El pasado domingo 17 de agosto la Familia Cabezas realizó en el Gimnasio de la Iglesia de San Francisco, en el Ñireco, la tradicional fiesta de la Virgen de Urkupiña. Una devoción que lleva más de 20 años en la ciudad, que en base a la fe, la tradición y la cultura tiene dos logros importantes: unir y visibilizar a la comunidad boliviana en Bariloche.
Los Cabezas son de las familias bolivianas que hace más tiempo están en la Patagonia. Vinieron en los años ’70 a trabajar en la construcción de algunas obras emblemáticas de la ciudad como son el Bariloche Center o la Escuela Nacional y cuando lo hicieron, trajeron con ellos sus tradiciones y su cultura. Estar desde hace tanto tiempo los convirtió en una de las familias referentes de la colectividad boliviana de la zona y les permitió comenzar con una fiesta tradicional en honor a la Virgen de la que son devotos, la Virgen de Urkupiña.
Esta fiesta tiene más de 20 años en esta ciudad. “Mi mamá viaja en el ‘93 a la Feria de la Salada, porque mi tía y mi abuela eran pasantes, y le prometen a la virgen hacer una fiesta en Bariloche. La idea era hacerlo un solo año, pero como la colectividad no se junta, porque está muy desunida, se decidió seguir con la fiesta todos los años para reunirse”, nos cuenta Rosa Cabezas, hija de aquel matrimonio que vino en los ‘70 y una de las responsables de la organización de la fiesta hoy.
La Virgen de Urkupiña es originaria de Quillacollo, un pueblo a 14 Km. de Cochabamba, Bolivia. Distante a unos 3600 Km de Bariloche. Desde allí la hermana de Rosa, Graciela Cabezas, trajo una de las imágenes a la que hoy se rinde culto en Bariloche. Una Virgen de yeso de aproximadamente un metro de alto y unos 20 kilos. La trajo en su falda, en un largo viaje de 4 días en varios colectivos. Cansador, pero una muestra del sacrificio que la comunidad está dispuesta a hacer por esta devoción.
Inés Barelli es investigadora del CONICET en Bariloche y trabaja con las devociones marianas de los migrantes, en particular con la comunidad boliviana. Al respecto nos dice que “la Virgen de Urkupiña es una devoción que tiene una característica muy particular. Se le pide, es milagrosa, concede promesas y conlleva una serie de tradiciones andinas a las que los migrantes bolivianos están muy acostumbrados a realizar. Por eso, cuando se produce el traslado, la migración, continuar con esas prácticas ayuda al tránsito.”
Un dato no menor es que la de Urkupiña es una Virgen Morena, y cuando hizo su aparición milagrosa lo hizo hablando en quechua. El mismo idioma en que una monja boliviana dio parte de la misa el pasado domingo 17 en la Iglesia de San Francisco en el Ñireco. Allí el Padre Pepe, responsable de la pastoral de migraciones, los recibe y les presta el gimnasio para que puedan hacer su tradicional festejo. Congregaron más de 300 personas pertenecientes a esta comunidad.
La fiesta es tan importante que se organiza de la misma forma que en Bolivia, con Padrinos. “Tenemos un padrino para cada cosa”, dice Rosa Cabezas. “El de misa, el que paga la comida, el de bebida que paga la cerveza, de suvenir, de torta, de foto, de música, de lo que vos te imagines. Es una colaboración que cada uno le hace un regalo a la virgen. Los que somos devotos de la virgencita. Los católicos principalmente”
“Antes se hacía en la casa de mis padres Barrio San Francisco I”, continúa Rosa. “Todos los vecinos sabían de nuestra costumbre. ¡La fiesta duraba tres días! Ahora no, dura un día nomás y ya es mucho”. Aun así, en esta oportunidad hubo comidas y bebidas durante todo el día, siendo que el festejo comenzó con la misa a las 10:30 de la mañana del domingo y prometía extenderse hasta pasada la 1 o 2 de la mañana. “Dijimos que se termina a las 12 porque el Padre Pepe quiere que nos vayamos temprano”, dice entre diente un organizador. Participaron ballets de folclore locales, ballets de danzas andinas, de Bariloche y de El Bolsón, reconocimientos para los padrinos, y más. Prometieron participar de la fiesta de Copacabana que se realizará en la comarca andina el 8 de diciembre y para el año que viene invitar a más compatriotas de Chubut, del Valle y de Neuquén, lo que hará que la fiesta visibilice aún más a esta comunidad que parte de la sociedad barilochense parece no ver.
Nicolas Fernández Bravo es antropólogo y trabaja con las comunidades bolivianas en Buenos Aires. Al respecto de la relevancia que tienen estos festejos, explica, “los altos niveles de informalidad en Bolivia hacen que las formas de organización informales sean importantes. El espacio social y comunitario es un espacio de contención y también de exhibición, de mostrarse. ¿Los argentinos se muestran en punta del este? Bueno, los bolivianos se muestran en estos lugares, en estas fiestas y lo sienten como un lugar de pertenencia. En esos espacios también tiene un valor relacional, no solo cultural, también hay interacción de datos, de favores, de puestos de trabajo, por eso es más de la órbita de lo social. Son espacios donde se permite ejercer el orgullo, por la identidad por la cultura o la estética, que en otros lados puede ser discriminada y tildada de grasa”
“La fiesta de la Virgen es la Fiesta de Bolivianos que más convoca” dice Rosa y es cierto. Otras organizaciones bolivianas locales están en una seria crisis de representatividad que hace mella al momento de generar convocatorias. Si hay algo que preocupa a los integrantes de la comunidad boliviana local es esta falta de unidad al momento de tejer lazos solidarios entre hermanos. Están disgregados y extrañan la construcción colectiva que tantos buenos réditos les dio en otros momentos. Pero la Fe, la añoranza del terruño, la importancia que toma la tradición a la distancia, logran sobrepasar las peleas personales, los malos entendidos, y los une en el festejo que se realiza en honor a esta Virgen.
Por Ramiro Sáenz
Fotografías: Ramiro Sáenz y Eugenia Neme
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen