Se adelantó el frío en Bariloche y la región. Los tarifazos hacen encrudecer el invierno y la gente de a pie necesita calefaccionarse. Las asimetrías entorno al gas envasado y de red, los aumentos en este último y la opción por la red eléctrica. Segundo Informe de Al Margen para no congelarte.
Gas natural: Más cerca de Marte que de la Tierra.
El ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, oficializó a principio de abril la cifra del nuevo aumento en la factura de gas: a partir de abril será del 32% en promedio. Junto con el aumento de diciembre pasado, la suba total roza el 80%.
“El máximo es del 40%, el mínimo del 28% y el promedio de 32%. Los de menor consumo aumentan más y los de mayor, menos, porque ya habían visto elevada la tarifa”, explicó el funcionario en la presentación del nuevo cuadro tarifario.
En la Patagonia, el incremento llegó al 36% para los hogares con los consumos más bajos. Para los consumos más altos, en cambio, se estableció un alza del 29%. Este es el segundo aumento en menos de seis meses, luego del anunciado en diciembre pasado del 45% en promedio. Se espera otro incremento en el mes de octubre.
Al respecto, el presidente sentenció una desafortunada frase: “El subsidio a la energía era tan imprudente que, por ejemplo, un hogar humilde pagaba lo mismo que un departamento que consumía dos, tres, cuatro veces más. Incoherencias como ésta hicieron que se haya llegado al extremo de calefaccionar veredas con lozas radiantes en algunas ciudades del sur del país, mientras había otras como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires donde miles de personas sufrían los cortes de luz durante días” escribió.
“Es preocupante la falta de sentido común y desconocimiento del país que muestra el primer mandatario”, replicaron al día siguiente de esta nueva frase célebre de Macri, varios gremios y organizaciones sociales. Se quedaron cortos.
El camino desde los pozos a las hornallas es largo y ese bien invisible e inoloro tan preciado pasa por diferentes manos (y bolsillos). Un tema sensible e inflamable de este bien de primera necesidad. Al menos hasta la veda de conexiones de nuevos usuarios a la red de gas, que comenzó hace cuatro años en las ciudades cordilleranas, y se extenderá por lo menos hasta 2019 cuando –luego de varias promesas incumplidas– debería quedar inaugurada la ampliación del gasoducto cordillerano.
Electricidad: El último que (a)pague la luz.
Cuando Daniel construyó su casa no quiso depender del suministro del gas envasado ni de leña para abrigar sus días. Así que optó por dos estufas eléctricas. Una en un cuarto y otra en la cocina. No convive con humo, no barre varias veces al día su piso, nunca esperó al camión que viene de El Bolsón con el suministro, pero igual sufre. Y cuando más lo siente es cuando ve que en su buzón o en su alambrado está la factura de luz. La abre rompiendo los ganchos como queriendo transcurrir rápido ese momento. Y putea. Ve los gráficos queconsume y si bien siempre gasta un poco menos que el mes anterior, siempre paga más. Esta vez llegó a $ 1.100 por 270 KWh $. Sin embargo, en la ecuación hay varias cosas que no entiende.
No entiende como le cobran tarifa residencial si cuando quiso poner el pilar tuvo que abrir la calle él mismo para que “los de la Cooperativa” vengan a poner el poste de donde se desprende el cable que va a su casa. Fue a averiguar a la CEB por qué muchos de sus vecinos tenían tarifa social y el no. Básicamente le contestaron que no era demasiado pobre. Solo tener un auto del año 2000 ya imposibilita esta tarifa. Sin embargo, en la actualidad la CEB tiene casi 11.000 usuarios con tarifa social en la ciudad.
Tampoco entiende cuando ve que le cobran “servicio de alumbrado público”, cuando no sabe ni lo que significa porque es un servicio que no tiene. También en cada boleta cobran la tasa municipal que la encarece un 3%, la Ley nacional Nº 25.413, y no concibe como pueden cobrarle el 21% de IVA a un servicio básico.
Además, le facturan 50 mangos mensuales por un “sepelio básico”, el pago voluntario de Sicei, 10 pesitos para el Simbov, y otro tanto de tasa de inspección. Y dos ítems más que le llaman la atención: $150 en “aporte beneficio CEB” y $120 “fideicomiso infraestructura CEB”.
Conclusión: más de la mitad del precio de su factura se engrosa con tasas, ordenanzas, impuestos, servicios no solicitados ni facilitados, y aportes entre otros. Todo eso, sin contar los eventuales intereses (leer recuadro CEB).
Es que cada factura de la CEB se divide en tres partes: La primera es el consumo de energía, la segunda parte es el talón B, que son los cargos extras, y la tercera son las tasas y aportes de capitalización a la cooperativa eléctrica.
Sobre este último ítem Mariana Criado, prensa de la CEB, explica que “son aportes de capitalización. El importe va de la mano del importe del kilovatio. El fideicomiso, que se votó por unanimidad por los delegados en junio del 2017, tiene un plan de capitalización y un plazo de finalización con posibilidad a renovación o no, con el mandato de los delegados que es de un año. Esto se puede renovar o no, cuando asuman los siguientes. El plan del fideicomiso está en nuestra página y detalla las acciones y obras que se harán con este monto. Dentro de las obras energéticas que se proyectarán con este dinero recaudado está la planificación y posterior construcción de una nueva estación transformadora en el este de la ciudad”.
– ¿Se consume más electricidad por familia? ¿Por qué creen?
–Bariloche en 2010 tenía un total de 41.852 medidores habilitados. Y lo corriente es estimar entre tres y cuatro habitantes por medidor. En la actualidad, la CEB tiene cerca de 52.000 medidores y cada vez hay más consumo ya que la gente se calefacciona con electricidad porque no están realizando conexión a gas natural. Si bien la tasa de población es del 4,5 hay un 6,5 más de consumo de energía, esto da la pauta que se consume más y creemos que se da por el aumento y la escasez de gas en la región.
–¿Cuánto aumentó la electricidad en los últimos dos años?
–Aumentó aproximadamente un 1.000%. En noviembre del 2015 la CEB compraba por 2,5 millones la energía que necesitaba para abastecer a la ciudad. En la actualidad tiene que pagar 31.000 millones. Eso naturalmente se ve reflejado en la factura. Sucedieron dos cosas: el Gobierno nacional quitó los subsidios, y, por otro lado, la inflación fue tan alta que aumentaron todos los otros rubros, no solo la energía. Por lo tanto, la factura habrá aumentadolo mismo para el usuario, dependiendo de la categoría de tarifa que abone (residencial, social).
Por Sebastián Carapezza
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen