En la actualidad, la cooperativa Río Paraná de Oberá la integran 200 socios y su yerba se comercializa con la menor cantidad de intermediarios posibles. Fue ganadora del premio a la mejor yerba mate en Caminos y Sabores 2017 y actualmente procesa 600.000 kg de hoja verde, lo que equivale a 200.000 kg de yerba mate por año. Pero no siempre fue así.
– ¿Cómo fueron los comienzos de su cooperativa?
– En los inicios éramos una cooperativa de curtiembres, de cueros, y de a poco ya en el 2003 nos fuimos volcando a ser una cooperativa de consumo agrícola. En ese año comenzamos a elaborar yerba mate, algo muy emblemático para todos los argentinos. Queríamos demostrar que se puede pagar al productor primario un precio justo y llegar al consumidor con un producto de calidad. Esa fue la idea que siempre tuvimos y la que nos llevó a comenzar a practicar el estacionamiento natural barbacuá de la yerba, el mismo sistema que utilizaban los jesuitas aquí en Misiones para no perder las virtudes de la yerba mate. La verdad que comenzamos con algo difícil, porque es algo que conoce todo el mundo y hay muchísimas marcas. En la actualidad, muchas yerbas comerciales tienen cámaras de estacionamiento, donde la hoja se cosecha y a los dos meses ya está en las góndolas, porque le agregan artificialmente aroma y cosas que no deberían ser, al menos según nuestro criterio.
Esas cuestiones lamentablemente no son contempladas por muchas familias que tienen un poder adquisitivo que apenas llega a fin de mes y compran siempre la yerba más económica sin importar quién ni cómo se elaboró. No se fijan si el estacionamiento es natural, si tiene un porcentaje adecuado de palo y polvo, porque hay yerbas que le meten el 50 % de palo, y resultan un producto de calidad. Por eso invitamos a la gente a que se pregunte, si es lo mismo comprar un kilo de azúcar que proviene de ingenio Ledesma o de una cooperativa azucarera independiente, por ejemplo. Tenemos que comenzar a pensar en eso en todos los rubros: ¿Cuánto percibe el tipo que está atrás de un torno, en relación a su producto? ¿O cuánto gana una empresa de trasporte y cuánto paga a sus choferes? Por ejemplo, si miro los costos del flete en relación a nuestro producto veo que ellos ganan diez veces más que nosotros.
Este año nosotros pagamos la hoja verde 7 pesos el kilo, que es un precio medianamente correcto que nos permite vivir. Pensá que necesitamos 3 kilos de hoja verde para hacer 1 seco. O sea que nos sale 21 pesos los 3 kilos. Sin embargo, hubo empresas que todavía pagan 3 pesos por kilo a los productores. Esas son las luchas nuestras, donde no queremos trasladar el precio al consumidor y al mismo tiempo tenemos que sostener a nuestras familias con este trabajo.
– ¿Qué estrategias de comercialización encuentran para vender sus productos?
– La que más hemos desarrollado por estos lados es la Feria Franca de Agricultores. Aquí nacieron estas ferias de la mano del Movimiento Agrario de Misiones (MAM) donde costó mucho instalarlas, pero fue algo que llegó para quedarse. Sin embargo, creo que nos vamos a tener que apropiar de la comercialización de los productos de consumo masivo, de los comestibles, en donde los que la vienen manejando muy bien son los intermediarios.
Vamos a tener que armarnos en la comercialización en nuestra provincia, ustedes en Río Negro e intercambiar producciones de cada una en donde cada cual consume cosas que no produce. Supongamos que nosotros les enviamos yerba y té y ustedes manzanas y frutillas. Vamos a tener que juntarnos como cuando armamos el foro de organizaciones regional y comenzar a interpretar y desarrollar estas ideas. La gente tiene que tomar conciencia siempre preguntándose qué hay detrás de la marca del producto. Hay que trabajar muy fuertemente en los intercambios regionales, pero para eso también vamos a tener que hacer reuniones con las cámaras de comercios, explicarles nuestro trabajo, contarles que el dinero queda en la zona, a diferencia de cuando viene un intermediario.
– ¿Cuáles son las principales dificultades que tienen en ese proceso?
– Para poder comercializar en cantidad necesitamos almacenar y, por ende, tener otro tipo de infraestructura, pero no tenemos los recursos para cambiar ese esquema. En la actualidad, el Estado nacional y provincial están ausentes en todo esto, entonces no tenemos la posibilidad de absorber ni siquiera la cantidad de yerba que producen nuestros 200 socios, porque no tenemos una capacidad comercial para acopiar y comercializar tanta cantidad. Si todos entregáramos la yerba a nuestra cooperativa tendríamos yerba para diez años, pero la tendríamos que malvender a un precio mucho menor, y estaríamos haciendo lo mismo que “los otros”. Entonces vamos rotando respecto a los compañeros que proveen a nuestra cooperativa, porque no tenemos esa capacidad comercial. Actualmente estamos comercializando cerca de 15.000 kilos mensuales. Ojalá algún día puedan ser muchos más.
Al respecto, hace poco nos reunimos con actores sociales del Municipio de San Vicente y elaboramos un estudio de mercado de consumo en forma de encuesta de las familias, donde analizamos qué es lo que nosotros podíamos producir. Allí estuvieron la Cámara de Comercio, el Inta, la Secretaría de Agricultura Familiar, la Universidad, el Municipio y nosotros. Entonces hicimos un relevamiento del consumo para poder saber cuántos cajones de lechuga consume por ejemplo nuestro municipio. Hicimos todo ese estudio de consumo y costos y le dimos forma con acompañamiento técnico. Son cosas que suman al propósito de la comercialización.
Mate amargo
Los trabajadores y trabajadoras que cosechan la yerba mate se llaman tareferos, quienes cortan las ramas y hojas, que son llevadas a los secaderos donde comienza el proceso de industrialización. La producción de esta yerba verde es secada en forma mecánica o con el sistema tradicional que utiliza Titrayju, de fuego directo en barbacuá, para detener los procesos biológicos. Luego del secado, la yerba recibe una molienda gruesa, transformándose en yerba “canchada”, que se estaciona un tiempo variable del que depende su calidad, para enviarla luego al molino, donde se realiza la molienda fina y su posterior envasado.
– Te quería consultar respecto al nombre de su yerba. Ustedes le pusieron las iniciales de Tierra, Trabajo y Justicia “Titrayju”. ¿Crees que continúa vigente ese nombre en la actualidad?
– La mayoría de nuestros socios tienen campos chicos de entre 2 y 5 hectáreas, pero diversificados productos: alguna vaca, té, tabaco, yerba, la huerta, algún chancho o plantamos maíz para tener ramificada nuestras producciones. Los que tienen un solo producto han perdido mucho cuando baja un precio determinado. Entonces quizás alguna persona acaudalada te adelanta dinero y te dice que después le pagas con producto, pero al otro año ese producto está más bajo que el piso, entonces terminas vendiendo la chacra y mudándote a los cordones de la ciudad. Lamentablemente hubo montones de casos.
La tierra es la lucha permanente que tenemos. Aquí en Misiones hay miles de hectáreas que están en situación irregular, en donde cada tanto aparecen dueños que no sé de dónde salen y hay unas disputas permanentes en cuanto a los desalojos. No obstante, las vamos sorteando, hemos presionado mucho al Gobierno de la provincia y se ha solucionado mucho esos problemas. En Misiones, a pesar de ser una provincia chiquita, tenemos alrededor de 35 mil familias de agricultores familiares, en pequeñas parcelas de tierra. Es un dato no menor.
El 80% de la población rural misionera está ocupada en la producción agrícola, de ella el 65% son pequeños productores criollos y “gringos”, inmigrantes o hijos de inmigrantes, que viven del trabajo con sus familias de las cuales casi ninguno de ellos es propietario. La yerba mate fue históricamente el principal cultivo de la provincia. Hay 18.000 plantaciones en la actualidad.
– A diferencia de lo que sucede en la pampa húmeda de Buenos Aires… ¿Se sienten identificados con ese “campo”?
– No. Estamos lejos de ese campo. Todo lo contrario. Con esta medida del Gobierno de quitar el monotributo agropecuario a costo cero, hemos presentado un recurso de amparo. Si nos sacan el monotributo que hemos logrado, después de tanta lucha para que el Estado se haga cargo del monotributo para el pequeño agricultor, el costo de la medicina es altísimo. Además, lo que se puede facturar en la actualidad no acompañó la suba de precios.
No es una cooperativa rica la nuestra. Tenemos una carga impositiva que nos está asfixiando de verdad y esos gastos se suman a la energía, combustible, personal, envases, estampillas, gastos bancarios, y la lista es larga y sigue. Este cambio de política que hubo en el gobierno nacional, a los pequeños productores nos está cocinando. Muchas cooperativas no tienen salida y han quedado en el camino. Se terminaron los créditos blandos y subsidios de Desarrollo Social, los cuales al productor de la agricultura familiar le permite vivir bien. En la actualidad, o sos el gran productor o fuiste.
– Para cerrar la nota, vamos al elemento esencial. ¿Cómo se prepara un buen mate? ¿Qué consejos darías para el cebado?
– Primero tenés que tener una muy buena yerba con una cantidad de palos que ronde un 20 %, que sea de yerba estacionada. Se pone la yerba al mate, en una medida justa, se lo pone boca abajo y se lo sacude para sacar un poquito de polvo con la mano, luego se le pone un chorrito de agua fría o tibia para que la yerba se vaya aclimatando porque si le agregas agua hervida directamente a la yerba se quema. La temperatura del agua debe rondar los 80 grados.
Sin embargo, en cada zona del país que vayas se prepara diferente, ¡¡incluso con azúcar y agua hervida!! En cada región todos dicen ser los mejores cebadores del mundo. Eso es algo típico del argentino.
Por Sebastián Carapezza
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen