(Por Vanesa Rosales de la Quintana*/ Agencia Paco Urondo)
Se hallaron 52 tipos de pesticidas, de los cuales 2 están prohibidos (DDT y Endosulfan), 4 no están autorizados para usar (Diazinon, Aldicarb, Acrinatrina y Hexaconazole) y 2 fueron prohibidos por Resolución 149/2016 del SENASA el 1 de Julio de 2016 (Metil Azinfos y Metamidofos). Los encontrados en mayor presencia fueron el Clorpirifos, Deltametrina, Cipermetrina, Endosulfan, Lambdacialotrina, Imidacloprid, Carbendazim, Pyremethanil y Diclorvos.
El organismo omitió controlar la presencia de Glifosato, Atrazina y Paraquat que son los tres más utilizados en nuestro país y no informo sobre qué medidas implementara ante la verificación del exceso de residuos agrotoxicos.
Los resultados confirman la gran exposición a la cual estamos sometidos todos. Consumo directo de alimentos contaminados, aumento del número de casos de cáncer, alergias y trastornos inmunes son consecuencia de un modelo de producción nocivo.
La agricultura industrial está demostrando sus fallas. En los aspectos económicos, es una agricultura sin valor agregado económico ni social y que se intensifica en el uso de los recursos naturales. Tiene una relación insumo-producto ineficiente, consume mucha energía en su ciclo y hace un uso desmedido de agroquímicos y fertilizantes.
A pesar de que se crea que es necesaria la producción de transgénicos para abastecer al mundo, no hay una sola hectárea de transgénicos que dé de comer a una de las tres mil millones de personas con hambre. Los únicos alimentos que hay dentro de estos monocultivos son la soja y el maíz, de los cuales la mitad de la producción se la usa para alimentar animales y el resto para biocombustible.
Es un modelo que se basa en las necesidades del mercado externo, dedica su producción a los commodities, es decir, abastecer de insumos para alimentar animales de Europa y Asia y producir combustibles. El 97% de la producción mundial de transgénicos se concentra en Argentina, Brasil, Paraguay y EEUU. En Europa no están permitidos y se limita su producción en unas pocas hectáreas en España para maíz. Además, en nuestro país el 70 % de la tierra pampeana no está trabajada por sus propietarios y el 50% es trabajada con maquinaria agrícola contratada. Lo que hace que se caracterice por ser una agricultura sin agricultores, que genera migraciones internas con despoblamiento de zonas rurales y hacinamiento urbano.
Podríamos alimentarnos de más de 250 especies de plantas, si la producción fuese diversificada y no basada en monocultivos. Aumentando la variedad de cultivos aumenta la variedad nutricional que se ofrece a un pueblo. Pero son las multinacionales las que controlan que se va a producir, que comemos, cuanto comemos y el precio de lo que comemos.
La interacción actual entre el sistema económico, el sistema social y el ambiental no es sostenible, dado que la sostenibilidad no se va a encontrar nunca en las decisiones del mercado.
La agroecología en cambio es un modelo producción con alta eficiencia, alta biodiversidad y alta productividad. Es mucho más eficiente en la relación insumo-producto ya que es una producción diversificada que garantiza el acceso a los alimentos, genera hasta tres veces más empleo y mejora las condiciones de vida de las personas porque no se utiliza ningún agroquímico ni transgénico. Este es el modelo de producción que propone la FAO y la resolución del tribunal internacional por el juicio a Monsanto en la Haya de este año.
Es necesaria una economía ecológica, transdiciplinar que abarque las variables ambientales y sociales. Ya que ninguna disciplina aislada da una perspectiva suficiente ante la complejidad de los problemas surgidos de la agricultura industrial. Por eso hay que tener enfoques abiertos a la participación social, así lo demuestra el caso de Cuba.
En la década del sesenta con el bloqueo económico impuesto por EEUU, dejaron de ingresar los alimentos y la tecnología que se utilizaba en la agricultura, equipos de riego, tractores, piezas, fertilizantes y plaguicidas. A partir de ahí se plantearon como iba a ser su modelo de producción y que es lo que iban a comer. Pasaron de una agricultura basada en la exportación y los monocultivos, a la producción agroecológica con la metodología de campesino a campesino. Estos cambios fueron acompañados con una reforma agraria que permitió una producción cooperativa e intensiva a gran escala.
La alta producción y diversidad de alimentos orgánicos que produce Cuba demuestra la superioridad del modelo agroecológico sustentable, eficiente, sano y soberano.
La situación de nuestro país con la extranjerización de tierras, la desertificación y el uso de plaguicidas que acarrean graves consecuencias para la salud exigen nuevas formas de planificar la economía de manera sustentable con el sistema ambiental y social. El sistema económico convencional engaña con la idea del crecimiento y encubre su daño, la destrucción ambiental y social de nuestra época.
*Médica Universidad de Buenos Aires. Especialista en Medicina Familiar.