“Está bien, son delincuentes, hay que meter bala”. En ese renglón se pueden resumir muchos mensajes de lectores de los grandes medios, que casi festejan que Rafa ya no esté con nosotros. Algunos más ácidos, otros más directos, justifican que vale la pena matar para sostener un desalojo a una recuperación mapuche de tierras. Es la acción de la ley y creen que las balas llegan por peso de la justicia aunque siempre pegan en el mismo lado, a la misma gente.
Si la cuestión es matar, balear, ahogar, reprimir a “los delincuentes”, podríamos empezar por los violadores, pedófilos, los ebrios que matan al volante, los que le roban al Estado o estafan a otros vecinos, a los que hacen negocios de los dos lados del mostrador. Pero parece que estas cuestiones no ameritan pena de muerte. Ocupar un predio abandonado sí. No piden prisión, juzgamiento por parte de la justicia que evocan o condena judicial. Piden bala. Y de eso no se vuelve.
Entonces indigna que los mapuches no respeten la Nación argentina, pero para los extranjeros que tienen auténticos estados paralelos en nuestra Patagonia no es un inconveniente. Welcome. ¿Sería verosímil la imagen de Gendarmería entrando al campito de Lewis por no cumplir lo que dictaminó el supremo tribunal de justicia hace 9 años? ¿No somos todos iguales ante la ley? Parece que no para los que se embanderan en nombre de una límpida justicia y una moralidad sin grises ni arrugas.
“Vagos”, “alcohólicos”, “chilenos” “violentos”, “terroristas financiados por organizaciones internacionales”, son algunos de los estigmas que reflotaron los discursos durante esta semana. Otros comentarios son peores. Después que aprendimos esta nueva escala de valores, vimos que la ministra Bullrich y Garavano volvían a justificar la muerte de un pibe, y a decir que peleaban con grupos extremistas radicalizados. “Fue una emboscada, un enfrentamiento”, decían mientras justificaban sus muertes creando la imagen de un enemigo interno que atenta contra las personas. Según ellos, Medio Oriente está aquí a la vuelta. Se enfrentan a terroristas. Al ISIS patagónico con financiamiento europeo para los chicos de Nahuel Hue. Increíble relato de los que se comprometieron con un cambio quejándose del relato k.
Solo falta el siguiente titular; ATENCIÓN, URGENTE, peritos de gendarmería ya tendrían el resultado preliminar de la autopsia: “el manifestante mapuche se habría caído sobre una bala y esto fue lo que le provocó la muerte”, así quedaría descartada la participación de las fuerzas de seguridad en el hecho, todo fue producto de la imprudencia y la impericia del manifestante mapuche.
Con el paso de las noches el asesinato del Rafa pierde jerarquización en los medios nacionales, y con fecha de vencimiento, empieza a envejecer y a ser remplazada por otra noticia. Así de cruel, así de efímero se nos va la vida. “A Milagro Salas la mató Higui, a Higui la mató el Polaquito, al Polaquito lo mató Santiago, a Santiago lo mató Jones Huala, a Jones Huala lo mató Santillán, a Santillán lo mató Víctor Hugo, a Víctor Hugo lo mataron los 44, a los 44 los mató Rafael, a Rafael lo mató la indiferencia y la indiferencia ya nos ha sepultado”, grafica al respecto y con precisión La Garganta Poderosa.
En estos tiempos que los jóvenes le aciertan a las balas, los barbudos se ahogan solos en los ríos, en donde la culpa siempre es del otro, y las críticas son huérfanas, hay que tener estómago para festejar porque mataron un pibe. Para justificar el corchazo. Pero hay comesales. Y eso es lo más amargo de este plato en el que como sociedad nos cocemos todos.
El sentido común, que claro está no es el más común de los sentidos, deja no pocos interrogantes: ¿Alguien me explica que Ley de estado justifica usar balas de plomo por una recuperación de tierras? ¿Asesinar es defender la patria? ¿Dónde está el RAM? ¿Existe o es un invento para justificar la represión? ¿Si existen porque no los atrapan de una vez? ¿Cuántos creen realmente que un grupo de 15 mapuches puede emboscar a un ejército completo? ¿O que este ejército apunta “a los árboles” y matan fortuitamente a uno, e hieren a otros dos? ¿Soy tan mal pensado de creer que si a un pibe de 22 años le entra un tiro por la espalda es porque lo asesinaron mientras corría? Similar estrategia argumentativa usaron en junio del 2010 cuando el cabo Colombil dijo que se le cayó el arma al piso y se le escapó el disparo que le pego justo, justo, en la cabeza a otro pibe, esta vez de 15 años…
¿Qué tienen que ver los tres asesinados por la policía en el 2010 a lo que pasó con Rafa Nahuel? Son morochos, pibes que oscilan en los delgados márgenes que presenta vivir en los barrios populares de Bariloche. Suficientes para ser vistos como delincuentes y potenciales terroristas. Y esta construcción le viene al pelo a este gobierno que se instaló con discurso de dialogo y una práctica de balas.
Hasta la semana pasada, “albatros” significaba para el común denominador de los barilochenses, un ave marina de gran porte, que habita en los océanos meridionales con el plumaje blanco manchado de oscuro en las alas, el pico grande y ganchudo de color naranja, y las alas de gran envergadura.
Sin embargo ahora sabemos que ALBATROS también es una unidad de operaciones especiales que está bajo el mando de la Prefectura Naval Argentina que conduce operaciones antiterroristas, de búsqueda, salvamento, operativos de drogas, búsqueda de prófugos de la justicia y casos de sabotaje, atentados, disturbios o estallidos sociales. Nada dice de ocupaciones de tierras.
El primero es un animal inofensivo, el segundo mata por la espalda. Y no está solo.
Por Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen