Ahora sí, tomamos aire, ordenamos los hechos. Y escribimos la crónica de lo sucedido en los últimos días. Que la de las patas cortas es la mentira. La verdad es testaruda y puede esperar. Que la cuenten como quieran los medios nacionales. Pero esto nosotros ya lo habíamos redactado: a los mapuches los sigue matando el Estado.
Los medios de comunicación masivos, en respuesta a los intereses de los poderosos, han manoseado y tergiversado los hechos de manera burda. Siguen buscando caras y nombres para criminalizar la protesta social y los procesos de recuperación territorial. Hablan de enfrentamientos, de balas de los dos lados, de terrorismo y de la RAM. A continuación, la crónica de estos días de horror. No lo leímos en un diario. No lo reenviamos en una cadena de whatsaap. Desde el olor a la comisaría cuando detuvieron por más de doce horas a las mujeres y niñxs, hasta la vista borrosa por los restos de pólvora que inundaban la ruta cuando no nos dejaban pasar. O la ropa con olor a humo de cuando se cortaba la San Martin para que alguien diese una respuesta. Hasta el ruido de las sirenas cada vez que pensábamos que llegaba alguno. Es cierto, nos demoramos, porque teníamos que cubrir frentes. Pero sobre todo teníamos que despedirnos de Rafa.
Jueves 23: Liberar la zona
El pasado jueves 23 de noviembre se produjo un violento desalojo a cargo de más de 300 efectivos de las fuerzas federales a la Lof Lafken Winkul Mapu quienes se encuentran hace varios meses realizando un proceso de recuperación territorial en la zona del Lago Mascardi.
Hace varias semanas, distintos integrantes de comunidades mapuche comenzaron a advertir sobre el hostigamiento que en dicho territorio se producía. Circularon cadenas de whatsaap que advertían de un inminente desalojo.
A las 4.30 de la mañana distintas personas de origen mapuche y otras pertenecientes a organismos de Derechos Humanos recibieron llamados con pedidos de ayuda por el ingreso violento en medio de la madrugada al territorio donde se encontraban las familias. Sin embargo, todo intento por acceder a la zona resultó en vano hasta pasadas las diez de la mañana. Gendarmería Nacional cortó la Ruta 40 (la que une San Carlos de Bariloche con El Bolsón) por 20 km en dirección norte y sur. Durante más de cinco horas se impidió el acceso a la zona del desalojo, quedando la misma liberada para el accionar de las fuerzas. Circularon durante este proceso un helicóptero y drones también pertenecientes a la gendarmería.
El operativo fue ordenado por el juez federal Gustavo Villanueva luego de una denuncia realizada por Parques Nacionales, dado que el territorio recuperado se encuentra bajo la actual jurisdicción de Parques.
Durante ese período de tiempo más de veinte micros, diez camionetas y al menos cinco motos de agua ingresaron a la zona. En este operativo se rompieron las carpas donde se encontraban durmiendo los menores de tres, dos y un año. Se secuestraron todas las pertenencias (verduras, mantas, juguetes, ropa y un kultrung imprescindible para realizar ceremonias). De acuerdo al testimonio de los integrantes de la Lof, fueron despertados con tiros y atacados a golpes, tanto las mujeres como lxs niñxs.
Alrededor de las diez de la mañana la ruta se volvió a abrir, al mismo tiempo que desfilaban en dirección a la ciudad de San Carlos de Bariloche una decena de camionetas. La policía federal trasladó detenidas a cinco mujeres junto con cinco menores de uno, dos, tres, once y dieciséis años. La última fue maniatada con precintos durante todo el camino a pesar de que les advirtieron a los efectivos de las fuerzas que era una menor, ignorando también el pedido de la misma de que le devuelvan el kultrung (tambor mapuche ceremonial que le pertenecía, que le había sido sustraído). Las detenidas fueron llevadas a la sede de la Policía Federal ubicada en las calles Tiscornia y Morales.
Dos de las mujeres fueron trasladadas -por el periodo de dos horas- al Hospital Zonal de Bariloche, porque presentaban lesiones en la cabeza y en la espalda debido a los golpes recibidos durante la madrugada.
Recién a las 13 horas (luego de haber estado más de diez horas detenidas) y por el reclamo realizado por los organismos de derechos humanos, familiares y gremios se les permitió recibir comida comprada por la gente que estaba acompañándolas en los exteriores de la sede policial. No les habían ofrecido nada, y frente al pedido de vasos para tomar agua los oficiales allí presentes manifestaron que no poseían ese tipo de utensilios.
Alrededor de las veinte horas (luego de haber pasado más de quince horas detenidas), con mucha gente reunida afuera pidiendo la inmediata liberación de las mujeres y sus niñxs, el juez federal Gustavo Villanueva firmó la liberación.
Sábado 25: represión y muerte
El sábado 25 de noviembre alrededor de las 16 horas Gendarmería cortó el tránsito por tiempo indefinido en la Ruta Nacional 40 a lo largo de 60 kilómetros. En el operativo llevado adelante por las fuerzas federales, dependientes del ministerio que conduce Patricia Bullrich, dispararon e hirieron con balas de plomo a varios integrantes de la comunidad mapuche que bajaban de la montaña, en la zona de Villa Lago Mascardi, donde se habían ocultado para proteger su integridad física tras el violento operativo y allanamiento producidos el jueves 23.
Integrantes de distintas comunidades y organismos sociales comenzaron en Bariloche a denunciar y buscar la manera de hacer visible la información con la que hasta el momento se contaba. Para las cinco de la tarde se sabía que habían al menos tres personas mapuche heridas. Que los helicópteros y los militares tenían la zona tomada.
La confusión y el terror duraron varias horas, ya que no se sabía dónde se encontraban los detenidos ni a dónde llevaban a los heridos. Las comunidades junto a organizaciones sociales cortan la avenida San Martín y se manifiestan frente a la Intendencia de Parques Nacionales. Asimismo, ocurre frente a la Catedral.
Finalmente, envueltas de dolor, las mujeres gritaban para ser escuchadas por la gente que pasaba. El mensaje era claro. Los estaban matando a menos de cincuenta kilómetros del Centro Cívico de Bariloche. Entre todas deciden ir al Hospital Zonal Ramón Carrillo para aguardar alguna información sobre las víctimas.
Desde las 19 horas la gente no recibió noticias, ni nombres. Solo llegaban rumores de que había habido un muerto.
Alrededor de las 20 horas llegaron noticias de un grupo de nueve personas que habían sido detenidas a la altura del Lago Steffen mientras caminaban en dirección al corte de ruta generado por gendarmería para preguntar por familiares o compañeros. De estas personas recién se supo el paradero a las tres de la mañana.
Mientras cada ambulancia que llegaba al playón obligaba a los allí presentes a fijarse si quién estaba allí dentro era un conocido, llegaron mensajes basura diciendo que en el barrio Virgen Misionera se estaban produciendo allanamientos violentos en las casas de varios involucrados. Estos mensajes buscaban desde un primer momento generar mayor terror e incertidumbre.
En la madrugada, y con la llegada de una de las integrantes de la comunidad, se confirmó la peor noticia. Rafael Nahuel de 22 años de edad, el pibe de la sonrisa rápida, que había ido a acompañar a su familia a la recuperación, tras los ataques sufridos el jueves, fue matado por la espalda en manos de un oficial.
Los gritos cortaron el aire. Nos mataron a un pibe más.
Alrededor de las 2 de la mañana, ya entrada la madrugada y la desesperanza, el director del hospital Ramón Carrillo, Leonardo Gil, confirmó el deceso.
De los otros heridos aún no se sabía nada. Y no se supo hasta el día siguiente.
Domingo 26: La Marcha
Mataron a una mujer. Mataron a un hombre. Hay un muerto. Hay dos muertos. Hay uno y dos heridos. Los teléfonos no pararon de vibrar en toda la noche. Audios. Comunicados. Repudios. Pedidos de acompañamiento. Información incierta. “No circulen esto que todavía no está confirmado”.
Durante las primeras horas del día, con la confirmación del asesinato de Rafael Nahuel, la convocatoria no se hizo esperar. El mensaje era corto y conciso, marchar el domingo 26 a las 17 hs. El recorrido era el mismo de todas las marchas en Bariloche: desde Onelli y Brown hasta la Plaza de los Pañuelos. La única condición estaba en un audio de la familia de Rafael: lo que hagan que sea en paz. Para esa hora ya había un muerto, personas que no aparecían y no se conocía su paradero, fuerzas policiales seguían llegando a la región, aunque el procedimiento de desalojo había sido suspendido.
La calma habitual de los domingos de noviembre en el escenario del Centro barilochense era entrecortada por una camioneta de gendarmería que pasaba por Gallardo, el GEOP apostado en la puerta de Parques Nacionales, tres o cuatro agentes caminando juntos, las puertas del shopping cerradas con candado -salvo una que hacía de entrada-, los agentes de algún cuerpo especial estilo SWAT con sus armas largas.
Unos minutos después de las 17 empezó la marcha de aproximadamente 3.000 personas tristes y enojadas que ocuparon la calle pidiendo justicia por Rafael.
Encabezando la marcha estaban las banderas mapuches con integrantes de las comunidades. De ahí para atrás la gente de a pie, agrupaciones políticas, organizaciones sociales y sindicales.
Las canciones hacían acordar a otras marchas que recuerdan otros crímenes. Por momentos el dolor hacía callar a quienes caminaban. Pero al llegar al hospital de la calle Moreno nadie más quedó en silencio. Los aplausos hicieron estruendo para espantar el dolor, la bronca y el miedo. La marcha frenó a la altura de las miradas de la mamá y el papá de Rafael, quienes esperaban en la vereda del hospital a que le entregasen a su hijo para poder velarlo en el barrio Nahuel Hue con sus amigos y familiares. De la marcha se desprendían personas que se salían de las columnas para ir a abrazarlos. Muchos chicos amigos de Rafa decidieron quedarse allí, y desde ahí despedir a la marcha que seguiría hasta el centro de la ciudad.
En la Plaza de los Pañuelos las primeras palabras de Patricia Pinchuleo luego del saludo en mapuzungun fueron: “Nuestro pueblo está llorando, porque a una vida joven se la llevaron”. Sus palabras apuntaron hacia la represión del Estado contra el pueblo mapuche, para dejar en claro que la persecución, el asesinato y la tortura llevan muchos años, tantos como el Estado mismo. No es ninguna novedad, pero la negación sistemática de este pueblo y sus conflictos hace a la necesidad de repetirlo hasta que se entienda.
La desconcentración fue tranquila y pausada, bajo la mirada atenta de las fuerzas especiales que desde las esquinas y atrás de sus escudos veían el lento fluir de quienes marcharon.
Mientras tanto, en el Hospital un grupo de gente seguía esperando. Y durante toda esa noche y parte del lunes pasaron por la casa de Rafael para despedirse de él y acercar un abrazo a la familia.
Mientras tanto, a la altura de la zona del Lago Mascardi hay personas que no pueden bajar de la montaña porque saben que los van a matar si lo hacen.
Mientras tanto, el Estado con sus aparatos represivos (con nombres y apellidos bien claritos), sigue haciendo desaparecer personas y matando jóvenes.
Fotos: Eugenia Neme
Por Agustin Assaneo, Violeta Moraga y Mariel Bleger.
Equipo de Comunicación Popular Colectivo Al Margen