(Por Sergio Ferrari, desde la ONU, Ginebra, Suiza – Agenda Paco Urondo)
La realidad preocupante de un planeta cada día más marcado por el calentamiento global y los cataclismos derivados. Cada segundo, una persona debe desplazarse de su lugar de vida debido a los cataclismos climáticos. Ante esta situación preocupante la agricultura sostenible puede convertirse de más en más en la clave para contrarrestar el drama.
Así lo enfatiza como tesis principal, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su nombre en inglés). Durante su cuadragésima Conferencia Anual que se realiza entre el 3 y el 8 de julio en Roma, Italia, la FAO reveló que, en promedio, 26 millones de personas son directamente afectadas anualmente por los cambios en el clima, tales como temperaturas superiores a las normales y sequías.
Los sectores agrícolas y ganaderos padecen más del 80 por ciento de los daños y pérdidas por sequía y lluvias crónicas.
Como alternativa a estos problemas, el organismo de la ONU puntualiza la importancia de las actividades económicas de las poblaciones rurales. El desarrollo agrícola y rural debe ser una parte integral de las soluciones a los cataclismos climáticos, que están a la base de un aumento de la migración, afirmó en la Conferencia anual el académico brasilero José Graziano da Silva, actual Director General de la FAO.
“Es necesario invertir en los medios de vida rurales, en oportunidades de empleo digno para los jóvenes y en planes de protección social para confrontar los riesgos de desastres naturales”, aseguró el también escritor sudamericano.
Por su parte, el director de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), William Lacy Swing, aseguró en el mismo cónclave que aunque los cambios en las temperaturas son menos visibles que los fenómenos extremos como los huracanes, con el tiempo tienen un impacto mucho mayor.
“Necesitamos integrar sistemáticamente la migración y el cambio climático en los programas nacionales de desarrollo y reducción de la pobreza, la reducción del riesgo de desastres y la planificación de crisis, y desarrollar políticas y prácticas agrícolas que aumenten la resiliencia frente a la migración forzada inducida por el clima”, afirmó.
Si no se invierte en las áreas rurales de los países “en desarrollo”, se prevé que estas áreas serán las que pagarán el precio más alto por los cambios en las temperaturas. Debido, principalmente, a su capacidad limitada para hacer frente a este flagelo, concluyó.
La FAO y la OIM fueron elegidas para co-presidir en el 2018 el Grupo Mundial sobre Migración, entidad interinstitucional integrada por veintidós organizaciones del sistema de Naciones Unidas. Uno de los objetivos comunes de ambas es confrontar las causas profundas de este fenómeno en explosión, de repercusiones cada vez más significativas para la comunidad internacional.