Revista Sudestada/El Furgón – Si una gestión política es capaz de reprimir a docentes frente al Congreso Nacional con absoluta impunidad, de apalear a trabajadores en huelga sin rendir ninguna cuenta, de impedir el legítimo de derecho de expresar una protesta en las calles, de aumentar las tarifas hasta cifras inverosímiles, de expresar cada día su racismo desquiciado contra inmigrantes y de estigmatizar a los pibes de barriadas humildes, de liquidar la educación pública y destruir la salud pública, de dejar a cientos de miles de laburantes en las calles y de beneficiar a los grandes grupos corporativos y del agronegocio, se debe -digamos una vez lo que repetimos muchas veces- a que cuenta con un consenso real. Una porción de la población quiere y apuesta por ese modelo excluyente, represivo, elitista y xenófobo, el mismo que defienden los grandes medios de comunicación hegemónicos. Lo desea, lo anhela, lo busca. Voto eso. Quiere eso: quiere un país alambrado, en el que la mitad disfrute una vida digna y la otra mitad no moleste.
No se trata de un grupo de empresarios con mucha suerte en las urnas: se trata de un sistema que genera, a partir de una plataforma social de resentimiento, de revanchismo, de odio y de desprecio clasista por el otro que se expresa en cada gesto cotidiano, sus propios y bien parecidos representantes. Por ello no hay crisis política: porque todavía hay sectores que miran con simpatía los uniformes apaleando docentes y trabajadores. Pero también porque desde fracciones de la oposición existe una clara línea táctica que pretende no lesionar de ningún modo la gestión nacional: se hace evidente en el Parlamento, donde los proyectos de ley de un oficialismo en neta minoría fueron aprobados en su enorme mayoría. Se hace evidente en la retórica de los discursos ante los medios, donde parecen apenas interesarse por el resultado de las próximas elecciones, cuando la situación de los trabajadores es cada vez más grave.
Mientras la base social que aplaude represiones y ajustes siga marcando la agenda, mientras los opositores sigan jugando a su ajedrez electoral sin interesarse por los problemas reales de los que menos tienen, este tipo de reacción autoritaria, miserable y criminal de parte del Estado y sus representantes, como la de ayer contra los docentes, formará parte de nuestra vida cotidiana.
Es verdad, hay que pensar en una estrategia para derrotar a la derecha y a quienes pretenden imponer un modelo de país exclusivo. Pero también es verdad que el oportunismo de quienes miran desde la banquina y esperan hacer su negocio desde la pasividad y la complicidad, tampoco es una alternativa real.
*Fotos: ES Fotografía (https://www.facebook.com/ESfotografia7/