“Es importante tu luz aquí”, se lee en un pequeño cartel pintado a mano, justo antes de cruzar el umbral para entrar al estudio de Anahí Rayen Mariluan -Flor amiga de la Gran Fuerza- en el barrio Jardín Botánico de la ciudad de Bariloche. La calidez del espacio donde se multiplican los instrumentos abriga la charla y la voz de la reconocida cantante mapuche fluye sin premeditación. Como si se permitiera pensar en voz alta, entretejiendo un recorrido que se acompaña expectante.
Y en el relato, las palabras permanecen un instante suspendidas, como dando tiempo para ver eso que se dibuja en el decir. “Pertenezco a una familia de músicos, así que no hay inicio, sino continuidad”, repasa Anahí ante el intento de buscar ese punto de partida que no hay: recuerda toda una infancia llena de música. Sin embargo, llegar a este hacer tan natural no le evitó un largo recorrido: estudió Comunicación Social, Arte Dramático, licenciatura en Folklore, Musicología, Yoga. “Un día dije basta. En realidad, hiciera lo que hiciera siempre terminaba en la música. Me pasa hoy: me apasiona algún tema, me pongo a estudiarlo y termino haciendo una canción. Es parte de mi naturaleza”. Sin embargo, no puede contra esa curiosidad de “saber de todo”, que sigue prendida como una llama que mantiene vivo el interés. Quizás fue ese mismo impulso el que la llevó a los 17 años a salir de su Neuquén natal para radicarse en la ciudad de La Plata y luego en la ciudad de Buenos Aires, en una etapa de estudios y aprendizajes.
Pasó por aquellos lados 17 años entre los cuales fue gestora del grupo femenino de percusión Tamborelá, un proyecto que perduró más de una década y del que no fue fácil despedirse. Después se mudó a Bariloche y la llegada del primer hijo fue despertando otras memorias que necesitaban espacio para germinar. “Me dije: tengo que involucrarme con el mapuzungun (la lengua mapuche) porque es lo que está silenciado” y ahí empezó este gran planteo de cantar y expresarse en este idioma “con la autoridad que dan los linajes de mi familia. Pensé, esto es lo que tengo que heredarle a este niño con profundidad”. Para un pueblo que sufrió un genocidio, sus tierras arrebatadas y su lengua enmudecida, cantar en mapuzungun no deja de ser, además, una herramienta política. “En la palabra, en la poesía, hay una belleza que se desconoce. Entonces, hacer uso de mapuzungun, como algo que todavía está vivo y persiste, es la única herramienta de la que puedo hacer uso, aparte de romper ese silencio atormentador que acompaña, sobre todo, a las mujeres”.
Sus dos discos solistas Kisulelaiñ (No estamos solas – 2015) y Amulepe taiñ purrun (Que siga nuestro baile – 2016) forman parte del catálogo selección en El Club del Disco distribuido por Ultrapop. Anteriormente editó dos álbumes con su proyecto Tamborelá (Tambor + Ella/2005 y Mujeres al pie de la cordillera/2009), editó el premiado documental Cantos de la memoria – Cantos con sentido (2008) y publicó el libro – CD Instrumentos de barro – tierra que canta (2012) en conjunto con Julieta Medina. “La música siempre fue un eje que me orienta y me hace feliz, creo que lo único que me gusta es cantar”, se ríe con ojos negros y profundos. “Todos los libros me indicaron que tenía que seguir cantando”. Y lo hace desde la raíz mapuche tradicional hacia sonidos contemporáneos y el diálogo constante con instrumentos ancestrales, entre los que hace rato eligió de compañero al kultrun, un instrumento de percusión sagrado donde de alguna manera se expresa la síntesis de la cosmovisión originaria del universo y el mundo. “Tiene demasiado significado y creo que mostrarlo, o ponerlo en el centro, también habla de una tarea política que es poner en el centro lo que para nuestro mundo es importante”, dice.
-¿Cómo fluye el proceso de creación?
-Es súper desprolijo, ando caminando por ahí y se me viene una melodía. Sí debo decir que mi fuente inspiradora es la música tradicional mapuche, pero también la música tradicional de otros pueblos que al igual que el nuestro siguen manifestando resistencia a través de su arte. Entonces, no es la única música que escucho, en realidad me gustan todas esas músicas que transitan un camino marginal y alejado del espectáculo y de las empresas, eso es lo que me gusta, saber que hay un río paralelo.
La cosmovisión de los pueblos
Las canciones de Anahí parecen recorrer con simpleza y gran belleza la mirada profunda de un pueblo que no se observa separado de todo lo que lo rodea. El canto al agua, a la tierra, al aire. El acompañamiento de las fuerzas de la naturaleza y de los ancestros se hila en el idioma de la tierra con la sabiduría devenida de la observación profunda de los movimientos naturales. “Somos una parte muy chiquitita de la cadena de newuenes (fuerzas). Y somos también la fuerza y el newuén con más errores, más frágiles”, reflexiona Mariluan. “Poner en un segundo lugar al ser humano por detrás de la naturaleza me pareció fantástico para agradecer. Lo que vemos como un paisaje bello es en realidad un conjunto de newuenes que ayudan a vivir”, dice en torno a uno de sus temas. “De ahí es la comprensión total y absoluta de la resistencia que hace este pueblo de su territorio: necesitamos de esta tierra para poder vivir, no sólo porque es un territorio lindo, sino porque ahí radica nuestra fuerza”.
-En este momento del mundo, esa mirada parece fundamental…
-De todas maneras las personas que deciden por los recursos energéticos no van a estar nunca de este lado, por eso nosotros tenemos la obligación de seguir resistiendo, porque tenemos sobradas razones de entender la vida de otra manera. El reclamo de la autonomía de los pueblos originarios tiene por sobre todo dignidad.
Justamente, uno de los proyectos sobre los que está trabajando -y del que ya presentó algunos temas este año- es “Mankewenüy” (Amigo del Cóndor), que hace referencia al lonko mapuche que ejercía responsabilidades de conducción a orillas del Nahuel Huapi alrededor de 1790. “Quiero decir y discutir y enfrentar todos esos comentarios cobardes que nos tildan de chilenos y argentinos, cuando los pueblos originarios son antecesores a los Estados”, dice y recuerda que el germen del proyecto inició a partir de las lecturas de fuentes muy antiguas de un franciscano. En las mismas, se va leyendo a contrapelo la historia del pueblo mapuche. “En esa epopeya, la gente que recibe a estos viajeros les preguntan insistentemente, pero insistentemente, si son gente de paz y de buen corazón. Para mí esa frase… me sigue emocionando, porque esa es la gente de la tierra. Gente que como cualquiera de nosotros prevé que la gente a la cual se acerca sea buena”.
Gente de paz y de buen corazón es lo que motivó a imaginar la presencia de Mankewenüy, con el nombre que lo vincula al cóndor o al newuen del cóndor. “Me dieron ganas de homenajearlo. No sabemos qué fue de él, probablemente en 1790 haya tenido una vida fabulosa, salvo el episodio de este susto en el encuentro con los viajeros. Creo que el newuen del cóndor representa su espíritu”, dice Mariluan. “Ahí se me cruzó otro tema, y es que el cóndor transita el territorio y está viendo como nosotros -energética y occidentalmente- estamos abusando de ese recurso, poniendo en riesgo hasta el cóndor mismo”. En este recorrido, el trabajo prioriza la mirada de altura de un ave que advierte que la tierra tiene un límite: “Creo que en relación a los territorios esta vez nos tenemos que involucrar todos, porque están haciendo un desastre con nuestro futuro de buen vivir”.
El trabajo está compuesto por más canciones de las que se presentaron en este 2017 y posiblemente se convierta en algo más grande, a tono con la fuerte impronta audiovisual que tienen los últimos proyectos de la mano de Bruno Osorio y María Manzanares. El reconocimiento al apoyo audiovisual no ha sido menor. El video clip Mapu Kimun ha obtenido el primer premio en el Festival Audiovisual Bariloche (FAB) 2015. Allí, se muestran las cuatro estaciones reflejadas en los cambios de la naturaleza, con una intención de mostrar el poder hasta en lo más diminuto. Pero el poder como fuerza y no como algo disgregador, sino como algo que empodera la vida. “Después de eso María se animó a acompañarme en otro video clip que fue Yatesh, que fue cantado en günuna yajüshü y lo hicimos pensando en los lonkos que viven y vivieron y que también manejan varias lenguas, estableciendo así una condición políglota que enaltece la gran sabiduría de estos líderes políticos que tiene nuestro pueblo”.
En el 2017 también ganaron el apoyo del Instituto Nacional de la Música (INAMU) para el video clip Ayün pewmatuey – Amulepe taiñ purrün (2017) que ahora fue seleccionado para participar en el FAB. Fue un trabajo también de realización de la Cooperativa Pulafkenche Comunika. “Se empieza abrir un gran camino que es el de crear en conjunto. Que es un reto también, porque yo solamente sé de música”. Dice así. Y hasta va más allá: “En el camino de la independencia o de transitar otro mundo que es el propio, que es el del pueblo mapuche, hasta me cuestiono la idea de la música, porque la música es una invención occidental también”. De hecho la palabra música no existe en el mapuzungun. “Entonces yo creo que soy una traductora de los sonidos que me rodean. Y después hasta me alejo de esa idea, porque digo: mirá todo lo que me ayudó a desencadenar Mankewenüy y el newuen del cóndor, siendo un ave que no canta. Cuánto se dice aunque uno no tenga su canto”.
En los primeros meses de 2017, la cantora mapuche se presentó en Alemania, Chile y Perú. En el marco del Festival Internacional de Música de Alturas (FIMA), en Perú, representó a la Argentina y compartió escena con músicos de Suiza, Austria, India, Chile, Bolivia y el país anfitrión. Alternó esas salidas al exterior con presentaciones en diversos escenarios locales y participó también del 3er encuentro Mujertrova La Pampa 2017. Prontamente viajará también a Berlín para continuar con un trabajo de investigación sobre cultrunes en el Instituto Iberoamericano de ese país. Sin embargo, al hablar de las idas y vueltas, dice que le gusta “andar por acá”: “Me parece que lo que se está por conocer esta acá, en el Walmapu, hay que estar cada vez más comprometido y abrazado a tu tierra, porque ahí está el conocimiento. La cultura mapuche no arma mesías, no busca gente emergente, la idea es abrazarnos y crear redes entre nosotros. Está bueno viajar, el camino profesional te hace crecer, pero en paralelo crece una carrera musical donde busca crecer uno, que busca respuestas en la tierra que pisa todos los días”.
La enseñanza es otra de las vetas de Mariluan y para ello también generó el espacio de reunión en el que transcurre la charla. “En realidad siempre me dediqué a la enseñanza individual y colectiva del canto con tambor, y acá lo sigo haciendo. Creo que el camino de la enseñanza es un lugar que reúne el espíritu de las músicas del mundo y en particular la mía, o la propia, o la nuestra del pueblo mapuche, entonces transito en ese gran reto de la transmisión de saberes”. Trasmite también que el aprendizaje siempre sale en grupo, pertenezcas al pueblo que pertenezcas. “La historia de cada uno, de cada familia, siempre indica que la enseñanza nunca fue de la manera que está impartida en la actualidad. Volvés a pensar los territorios, la historia de tu familia, la historia de tus ancestros y ahí llegas siempre al mismo punto, que es que no estamos solos, esos conocimiento siguen estando, las formas cambian, uno no es una única cosa, pertenece a un montón de colectivos identitarios. Por eso ese tema No estamos solos no alude solamente a que la naturaleza nos acompaña, sino a que no debemos estar solos”.
-Agregás que no estamos solas…
-Musicalmente yo pertenecí a Tamborelá, proyecto que conduje casi 12 años. Ahí estuve muy cerca de las políticas de género, muy allegada a las personas que nos logran sensibilizar con ese costado que esta cultura deja marginal. Entonces Kisulelain significa no estamos solas pero también no estamos solos. Pero yo lo quise cantar en femenino, porque pienso que nos debemos, las mujeres, una ayuda conjunta, una alegría conjunta. En el camino de la descolonización uno no solamente vuelve a pensar y exigir su territorio en el plano físico, sino también en el espiritual, y la mujer en estos tiempos ha quedado muy sola, entonces también es un llamado a volver a estar juntas. Aparte ese disco lo impulsó la maternidad, y es fundamental no estar sola: empieza el desdoblamiento y a la vez necesitás mucha ayuda y estás sola con un niño y decís “esto es muy anti natural”. Estamos viviendo un cambio de paradigma a un costo muy alto.
Anahí hace una pausa y reflexiona sobre la violencia hacia las mujeres: “está llegando a ribetes inconmensurables. Creo que este accionar masivo tiene que crecer para denunciar, pero también para encontrarnos. Habla del mar de frustraciones al que el sistema nos somete”.
Sobre todo dignidad
La entrevista ocurre tiempo antes de la represión en el Pu Lof en resistencia de Cushamen y la desaparición de Santiago Maldonado. Sin embargo, al mencionar el momento que atraviesa el pueblo mapuche Mariluan señala: “Afortunadamente no se puede contabilizar, porque es tan grande el territorio que abarca de mar a mar”, dice en referencia al intento de homogeneizar una mirada que abarque todo el pueblo mapuche. “Sí puedo decir que todo el pueblo mapuche está en plan de resistencia a partir de la pacificación de la Araucanía y la mal llamada Conquista del Desierto, creo que en esa lucha se tiene que destacar la dignidad. Cada localidad tiene su particularidad, pero sí puedo señalar un principio común: la defensa del territorio cueste lo que cueste”. Deja en claro así que la Argentina se fundó bajo un genocidio y esas deudas siguen pendientes, no solamente en lo material sino en la cantidad de angustia que “trasportamos en los ojos y en los cuerpos, en nuestras mujeres sobre todo”.
Más adelante, y en un encuentro cerca del cierre de la nota, Mariluan señala: “En todos estos años de injusticia, vemos que el Estado tiene la misma forma de comportarse: negacionista, en principio, y colaborador de los silencios y ahora de las desapariciones. Al mismo tiempo, es doloroso ver tantos años de escuela que nos llevan a una sociedad que lejos de repensarse y autocriticarse reproduce males y una cadena de desentendimientos que hace que se pueda estar problematizando sobre la nacionalidad de un pueblo milenario. Entonces, para mí la huella del Estado se traduce también a través de sus escuelas arcaicas. No digo que no haya visiones muy abiertas y un tremendo trabajo de universidades en pos de generar nuevas teorías, pero la episteme como es la de un pueblo originario sigue estando negada y los pasos del micro fascismo siguen siendo efectivos”.
Sin embargo, los pasos de Anahí Mariluan también parecen ser efectivos e ir encontrando la forma creativa y bella de contraponer desde el arte con chispazos de luz que alumbran la posibilidad de repensar el mundo. Y en su voz no sólo renace la palabra, una nueva manifestación de lo que nos rodea, sino un pueblo que está vivo.
Por Violeta Moraga
Fotografía : Eugenia Neme
Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen