El 2018 fue un año callejero y militante. La despenalización del aborto y las injusticias y violencias cotidianas nos llevaron a salir de nuestras casas, construir carteles, sacar nuestras banderas, idear cantos populares, para abrazarnos con otras personas que también quieren construir una sociedad amorosa, equitativa, justa. Dentro del Colectivo Al Margen hay un espacio feminista que se reúne para planificar acciones, para formarse, para estar juntas. Hoy las escuchamos a ellas.
El movimiento de mujeres tuvo una gran presencia en las calles este año ¿qué reclamos las movilizaron durante el 2018?
- Creo que la premisa más importante de este año fue la votación en el congreso sobre la despenalización del aborto. Después se fueron sumando cuestiones más cotidianas como la cantidad de femicidios, violaciones, acosos. Siempre hay motivos para salir.
- Arrancamos el año con un Paro Internacional masivo: el 8M. Pero claramente lo más motivador para salir a la calle fue la ola verde.
- Es importante que lo que sucedió este año no quede ajeno a lo que viene sucediendo hace muchos años. El movimiento viene creciendo. Y que tengamos cada vez más presencia en la calle es porque hay un movimiento de mujeres que ya no se calla más, que esta fuerte, que esta empoderado. El aborto llega al Congreso porque hay una trayectoria, una calle, que viene pidiendo por esto. Entendimos que este es el pie para lograr los grandes cambios.
- Las pibas, que tienen una presencia más fuerte que nunca. Las nuevas generaciones van empoderándose con nosotras y hacen propias estas luchas. Y se nota. Nos vemos, nos sentimos parte, y cada vez somos más.
- Y se vive como una fiesta salir a la calle, porque son lugares donde nos encontramos, nos abrazamos, disfrutamos.
Uno de los reclamos que más se militó este año fue la despenalización del aborto. ¿Qué aprendizajes quedaron para el movimiento de mujeres de esa ola verde? ¿Qué quedó para el transfeminismo?
- Por un lado, la visibilización de que las luchas se dan en conjunto. Y que se puede lograr ese trabajo colectivo, independientemente de la bandera política o partidaria. Salir a la calle, estar todes, apoyando un reclamo.
- También aprendimos que no se puede aflojar ni un segundo. Porque a pesar de la masividad que tenemos en las calles, así y todo el Senado no escuchó y no aprobó la despenalización, y eso significa que tenemos que seguir militando.
- Las y los antiderechos, después que el senado votó en contra, se envalentonaron. La derecha empezó a tomar más fuerza y comenzó a ir en contra de cosas que ya no teníamos que discutir, y que estaban aprobadas, y se fue para atrás en cuestiones que ya estaban ganadas.
- Son como dos caminos. Hay una gran visibilización, muchas personas en las calles, pero en términos de política pública volvimos para atrás. No somos prioridad en la agenda política, se achicaron los recursos, se cerraron áreas. Nos pasó una topadora por encima. Y por eso entendimos que tenemos que hacer ruido, que tenemos que juntarnos. Y los temas que nos unen son tan sentidos, tan viejos, tan ancestrales, tienen que ver con nuestros cuerpos, con nuestras identidades, y por eso salimos. Ya no tiene que ver con el partido político, sino que son cuestiones más profundas. Y me parece que el desafío es tratar de deconstruir y aprender a incluir. Militar con chicas más jóvenes, con mujeres grandes.
- Con respecto a la despenalización del aborto, creo que ganamos en la despenalización social. A pesar de que no lo hayan aprobado en el congreso, una gran mayoría esta convencida.
- Pensaba el otro día, en las más jóvenes, en como se movilizaron a partir de la denuncia de Thelma. Y en eso no se vuelve atrás. En denunciar, en hablar, en poder buscar ayuda, en visibilizar determinados temas, creo que esa fuerza no la para nadie. Tenemos que seguir peleando una agenda más política, pero en lo que les pasa a les chiques en las calles, no tiene vuelta atrás.
- También me queda pensar el rol de los medios de comunicación frente a todo esto. Porque claramente en un momento determinado de nuestra historia se empieza a hablar en todos los canales, en todas las radios, en los diarios, del aborto por ejemplo. O de Thelma Fardín. Están muy presentes los medios y hay que repensar ese lugar porque es una herramienta de visibilización, que esta buenísima para el movimiento y es necesario pensar cómo nos apropiamos de esos espacios y los debates que hay dentro de esos lugares. Ese es el gran desafío.
- Ganamos en desnaturalizar lo que durante tantos años era cotidiana para nosotras, cosas como “bueno, te tocó el culo en el boliche”. Antes quedaba ahí. Las pibas y las mujeres desnaturalizaron eso. Se empiezan a cuidar más los varones, a ver si realmente están respetando a las mujeres que tienen cerca, tienen más visión de lo que puede estar bueno o no para otra mujer.
Sobre esto último: este año empezaron a aparecer algunos mensajes dirigidos a los varones para que intervengan entre sus congéneres cuando detectan situaciones de machismo, ya sea en un wassap, en un asado. ¿Qué les gustaría que pase en este sentido?
- Esta que un varón le transmita este conocimiento y le ponga un freno a otro varón. Porque también el cambio se va logrando entre ellos. Tienen que participar.
- El otro día leí un artículo de Rita Segato, y ahí ella dice que de lo que se trata es que los varones puedan construir otra forma de relacionarse y de ser. Vivimos con otros, otras, otres. Y me parecen muy buenas las campañas, como la de Avon en donde hablan dos varones. A nosotras nos parece muy sencilla, pero ellos están tan negados todavía, es tanto el poder, lo que se ha legitimado del ser varón. Si ellos empiezan a mirarse y hablarse es muy bueno. Me quede con la frase de Rita cuando dice que hay que tirar abajo el machismo porque nos ha hecho mal a todes.
Hace un ratito mencionaban la necesidad de impactar en la agenda política. El año que viene es un año electoral y en función del lugar que ha logrado el transfeminismo me preguntaba ¿qué esperan de los movimientos sociales, y de los y las candidatas?
- Que no sean caretas. Porque en este último tiempo se apropiaron de estos temas. Con el caso de Thelma lo escuchamos a Macri hablando del lugar preponderante que tiene la mujer y lo importantes que somos para la sociedad, cuando sabemos que baja los presupuestos y recorta políticas públicas. Lo escuchamos a Weretilneck y a Genusso hablando de estas cuestiones, y sabemos que acá Genusso cerró la 102 y la Dirección de Equidad de Género. Hay que tener cuidado porque sabemos que el feminismo “vende”. Así que hay que ser cuidadosas y reclamar las políticas públicas porque las necesitamos. Que no quede solamente en un discurso.
- Tienen que estar las compañeras y les compañeres en los espacios, construyendo, en el partido que decidan militar. Tienen que poder instalar nuestra agenda. Que puedan ocupar esos espacios, que tengan voz y voto, que puedan decidir. El feminismo hoy suma, pero que eso se vea en las decisiones, y que las voces de nuestras compañeras sean respetadas.
- Siento que hay mucho por trabajar. Pero tiene que ser genuino de parte de las mismas mujeres. Por ahí en cargos públicos es real que hay mujeres, pero si no tienen la deconstrucción y el acercamiento a un feminismo inclusivo y amplio, por ahí volves a quedar en lo mismo. El desafío es cómo construimos esos espacios políticos.
- Claro, que las compañeras puedan aportar a la construcción de esos espacios desde una visión feminista de la política, tomando en cuenta las prácticas políticas partidarias que no queremos para el futuro. Es otra la política que queremos.
El feminismo plantea una lógica diferente en las relaciones sociales y en consecuencia en las relaciones políticas. Quita la competencia del centro de esas relaciones y pone a la sororidad. Pero ¿qué es la sororidad? ¿y cómo se vive en la cotidiana?
- Creo que la sororidad se ve principalmente en el crecimiento, porque el feminismo nos dio, a todas, la posibilidad de hablar. Tener donde hablar y quien te contenga, te pase lo que te pase. Y que te crean. Porque la otra es empática con vos. Y podemos entender lo que viven otras, sin juzgar.
- A veces cuesta un montón ser sorora porque hay personas que están lejos de deconstruirse y dicen cosas como “bueno, pero mirá como andaba vestida”. Y es difícil.
- Es que hay una diferencia entre la buena onda y ser amiga de alguien, y la sororidad. Porque lo sororo en términos más políticos es otra cosa. Es estar frente a una situación de abuso y saber que vamos a salir todas, no importa si es tu hija, la hija de la vecina o la mía. Salimos porque nos atraviesa a todas. Quizás lo que esta sucediendo es que las mujeres volvemos a ser exigentes en esto de decir “bueno, tenemos que ser sororas”. Pero no tiene que ver con que te banques a todas las mujeres. Es más político.
- Pensaba en el dialogo, y la sororidad pone en valor espacios de escucha y de charla y de encuentro. Les da un valor social. Antes eran considerados sólo como un espacio de chisme. Y ahora se visibiliza la trama que hace al fortalecimiento y al sostén.
- Es lo que te permite ir tejiendo esas redes y cómo llega Thelma a los medios y a denunciar. No pasa de la noche a la mañana: tuvo una contención inmensa, muchas mujeres fueron sororas con ella, que la sostuvieron, que no la juzgaron.
Se vienen las fiestas y las feministas tenemos una presencia particular en las mesas familiares ¿qué les recomiendan a las compañeras?
- Claro, cae el tío Carlos y te dice “cómo te desarrollaste este año”…
- Recomiendo que se junten con amigas (risas).
- Esta bueno dejarle en claro a las personas que pensamos diferente. Pienso en mis sobrinas, que sepan que pueden hablar conmigo, si quieren, si lo necesitan.
- Sino caes con pañuelos de regalo, la nota de Rita Segato y les decís “yo pienso más o menos esto” (risas).
- Hay que dar la discusión. Porque cuando tocas determinados temas te das cuenta que esas personas que parecen deconstruidas no lo están tanto.
- Este momento histórico que estamos viviendo esta repercutiendo en las jóvenes y también en las mujeres grandes. Muchas madres nuestras, o de amigues, están hablando hoy. Tienen otros permisos y ¿cuántas de las que estamos acá realmente nos sentamos a hablar con nuestras madres sobre sus historias personales? Esta bueno abrir esos espacios.
- Y ahí un paréntesis: porque el tema es cómo se dan las discusiones. Hay que poder escuchar. Las mujeres grandes tienen muchas represiones y silencios y me parece que quizás hay que focalizar en lo sororo, en generar un lugar afectivo. Es importante preguntarse cómo queremos transmitir esto que no pasa. ¿Cómo quiero transmitirlo? La cuestión es cómo.
Fue un año intenso, de viajes colectivos, de poner el cuerpo en la calle, de sentarse en mesas de trabajo, de acordar acciones, de abrazarnos entre nosotras y con otres que militan en organizaciones compañeras. El 2019 nos encontrará otra vez juntas.
Por Florencia Taylor
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen