La ex ministra provincial habló con Al Margen sobre cámaras, policías comunales y participación ciudadana en el control de las fuerzas.
El reciente anuncio del intendente Gustavo Genusso de incrementar las cámaras de vigilancia en la ciudad y crear un cuerpo de protección urbana cosechó críticas de diferentes bloques, al punto de no estar asegurado el voto necesario de los dos tercios del Concejo Deliberante para sancionar una ordenanza.
Uno de los aspectos más cuestionados fue la financiación del proyecto con una tasa de hasta $95 por vecino. Ramón Chiocconi del Frente para la Victoria dijo que el servicio le corresponde a la provincia; su compañera Ana Marks advirtió que es una medida demagógica; y Daniel González de PRO que está en desacuerdo con implementar un tributo más.
El plan prevé pasar de 80 a 120 cámaras, implementar 2.000 botones antipánico, crear un sistema de respuesta de emergencias para trasladar pacientes hacia centros de salud durante las 24 horas y constituir una fuerza de agentes –en principio no armados- que ofrezca respuestas ante diversas eventualidades.
Al Margen habló con Marta Arriola, ex secretaria de Seguridad y Justicia de la provincia de Rio Negro durante 2013, promotora del Programa de Inclusión Ciudadana (PIC) en el ámbito de la seguridad, y una experta asesora de León Arslanián en el desarrollo del modelo de seguridad democrática.
– ¿Funcionan las cámaras para reducir el delito?
-En sí mismas no son buenas ni malas. Funcionan en la medida que haya un plan y un sistema: sala de monitoreo, personal capacitado para leer e intervenir.
–O sea que hubo experiencias truncas…
-Por supuesto. Hubo experiencias en las que se montaron cámaras y no había quien las mirara. O no había infraestructura básica para que funcionaran.
–El municipio dijo que es la sociedad quien demanda más protección. ¿Existe en este sentido una especie de insaciabilidad de los vecinos?
-En absoluto, ese es un mito. No hay nadie más razonable que una comunidad organizada. La sociedad demanda y es justo que lo haga. Pero los funcionarios deben apostar a procesos de largo plazo.
– ¿Qué opinión le merece la creación de una fuerza comunal en Bariloche?
-No puede emitir opinión porque desconozco el proyecto a fondo. Pero que los municipios comiencen a hacerse cargo de los problemas de seguridad, entendida como seguridad democrática, enmarcada en planes integrales con personal capacitado, que prevenga y coordine con otras fuerzas, me parece bienvenida.
– ¿Qué es la seguridad democrática?
Es una construcción que entiende a la seguridad como un derecho al buen vivir. Que no hace sólo referencia a la prevención del delito, sino que también atiende la salud, educación, vivienda.
–Entiendo, por lo que dice, que no todas las experiencias de cuerpos comunales fueron exitosas
-Si la policía de la provincia va a en un sentido de formación diferente a la que se genera a nivel municipal, es probable que eso genere dificultades, superposiciones.
–En la provincia de Buenos Aires trajo mucho debate su implementación. ¿Qué evaluación hace?
-Durante la gestión de León Arslanián como ministro de Seguridad bonaerense (2004-2007) hubo una primera experiencia de policías comunales en municipios con menos de 70 mil habitantes. Desde una perspectiva cuidadosa, de profesionalización de la fuerza, que nunca pudo ser evaluada por las autoridades que continuaron en la gestión del ministerio. Luego, alrededor de 2014, Scioli creó la Policía Comunal en un contexto de conflictividad en ascenso, que no llegó a buen puerto porque fue un cuerpo con doble comando: no quedó encuadrado ni en la provincia ni en el municipio
–Habiendo usted conducido la Policía de Rio Negro, ¿qué perspectivas observa?
-Sigo pensando que en Rio Negro hay todavía una deuda importante, que es llevar adelante una reforma estructural en el sistema de seguridad. Hubo un amague en este sentido; nunca se concretó. Nosotros estamos discutiendo ahora más cámaras sí o no, mientras uno de los testigos en el juicio por el accionar de la policía en el asesinato de tres jóvenes en 2010 fue agredido, o cuando un joven perdió un ojo en un barrio del Alto en manos de un policía
– ¿Qué características debiera tener esa reforma?
-Apostar a la profesionalización en serio de la fuerza, efectiva para la provincia. Separar la policía de seguridad de la de investigación. Esto básico, es el ABC para una propuesta de seguridad seria. Apostar profundamente a la participación de la comunidad para alcanzar un plan donde los vecinos cumplan el rol de contralor y, a su vez, se generen espacios de trabajo conjunto con el Estado. Creo también que debe enfocarse en la capacitación, condiciones de vida, salario, obra social, entrenamiento físico, el empleo de tecnología del personal policial
– ¿Sería un buen punto de partida crear una policía comunal?
-En Rio Negro existen regiones con características y fisonomías propias; y distancias considerables entre una y otra, lo que lleva necesariamente a hablar de regionalización. Tener policías preparadas para trabajar en territorios con identidades delimitadas nos permite obtener un diagnóstico más rico para profesionalizar la fuerza. En Rio Negro hay que trabajar esta regionalización, y no rotar la fuerza como en una calesita sin enraizamiento. Y es necesario, sobre todo, un gobierno político que ejerza la seguridad desde el ministerio con absoluta libertad, tomando las decisiones que hay que tomar en un área compleja. El proyecto del municipio de Bariloche, entonces, resulta a priori interesante
– ¿Cómo fue su experiencia de participación popular en las fuerzas de seguridad?
-Por múltiples motivos en Bariloche no nos fue bien, pero en la provincia tuvimos experiencias importantes en Viedma, interesantes en Villa Regina con indicadores y programas muy queridos como el de Integración Comunitaria, con niveles concretos de descenso en la conflictividad y el delito
-Organizaciones de derechos humanos critican la excesiva presencia de fuerzas federales en Bariloche. ¿Qué opina?
-La saturación de fuerzas de seguridad no es un indicador positivo. Si hay que sobresaturar el territorio por tiempos imprecisos, es porque no está funcionando el sistema. Ahí falta un plan, o el plan que hay no funciona.
Por Pablo Bassi
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen