Nuestras dos últimas fotos lo muestran al Rafa en actos de solidaridad. Eso es lo que mas molesta al sistema del desamor. Dos Historias para recordar al Rafa al año de su muerte.
Primer postal: El arco
Los pibitos se colgaron del arco de la canchita del Ruka y lo rompieron. Esos arcos llegaron luego de que varios pibes del Semillero participaran de la filmación de la película El Azote. Las productoras de Campusano preguntaron que podían donar al Ruka Che y los pibes sin pensarlo dijeron a coro: ¡Los arcos para la canchita!
Los que habíamos hecho, antes nosotros en carpintería, habían durado hasta la primer nevada. Algún vecino con frio le encontró mejor destino a los tirantes de pino blanco.
Así que la última semana que Rafa estuvo antes de irse para la Lof (como después supimos) vio el arco roto y me dijo: llévame a casa a buscar la soldadora que lo arreglo al toque. Fuimos y trajimos un mamotreto que a duras penas entró en el asiento de atrás del Renault 9. Luego el problema del alargue. No podíamos mover el arco y yo me había ahogado en un vaso de agua. El Rafa me dijo: tranqui. Y fue uniendo todos los alargues de carpintería con paciencia de araña hasta llegar al vértice del palo. Se subió a una silla y con talento de artista le dio la vuelta al caño, armando la costura. A la media hora los pibes jugaban a la pelota en una tarde de sol y Fernanda plasmó el recuerdo en la foto que ilustra esta nota.
Segunda postal: El abrazo
El jueves 23 de noviembre de 2017 se produjo el desalojo de la comunidad Winkul Mapu. Rafa como muchos otros y otras se acercó hasta la Policía Federal a expresar de cuerpo presente su solidaridad. El tema de las detenciones y los pibitos y pibitas que acompañaron a sus mamis en la Comisaría nos dolió profundamente. El mismo enojo habrá sentido Rafa quien además tenía lazos de sangre con muchos de esos peques. Ahí está el Rafa sosteniendo en brazos a un niño y con la otra mano la trutruca. Dio una mano con los pibes que eran varios y estaban atravesando un momento muy movilizador luego del desalojo violento.
Su último gesto solidario sería llevar comida por senderos de montaña de madrugada hasta la Comunidad en el Monte horas antes del operativo de Prefectura.
Rafa tenía 22 años y empezaba cuestionarse su identidad. Lo acompañaba una sonrisa y pequeños gestos de solidaridad que tal vez hubiesen sido el inicio de algo mas grande y profundo.
Una bala de Prefectura lo mató en la espesura del monte cerca del lugar sagrado que reivindican sus ancestros mapuches para si.
Mientras exigimos justicia, recordamos su rostro alegre y las pequeñas ternuras que el Rafa nos regaló antes de partir dejando una clara señal que todavía resuena en todos nosotros…
Por Alejandro Palmas
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen