La Senadora por Río Negro Silvina García Larraburu expresó en una entrevista con Radio Mitre que votará en contra del proyecto de ley que busca despenalizar la interrupción voluntaria de embarazos.
Durante la entrevista, la Senadora de una provincia que tiene reglamentada y en funciones desde el 2015 la ley provincial 4796 que legaliza la interrupción legal de los embarazos (ILE), dijo muchas cosas. Que el proyecto era malo, que no tiene que ver con nuestra idiosincrasia, que no viene a ayudar a la gente humilde porque “la gente pobre no aborta”. También se tomó el tiempo de decir unas 3 o 4 veces que se había banalizado el tema y que “está de moda ponerse el pañuelo verde”. Que todo el debate no era más que “una cortina de humo para distraer la atención de los grandes temas urgentes”. Enfatizó, en más de una oportunidad, que había salido a caminar los barrios y que vio que “las madres, más allá de todo, sostienen sus hogares” y que no es un debate de los sectores de menos recursos.
Frente a estos dichos, clasistas y anti-derechos, las mujeres que integramos el Colectivo Al Margen queremos preguntarle a la Senadora si considera más de una década de formación y militancia en el marco de la Campaña por el Derecho a Decidir “un debate banal”. Queremos saber si podemos extraer de sus dichos que para ella, y el espacio político que tiene que representar, la vida de las mujeres que mueren en abortos clandestinos “no es un tema urgente” que necesita debatirse en el seno del Congreso.
Pero principalmente nos interesa compartir con la Senadora una reflexión, que viene de nuestra militancia feminista. En un momento de la entrevista Larraburu dice: “Y he caminado mucho los barrios, como los camino siempre, pero bueno, estas semanas más, y la realidad es esa. Las madres, más allá de todo, sostienen sus hogares, en muchos casos son el único sostén del hogar. Y la lucha, la pelea en las familias, se ayudan las madres, las hermanas, las tías. Entonces la realidad es que no es un debate que se dé en los sectores de menos recursos”.
Esto que plantea la Senadora es parte de la realidad. Las mujeres somos muchas veces el sostén del hogar, desde lo económico y desde lo emocional. Y construimos, para sobrevivir, redes entre nosotras. Pero lo que la Senadora no hizo fue sentarse a escuchar las historias con perspectiva de género. Y por eso no la persiguen preguntas como: ¿Por qué son las mujeres el sostén del hogar? ¿Dónde están los padres de esxs hijxs? ¿Por qué no aportan dinero y tiempo para la crianza? ¿Por qué las mujeres buscamos otras mujeres que nos ayuden en la crianza? ¿Qué pasa con la formación de los hombres que no se involucran? ¿De dónde surgen los embarazos no deseados? ¿Por qué si la concepción necesita a dos personas se penaliza sólo a una, a la mujer, por decidir interrumpir un embarazo no deseado? ¿Por qué no se penaliza con vasectomías obligatorias a los hombres que provocan embarazos no deseados? ¿Habrán decidido esas mujeres tener hijxs? ¿Alguien alguna vez les dio la opción de elegir cuándo, cómo y con quién tener hijxs?
Estas preguntas están referidas a mujeres y cuerpos gestantes de todas las clases sociales. Nosotras militamos la construcción de redes, generamos relaciones sororas y buscamos respuestas pedagógicas a los problemas que esta sociedad capitalista y machista genera. Por eso las organizaciones feministas levantamos la bandera que dice: Nosotrxs abortamos. Sin distinciones. Nosotrxs abortamos. En esta marea verde estamos juntxs. Que sea ley.