Más de 60 trabajadores territoriales de instituciones de la provincia y el municipio presentarán el lunes ante el Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes un pedido con políticas claras, recursos humanos y más presupuesto.
“Hay una naturalización de la desgracia”, dice al teléfono alguien que participó esta semana del encuentro de trabajadores de los 10 territorios en los que se divide Bariloche. El disparador de esa reunión, en la escuela 267 del barrio Las Quintas, fue que desde febrero los niños, niñas y adolescentes de frágil entorno familiar, social y económico no cuentan con psicólogos que los asistan.
Es que la provincia incumplió su promesa de contratar a los profesionales, para liberar al municipio de la carga salarial. De esta manera, cerca de 120 chicos quedaron huérfanos de atención psicológica. Pero no fue esta la única desgracia que se abordó.
Allí estaban representados trabajadores de instituciones de la Nación, Río Negro y Bariloche que socializaron un estado de situación volcado a un documento que el lunes formalizarán ante la reunión del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes que preside el ejecutivo municipal a través de su área social.
Solicitan allí lineamientos interministeriales claros y el fortalecimiento de los equipos de salud. Por ejemplo, para los tres centros de la Secretaría de Estado, Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), que dependen del Estado provincial.
“Estamos desmantelados”, denuncia a Al Margen Francisco Spadano, operador socio comunitario de la Senaf. “Desde que no nos habilitan un corte de pelo a los chicos ni cospeles para ir al barrio”.
El déficit de profesionales alcanza su punto más absurdo cuando se naturaliza la ausencia de trabajadores sociales. Incluso, no es posible revincular a los pibes con sus hermanos porque, para el caso, se necesita de un operador que en ese momento está cumpliendo otras tareas.
“La Secretaría interviene cuando se vulneran los derechos parentales. Pero nosotros también los estamos vulnerando”, dice Spadano. “Acá hay un presupuesto, que debería ser destinado a beneficios sociales, que no se está ejecutando. Se consuma de esta manera, una transferencia de recursos a sectores más poderosos”, agrega.
En diálogo con este medio, el director del establecimiento donde se desarrolló la actividad, Leo Basanta, asegura ver situaciones de hambre que creía superadas. “Necesitamos políticas integrales y no focalizadas, psicólogos en los centros de salud y no centralizados en un hospital”.
– ¿Es un tema de desinteligencia política? ¿Falta plata? ¿Esta es una crisis producto de una decisión deliberada? –le pregunto a mi interlocutor al teléfono.
-En el municipio te dicen que no les cierran los números y entonces recortan de cualquier lugar. Cuando se incendia un área, apagan el fuego mientras se incendia otra. En la provincia, hace años no hay políticas de inserción, ni generación de dispositivos, protocolos o acuerdos institucionales
-Entonces…
-No tienen idea. No saben lo que tienen que hacer…
Por Pablo Bassi
Equipo de comunicación Popular Colectivo al Margen