Imagine que mientras revisa su cuenta de Facebook, da con una noticia que le parece interesante en un portal que no conoce. Quizás hace una semana atrás buscó información relacionada con la noticia que apareció en su pantalla. La consulta, le presta más atención al titular que al cuerpo de la nota y así termina por recepcionar, quiera o no, cierto mensaje, una determinada idea. Usted puede transmitirla con tres clicks y decide hacerlo para que algunos de sus contactos interesados en el tema puedan ampliar su perspectiva.
¿Cómo es que usted, una persona común y corriente, fue elegido mediante el uso de su información pública?
Ahora bien, ahora piense que fue engañado, que la noticia es falsa y que lo consideraron un usuario capaz de compartirla. A esto súmele una cuestión más, quizá la más tenebrosa: esa noticia falsa no llegó por mera casualidad, usted fue seleccionado por una maquina instalada al otro lado del planeta que, después de analizar sus gustos, determinó que era un objetivo perfecto. Una de las miles de víctimas manipulables de una de las operaciones político-mediáticas mas fraudulentas del siglo XXI.
¿Cómo es que usted, una persona común y corriente, fue elegido mediante el uso de su información pública? ¿Cuál es la rama troncal entre un envío masivo de noticias falsas y un grupo considerado vulnerable de asimilarlas? En síntesis, eso es la Big Data.
Este término anglosajón proviene del rubro informático, hace relación a la forma en que se reciben y analizan enormes volúmenes de información que no pueden ser tratados por los instrumentos de software convencionales. En el caso de la Big Data, los datos son tantos y aparecen tan dispersos, que se necesita una infraestructura, una tecnología y unos servicios específicos para traducirlos en información precisa que sirva para la toma de decisiones de una empresa o un partido político. Las referencias provienen de mensajes en redes sociales, visitas a determinadas páginas, email, encuestas, etc; es decir, del mundo virtual mediatizado.
Si nos replanteamos la cuestión, a nivel electoral tal vez en la Argentina fuimos parte del juego mediático que propone la Big Data
Hace unos días estalló la noticia que ligaba a Facebook como uno de los responsables en la filtración de 50 millones de perfiles que luego utilizó la empresa Cambridge Analityca (C.A.), líder en el servicio de análisis de datos masivos, para mover la balanza en favor de Donald Trump durante las últimas elecciones en los Estados Unidos. Al mismo tiempo el escándalo llego hasta la sede del gobierno de Gran Bretaña, cuando Christopher Wylie, ex director de investigación de dicha empresa, ante la pregunta del diario El País “¿El Brexit no habría sucedido sin C.A.?” respondió: “Absolutamente. Es importante porque el referéndum se ganó por menos del 2% del voto y se gastó mucho dinero en publicidad a medida basada en datos personales”.
Si nos replanteamos la cuestión, a nivel electoral tal vez en la Argentina fuimos parte del juego mediático que propone la Big Data. Según dijo Wilson Santurio a Sputnik, Mauricio Macri es uno de los pioneros de la región latinoamericana en usar este tipo de herramientas. Es más, desde 2007 cuenta con un equipo especializado en el manejo de medios digitales. Asimismo, es interesante ver como el PRO utilizó estos mecanismos en otras provincias, como es el caso de Córdoba en las legislativas de 2017, que ganó Héctor Baldassi. El Gobierno no solo tiene la capacidad de analizar datos sustraídos de redes sociales, sino que también puede registrar los movimientos de millones de ciudadanos desde las bases de datos de ANSES y AFIP, gracias al decreto presidencial mediante el cual pasaron a manos de la Jefatura de Gabinete.
Recientemente el diputado Juan Cabandié pidió a la Cámara Nacional Electoral que informe si el gobierno de Mauricio Macri contrató a la consultora Cambridge Analytica (CA) en las últimas elecciones. En palabras del legislador: “Los datos personales deben protegerse. Si el Estado en lugar de protegerlos los utiliza con fines políticos es un escándalo, está violando la ley”.
Aún la trama de las consultoras de datos masivos y su relación con los políticos de países supuestamente democráticos salpican culpas en diferentes direcciones. La situación se vuelve aun más oscura al enterarnos que el ex director de la empresa que se vio involucrada en el escándalo con Facebook, murió en circunstancias extrañas hace un par de años mientras cooperaba en la campaña presidencial de un político keniano.
La respuesta del británico Christopher Wylie a la pregunta acerca de si la ciencia de los datos podría ser peligrosa, esclarece sobre el nivel de alerta sobre el fraude informático: “Los datos son nuestra nueva electricidad. Son una herramienta. Si hay un cuchillo en la mesa, puedes hacer una comida de estrella Michelin o usarlo como arma para un asesinato. Pero es el mismo objeto”.
Por Franco Vanni/El Furgón – Imagen de portada: http://maxpixel.freegreatpicture.com