La situación económica de las revistas culturales, independientes y autogestivas impresas es cada vez más difícil. A esta emergencia, se suma la presentación de un proyecto en la Cámara de Diputados que propone modificar artículos de la Ley 26.736 buscando monopolizar el precio del papel de celulosa. Conversamos al respecto con Sergio Ciancaglini, actual presidente de ARECIA y editor de La Vaca.
– ¿Qué implica la modificación de esta Ley?
-Básicamente, la letra chica del significado económico en cada caso lo tienen sobre todo los medios que están manejándose en este momento con el papel, con precios tan variables se hace difícil de precisar según el caso, según el tipo de publicación. Centralmente, lo que está ocurriendo es que se está completando el circuito de monopolización y de concentración en todo el universo de medios.
Uno esto lo puede ver por razones muy sencillas… se ve en la cantidad de medios que se han caído en los últimos tiempos. La cantidad de trabajadores de prensa, tanto del ámbito privado como del estatal van quedando sin lugares en los cuales poder desarrollar su tarea. Además, el tema de la concentración económica que en Argentina tiene características muy especiales, va desde la fabricación del papel -en el caso del papel prensa, papel de diarios- hasta la concentración de pauta publicitaria, maquinarias y de la distribución y comercialización de los productos.
Está ocurriendo el fenómeno de monopolización de los kioscos. ARECIA lo ha venido discutiendo muchas veces con el aporte invalorable de muchos canillitas que nos han explicado cómo los recorridos famosos han dejado sin aire a los canillitas para que finalmente vendan en el kiosco. Ahí aparecen las grandes empresas que los compran por dos pesos, por lo cual tienen las góndolas para vender. Son los dueños de todo, del producto que está en la góndola, de la góndola y de los supermercados.
Ese aspecto de monopolización para cualquier persona que crea seriamente en la idea de la libertad de expresión, pocas veces como ahora ha estado en peligro en el país. El tema de la libertad de expresión en alguna época lo usaban las empresas periodísticas como una forma de evitar la censura por parte del Estado. Ese fenómeno hoy en Argentina hace mucho que dejó de existir. Hoy en día la libertad de expresión está en peligro por acción de esa concentración económica y que quede en manos de dos o tres corporaciones.
-Esta crisis también se traslada a las provincias, donde casi no se produce material gráfico debido a los costos…
-Claro, y se agrega un problema que es la situación económica en general, los tarifazos y demás. Hay muchos elementos para tener en cuenta. Si uno lo plantea desde una cuestión laboral, todas estas revistas autogestivas están generando trabajo para una cantidad de gente que, a raíz de eso, dejan de ser personas que están reclamándole trabajo al Estado o al sector privado, dos sectores en crisis ya que lo que últimamente están haciendo es expulsar gente.
Las revistas están haciendo una especie de hazaña para esta época, que es generar fuentes de trabajo genuino sin depender de un sector privado que se ha puesto expulsivo, y sin depender de que el Estado venga a salvarle las papas. Lo único que se está pidiendo es que dejen a este sector trabajar.
Esa idea del trabajo, de lo autogestivo que hemos planteado siempre desde ARECIA es la idea del futuro. Si tenemos que pensar en un futuro posible, factible y lógico, lo veo mucho más por esa posibilidad de que las comunidades, los grupos humanos y cooperativos generen sus propias fuentes de ingreso que depender del Estado o de estas concentraciones. Estos en el fondo terminan siendo dos modelos fracasados.
La posibilidad de una economía social, cooperativa, colaborativa, mucho más dinámica y más libre… ahí está lo que uno tendría que poder pensar para las famosas futuras generaciones. Hay grupos que ya son esas futuras generaciones de las que se hablaba hace 20 años y acá estamos con los mismos problemas. Esto hay que tomárselo en serio, la posibilidad de la autogestión… lo único que se le pide al Estado es que no nos aplasten, justamente un sector que se las está arreglando por las suyas, en el mejor de los sentidos, en la pasión por la comunicación. Por lo menos generarle las condiciones para que no esté en desigualdad de condiciones con las grandes corporaciones a las que les regalan todo.
Por Mariela Martínez y Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen