Hace 15 años los obreros de Zanon recuperaban la fábrica de cerámicos más grande del país para desarrollar una experiencia emblemática de gestión obrera. A 15 años de “fabrica sin patrones”. ¿Qué significado tiene esto? ¿Cómo se sostiene esta recuperación después de tantos años? Desde adentro mismo de la fábrica, un testimonio que no tiene desperdicio.
Hace veintiún años que Andrés Blanco trabaja en cerámica Zanon, y es obrero de FASINPAT. Actualmente es Secretario Adjunto del Sindicato Ceramista, recuperado también hace muchos años, y se dedica a lo que la gestión obrera le pida. Colabora en la Producción y se encarga de transmitir y difundir las necesidades de los trabajadores en comunidad con otras luchas.
_ ¿Cuándo y por qué comienza la ocupación en Zanon?
_La ocupación en la fábrica se dio en el 2001 y fue circunstancia de un proceso que hay que verlo en contexto. Había en ese momento un nivel de desocupación muy importante, la mayoría de la población estaba por debajo de la línea de la pobreza, era impresionante ver las estadísticas, todos los días se cerraban fábricas. Y nosotros como parte de un emprendimiento en la región, fuimos organizándonos. De alguna manera nosotros tuvimos dos grandes pasos previo a la ocupación que fue, primero recuperar la comisión interna dentro de la fábrica, después el sindicato como herramienta en el momento en que llegaron los conflictos más duros con la patronal, generando la organización y poniendo a los compañeros con una alternativa para que resistiéramos el atropello de la patronal para dejarnos sin trabajo. También aprendimos a generar los lazos de solidaridad que era lo que decíamos en aquél momento y que lo sostenemos y después también madurando de a poco, con el proceso mismo, la idea de que somos parte de una clase social, somos los trabajadores y entre los trabajadores cuando nos ponemos firmes y nos ponemos codo a codo, los resultados cambian.
Parece un discurso de otra época, muy lejano en el tiempo, con conceptos que hoy no sabemos si están tan firmemente arraigados en el sentir social. Andrés recuerda “hicimos un proceso interno y a su vez hacia afuera, relacionándonos y uniendo fuerzas con trabajadores estatales, de la educación, con estudiantes, jóvenes, con todos los sectores que de alguna manera iban identificando en la lucha nuestra que había una gran expectativa entre los trabajadores de que no quedáramos en la calle. Y así fue como lo fuimos gestando”
_ ¿Cómo se conformaba la Coordinadora del Alto Valle?
_Fuimos entendiendo que era necesario buscar un espacio donde coordináramos las distintas luchas, ya que teníamos esa capacidad de juntarnos y dar peleas en común. Ya no era solamente por la demanda propia de los trabajadores ceramistas, sino que se empezaba a vincular con la lucha de los trabajadores de la educación, con los estatales, con los estudiantes: fuimos parte de los procesos de resistencia y de lucha en la facultad; y así fue naciendo la Coordinadora Regional del Alto Valle que la verdad fue un punto de apoyo muy importante para lo que fue la lucha ceramista también. Fue un ámbito donde se notaba esa fuerza social que conmovía y podía mover y parar de alguna manera el atropello del gobierno y de las patronales. Logramos ese punto de fuerza en común, entonces dentro de los grandes hitos de nuestra historia está la Coordinadora Regional del Alto Valle que entendemos que hay que tratar de trabajar para volver a ponerla en pie, sobre todo en los momentos en los que estamos viviendo.
_ ¿Cuántos intentos de desalojo tuvieron? ¿Cómo resistieron?
_Tuvimos cinco órdenes de desalojo. Muchas de las ordenes fueron cayendo porque lo que conmovía, incluso a las autoridades que tenían que llevar adelante el desalojo (el que conoce la fábrica lo puede entender mejor, es una fábrica muy grande) había una disposición y una voluntad de los trabajadores que durante las asambleas llegaron a decir que “de acá me sacan con los pies para adelante” y estaban convencidos porque era su fuente de trabajo. Y sobre todo teniendo en cuenta que el entrar a la fábrica e intentar desalojarnos podría tener un costo muy grande para la misma policía porque al momento de hacerlo, eso fue hasta puesto en un informe del Jefe de la Policía de que no pudieron poner a disposición las fuerzas para el desalojo porque no veían condiciones para poder realizarlo porque podía generar costos muy altos para ellos. ¿Cómo las fuimos rebatiendo? No tuvimos ni siquiera que enfrentarnos una sola vez con la policía porque generábamos la fuerza social de la movilización y del acompañamiento de la comunidad que eso solo lo paró. El último gran intento de desalojo fue en abril de 2003, donde había dictaminada una intervención por parte de la justicia donde tenía que venir un interventor a tomar posesión de la fábrica y la cantidad de gente que vino a la fábrica a defender y acompañar la gestión obrera fue impresionante: las comunidades Mapuche, distintos trabajadores de distintos lugares; yo no me voy a olvidar más el gesto de los trabajadores de la educación que mandaban en el cuaderno de comunicaciones de los chicos que el 8 de abril de 2003 había que ir a defender la fábrica porque querían dejar a los trabajadores de nuevo en la calle y todo eso tuvo una conmoción tan grande que no tuvimos necesidad de tener que enfrentarnos con la policía porque fue el gesto político lo que lo paró. Y desde ahí, imaginate, ya teníamos la fuerza para seguir dándole perspectiva a la gestión obrera y nunca paramos.
La actualidad
_ ¿Cuál continúa siendo su objetivo?
_El objetivo sale de la demostración de los quince años. Queremos seguir trabajando, queremos seguir produciendo. Sostenemos la fuente de trabajo con un esfuerzo muy grande, nuestras familias dependen de eso. Cada uno de nosotros tiene su balance personal, pero colectivamente lo que buscamos es seguir trabajando. Y para eso los desafíos para adelante no son de ahora, nosotros entendimos en algún momento cuando nos pusimos a producir que había un problema muy grande en la estructura de la fábrica. Es una fábrica muy vieja, con máquinas que datan de casi cuarenta años atrás. Imposible en una industria que se sostenga la capacidad de producir en esas condiciones y enfocamos nuestra discusión, después de la expropiación, en la renovación tecnológica. Necesitamos un crédito obviamente, es un costo muy alto, queremos acceder a un crédito como cualquier empresario que golpea las manos y antes que termine de golpear ya tiene la plata en el banco para poder hacer las inversiones. Queremos las mismas condiciones para poder trabajar. Pero para eso hay que pasar este momento tan duro que estamos pasando ahora que ni siquiera estamos pudiendo llegar a cobrar nuestras quincenas. Es durísimo soportar esto. Entonces tenemos en pie un plan de lucha para resistir y para poder poner la perspectiva para adelante y salir con la gestión obrera en marcha como la tenemos hasta el momento.
_ ¿Cómo impactaron los aumentos en los servicios?
_Impactó durísimo. No solamente en nosotros. El ajuste y el tarifazo no es exclusivo de los ceramistas ni mucho menos, pero en el caso de la gestión obrera, imaginate que la factura del gas que nos llegó a partir del tarifazo era de 8 millones de pesos, y la luz de un millón y medio de pesos mensuales. Nosotros llegamos a 8 o 9 millones de pesos con lo que se mueve mensualmente la fábrica. No podíamos estar si tuviéramos que pagar eso. Nosotros estamos peleando por una tarifa diferencia, donde obviamente desde principio de año que se desplomó la construcción y las ventas se nos cayeron, queremos pedir un tiempo de gracia para no pagar, acomodarnos, invertir y que podamos salir a flote. Esto impacta muy duro en el conjunto de la sociedad, ni hablar del sector empresarial que se apoya en eso para decir: tengo que reducir planta, tengo que ajustar, tengo que despedir, tengo que suspender. Alcanzó hasta al sector económico más fuerte que es el petróleo, entonces estamos hablando de una situación muy compleja.
_Andrés, ¿por qué hay que festejar?
_Hay que festejar porque es una conquista. Quince años de lucha. No nos arrepentimos de nada de lo que hicimos y tenemos todo por celebrar porque si llegamos hasta acá fue porque hubo voluntad, hubo unidad de acción, imaginate la diversidad de pensamiento entre 300 cabezas que convivimos todos los días en la fábrica, pero siempre tuvimos claro nuestro objetivo, que era venir a trabajar, luchar para que tengamos nuestro trabajo pero también entendiendo que la comunidad y los trabajadores somos parte de una clase social que hay que ponerse codo a codo. Entonces tenemos mucho por festejar porque nuestras familias hasta el día de hoy siguen viviendo de esta experiencia, porque nos volvimos un punto de referencia para muchos trabajadores y no queremos dejarlo caer porque sabemos la responsabilidad que eso pesa, porque sabemos que cuando nos ponemos en acción, si pudimos sacar esta fábrica adelante consideramos que el día de mañana los trabajadores podemos sacar un país adelante.
Hay algo en estas palabras que nos suena bien adentro del pecho, que nos infla. ¿Qué nos falta para volver a sentir que esa unidad comunitaria existe? ¿Cuándo podremos volver a sentir que política no es el chanchullo que hacen sólo los políticos, sino la organización de una comunidad? Homenajeamos la fuerza, la convicción, el espíritu de lucha y solidaridad que aún hoy mantiene unidos a estos trabajadores.
Por Mariela Martínez
Equipo de Comunicación popular Colectivo al Margen