El distinguido criminólogo, ex juez de la Corte Suprema, considera que la concentración de la riqueza a pasos agigantados conduce a un precipicio. Primer tramo de la entrevista exclusiva a Zaffaroni.
Raúl Zaffaroni tiene un don: es una de esas personas que, pensando, hace pensar a los demás. Cada vez que realiza una reflexión, sus palabras permiten profundizar un concepto, una idea, una mirada.
Es uno de los juristas más reconocidos del mundo. En 2004, se convirtió en el primer latinoamericano en recibir un premio de la Asociación Internacional del Derecho penal, al ser reconocido como el jurista más importante del mundo de habla hispana y como el autor más leído en su materia en el mundo hispanohablante.
En 2015 se convirtió en miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), tras once años como ministro de la Corte Suprema de Justicia. A lo largo de su extensa trayectoria, ha recibido más de 30 honoris causa y ha generado una vasta producción académica.
Su palabra es una referencia ineludible para pensar la época. Entre otros asuntos, en esta conversación con Al Margen se refiere al escenario político de Latinoamérica y del país y las consecuencias que generan en los pueblos las políticas de ajuste.
–¿Con qué términos describiría la situación actual del país?
–Creo que es de máxima gravedad: no cierran las cuentas. Se ha endeudado al país en forma inusitada, como dije hace unos meses, se terminó el crédito y el último recurso es el FMI, que no servirá de mucho. Una irresponsabilidad sin límites nos ha llevado a una catástrofe. Han dado lo que cada uno de los sectores que los apoyaron y apoyan les pidieron, en forma desordenada y caótica. Ahora están en un callejón sin salida. No pueden dar marcha atrás y avanzan a pasos acelerados hacia el iceberg, mientras la orquesta toca alegremente en la proa. Están viendo cómo se arrastran hasta fines del año que viene, pero el iceberg está demasiado cerca y siguen a toda marcha. El costo social de esta irresponsabilidad será muy grande. Habrá que empezar nuevamente desde menos cero. No es la mía una crítica partidista, aquí no caben ya los partidismos y me animo a decir que ni siquiera las ideologías, esto no tiene ideología, es directamente un caos, no sé qué pensaron, tampoco si no se dan cuenta. Martínez de Hoz y Cavallo nos llevaron al desastre, pero lo hicieron con más tiempo, mucho más despacio, estos inconscientes lo han hecho a una velocidad increíble, alucinante, y todavía bravuconean, echan jueces, maniobran tribunales, hablan de la “pesada herencia”, a cada paso hay un negociado de cientos de millones, estigmatizan a personas, Clarín gobierna la República, tienen presos políticos descaradamente, el Estado de derecho se cae a pedazos. Estamos frente a un precipicio, esa es la tristísima realidad a la que nos llevaron en apenas dos años y meses.
–¿Qué respuestas de los pueblos imagina ante este peculiar escenario en Argentina y Latinoamérica?
–Los pueblos no se quedan quietos, esta agresión continental, como todo lo humano, tiene efectos también positivos. Está reafirmando la consciencia continental, la consciencia de la necesidad de unirnos para actuar en bloque en este mundo difícil que nos toca vivir. Por otro lado, está deslegitimando a los poderes judiciales “asépticos, sin ideología, apartidistas”, aparentemente huecos, está creando la necesidad de un nuevo derecho, con límites ideológicos frente a una disyuntiva que cada día es menos “izquierda o derecha” y cada día más “soberanía o colonia”. Nuestros pueblos seguirán activos y si sus viejos movimientos y líderes no estuviesen a la altura de la hora, surgirán nuevos movimientos y nuevos lideratos. En política nada se queda vacío, el vacío y la política se rechazan, si hay un hueco alguien lo llena, aunque hoy, a veces, no sepamos quién.
–A principio de este año, usted advirtió que “un riesgo en el plano económico” podía “trascender al plano social”. ¿Considera que ya se ha dado ese traspaso? ¿En qué aspectos?
–Sí, tal como lo dije, se acabó el crédito, no hay quién preste más dólares, por eso tuvieron que acudir al FMI. Nadie puede vivir pidiendo dinero para perderlo en forma permanente, un día no le prestan más y quiebra. No soy economista, pero bastaba ver los números para darse cuenta de lo que sucedería, con el criterio del bolichero de la esquina, nada más. No soy ningún genio, lo único que hice fue mirar números y darme cuenta de la locura que se estaba cometiendo. Ahora empiezan a llegar las cuentas de la energía, la clase media misma lo empieza a sentir, el dólar se dispara y con eso los precios, la inflación no para, pero aún no llegamos al desastre, como dije vamos a toda máquina hacia allí; cuánto demore, eso no lo sé, pero que viene, no me cabe la menor duda.
–Eso se vincula con lo que sostuvo en un artículo en Página/12 en el que afirmó que “el programa económico de este gobierno conduce a una crisis fuerte, sea en el mediano plazo o en el largo”. ¿Es posible detenerla? ¿Cómo?
–Sí, pero no puede hacerlo este gobierno, porque tendría que dar marcha atrás en muchas medidas, formular una política económica responsable, y para eso debería perjudicar los intereses de los sectores que lo sostienen. ¿Cómo podrían reponer las retenciones a la exportación y a la minería? ¿Cómo podrían volver a imponerles a los exportadores que liquiden las divisas en un tiempo breve? Le retiran apoyo inmediatamente, sin duda. Se metieron en un callejón sin salida como dije, la luz que veían al final del túnel era la de un tren bala que viene en sentido contrario. Claro que se puede recomponer la economía, aunque va a costar, pero es posible, la Argentina tiene potencia para hacerlo, pero no tienen espacio político para hacerlo, porque se sostienen con el apoyo de todos los intereses a los que pagaron irresponsablemente y en forma caótica, en una “no política” demencial que los llevó a esta emergencia.
–¿Vislumbra situaciones de violencia como próximos capítulos de este plan de ajuste que incluye un endeudamiento y condicionamiento del FMI?
–Espero que no, es mi deseo, mi más profundo deseo que se pueda evitar, pero debo confesar que tengo mucho miedo de eso. Espero que prime la cordura, debemos advertir a los chicos que tengan mucho cuidado, ellos no saben de violencia ni de represión, no vivieron esas épocas. No deben aceptar provocaciones, moverse con cuidado.
Por Luis Zarranz
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen