La vi en la clínica la última vez que nos cruzamos. Yo tratando de descifrar una contractura que me dormía el brazo y ella tratándose la perdida temporal del habla.
Tenía una gran sonrisa a pesar de la dolencia que la aquejaba y nuestro minúsculo dialogo fue sobre reuniones y planes para articular no sé que cosa. No hubo lugar ni para la dolencia, ni el tratamiento.
No nos unía una relación personal, pero ambos sabíamos que estábamos del mismo bando y cuando eso sucede, el afecto y el cariño se traduce en una mirada leyendo un documento o en un abrazo en medio de una movilización.
Con Susana nos une (no puedo cojugar en pasado) la bronca que despierta la violencia institucional, la violencia de género y los pibes y pibas que mueren en los barrios producto de las balas y el hambre.
En cuanta marcha hubiera Susana estaba de cuerpo presente, con la alegría de las que luchan esa alegría que irradian las compañeras convencidas que, a pesar de todo, siempre se puede. Con esa convicción militante abrazó la causa de los pibes del 17 de Junio y ni un solo día bajo los brazos exigiendo justicia y castigo a los culpables. Siempre poniendo el cuerpo, la palabra y la sonrisa.
Hoy nos enteramos que te fuiste y que cuando te busquemos en las marchas y movilizaciones vamos encontrar un hueco difícil de reemplazar.
La búsqueda de verdad y justicia en Bariloche pierde una de las imprescindibles. ¡Hasta la victoria siempre!… y buen viaje.
Alejandro Palmas
Colectivo al Margen