El Salón de Usos Múltiples del Barrio 96 Viviendas fue construido por 3 organizaciones sociales con una tecnología innovadora desarrollada por el Conicet que pone en valor la madera de pino ponderosa. Dialogamos con Paula Peyloubet, investigadora del Conicet de Córdoba sobre este proyecto que piensa la producción y el conocimiento desde otro lugar posible.
– ¿Cómo te involucraste con este proyecto?
-Empecé trabajando acá en Bariloche en el 2013 junto a instituciones locales tales como el INTA y el CONICET. Eso nos fue asociando a la gente del sector maderero y nos hizo conocer las unidades productoras, emprendimientos productivos como la Cooperativa Laburar (Colectivo al Margen), el taller de oficios de la escuela Angelelli y la escuela Nehuén Peumán (Fundación Gente Nueva); y el taller San José Obrero. El municipio también apoyó esta gestión.
Al llegar aquí en principio teníamos la voluntad de hacer un desarrollo tecnológico en madera de la cual Bariloche tiene en cantidades suficientes que es el pino ponderosa, que estaba un poco devaluado en términos de la calidad que podía tener y lo que podía asumir. Nosotros nos desafiamos pensando que igualmente era suficientemente bueno. Con eso pino que tienen por acá se puede desarrollar tecnología buena y se puede reactivar un sector económico como es la forestación.
Empezamos a pensar en ese desarrollo y formamos una red con muchos actores. Con ellos empezamos a pensarnos todos juntos en un proceso que al principio hablaba mucho de tecnología y de cómo diseñar estructuras con esta madera que no la veían tan bien y sin embargo podía ser fabulosa.
Eso nos fue permitiendo hablar de otras cosas, no solamente del desarrollo de la tecnología, sino cómo hacer en estos tiempos para promover otras acciones, otras actividades productivas que estén cargadas de otros valores. Diferentes a los valores productivos que son hegemónicos en la actualidad, de visión capitalista. Valores como la eficiencia y la competitividad, nosotros estamos pensando y soñando que es posible producir de otra manera. Pensando en la complementariedad, la posibilidad de asociarse, de compartir saberes.
En ese proceso que, aunque parece dicho un poco romántico, realmente creemos que es posible producir de otra manera. Esta red de actores estuvo involucrándose en el marco de estas ideologías y estamos trabajando en esto. Ahora el salón comunitario que está acá es la materialidad de este proceso que nos encontró trabajando todos juntos.
Hay otro componente que es importante; creemos que la inclusión se debe realizar a través de la cognición, es decir del saber, del conocimiento. Nosotros decimos que no hay inclusión social si no hay inclusión cognitiva, si no estoy totalmente convencido que lo que sabe el otro es realmente importante. Y lo que sabe el otro no necesariamente es académico, son saberes técnicos, de la vida, de lo cotidiano. Con esa convicción, con la de pensar que todos sabemos algo y todos nuestros saberes amalgamados pueden funcionar muy bien es que llevamos adelante este proceso.
– ¿Han trabajado en otros procesos colectivos similares en el resto del país?
-Nosotros como equipo del CONICET veníamos trabajando en el Litoral, en Entre Ríos precisamente en un lugar que se llama Villa Paranacito. Allí hay un recurso forestal que es el álamo y trabajamos con cooperativas y escuelas técnicas con la posibilidad de desarrollar tecnología para hacer vivienda. Nos asociamos al municipio y empezamos a generar esa conformación de red de actores que pueden empezar a producir de un modo diferente.
Paranacito fue nuestra primer historia. Después fuimos a Concordia y estuvimos trabajando con una asociación de carpinteros, con el Estado, con los aserraderos. Ahora Bariloche en un artilugio que es parecido. Pareciera que es una metodología que se replica. La intención es generar una red de actores productivos que están unidos esencialmente por valores. Que se apoyan sobre confianza y afectos, en un estado de solidaridad. Ahora estamos trabajando también en Ushuaia de la misma manera.
Son procesos que son muy largos, en Paranacito empezamos trabajando en el año 98 y seguimos trabajando un poquito más. Aparentemente no son procesos que tienen un resultado final, no lo estamos buscando de esa manera. Esa es la forma convencional de llevar adelante actividades, las desarrollo y tengo un logro. Estos son procesos en los que admitimos que todos vamos teniendo crecimientos, nos vamos transformando y acompañando.
Son compromisos asumidos casi de por vida. En el CONICET este tipo de cosas mucho no se hacen. Las investigaciones suelen ser más convencionales, están dentro de un marco hegemónico donde se fabrican papers y se trabaja con investigaciones muy de alto nivel. Nosotros no somos un equipo de ese tipo, nosotros creemos que el CONICET está para trabajar con la gente.
Por Julia Biagioli
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen