Tres de ellos son menores de edad, y ya fueron liberados. El resto permanecía en la sede de la PSA.
A un año del crimen de Rafael Nahuel, el Estado continúa privilegiando la criminalización como respuesta a la demanda mapuche. Hoy por la mañana, la columna de manifestantes que se dirigió a las puertas del juzgado federal fue recibida por un despliegue de fuerzas federales y de la provincia que terminaron por llevarse detenidas a 10 personas, entre ellas tres menores.
La movilización había sido convocada por los familiares de Rafael Nahuel, encabezados por su mamá, Graciela, y su papá, Alejandro. No sólo el juzgado estaba militarizado, sino también el acceso al edificio de Parques Nacionales, sobre avenida San Martín, lo que despertó la ira de algunos.
Los hechos culminaron el disparo de balas anti tumulto de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y las detenciones a cargo del COER de las siguientes personas: Mirta Curruhianca, María Nahuel, Elizabeth Loncopan, Adrián Domínguez, Marcos Curcui, Cristian Teufal, Jessica Bonefoi, más tres menores de edad.
A lo largo de la jornada fueron distribuidos en la comisaría segunda, Dina Huapi y en la comisaría 80. Durante la tarde, los tres menores fueron liberados tras la presión ejercida por organismos de derechos humanos.
Cabe destacar que Marcos Curcui, uno de los jóvenes apresados en Dina Huapi, fue duramente golpeado. Y que al momento, el resto de los detenidos permanecían en la sede de la PSA en el Aeropuerto, para ser trasladados a la comisaría federal.
Entre las 13 y las 15 se registró un corte sobre la ruta 40, a la altura del predio recuperado por la comunidad Winkul Mapu, frente a Lago Mascardi. A las 17, la familia de Rafael Nahuel volvió a encabezar una movilización que salió desde Onelli y Brown, con participación de partidos políticos.
Con el sol en descenso, los manifestantes llegaron hasta el Centro Cívico, donde Graciela Salvo y Alejandro Nahuel brindaron una improvisada conferencia de prensa, en la que pidieron la libertad de los detenidos.
Por último, caminaron unos pasos hacia la comisaría segunda, rodeada de camiones de asalto, que intimidantes ofrecían el telón de una escena en la que la familia pedía explicaciones y hacía demandas sin éxito a un puñado de policías que, luego de unos minutos, decidieron abrir la puerta.
Por Pablo Bassi
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen