, nos preguntaba qué estábamos haciendo, nos daba una mano o nos cebaba mate y se quedaba ahí. Este año comienza a colaborar en el Bachi como ayudante de Pelo -Pensamiento Lógico- y quiere hacer el curso para ser instructor de esquí e irse una temporada a Andorra con su novia.
Rocío tiene 22 años, un hijo y vive en el barrio Arrayanes. Estudió hasta quinto año en el cem 36 y se sumó al bachi en tercero. “El Bachi fue una gran experiencia. Me abrió mucho la cabeza y conocí personas muy copadas. Ahora quiero estudiar cocina en la escuela de oficios. Tengo muchos proyectos pero por ahora es estudiar cocina.”
Víctor dibuja en el papel, en los bancos, en las paredes del Bachi y en los edificios abandonados de Bariloche. En su facebook hay un cómic donde Guille se maravilla por todo lo que puede tener adentro un lápiz. “El Bachi es un lugar donde nos comunicamos, compartimos y nos respetamos entre todos. Yo quería terminar la secundaria y quería terminar con el mismo grupo.”
Goni tiene 2 hijos, vive en el barrio y le puso el cuerpo al Bachi. Goni siempre estaba presente: en las clases, en las asambleas, en los pastafrolazos. Y sigue estando. Este año quiere ser ayudante de la materia Salud y Ambiente.
Yani tiene 34 años, dos hijes y vive en el barrio Las Mutisias. Estudió en el Cem 99 pero no pudo terminar. Su familia y su amiga Goni le insistieron para que complete sus estudios. “Un día probé en el Bachi y lo logré. Del Bachi me traje muchas cosas lindas, pero sobre todo fue valorarme yo misma como persona y hacerme respetar”
Cintia tiene dos hijes -More y Bastian-, es madre soltera y quiere darle color a la placita del barrio, donde jugaba de chica, para que sea un lugar de encuentro para sus hijes y todes les niñes del 169 Viviendas.
Fotos: Ana Maldonado
Por Verónica Battaglia
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen