Pensando colaborativamente cómo hacer una escuela que sea un espacio para otras voces, otras experiencias, otros saberes.
Desde el grupo de investigación interdisciplinario, interinstitucional e intercultural conformado por docentes y estudiantes del CRUB y del IFPD, estamos trabajando a partir del 2004 acerca de la interculturalidad en el campo educativo . Nuestra actividad cotidiana en este territorio, perteneciente a Puel Mapu, nos preguntamos si es posible y cómo sería una educación intercultural. Y sucede que no existe una única definición de esta idea ni mucho menos un consenso, sino que más bien es un espacio en disputa, conflictivo, en el que se enfrentan posicionamientos diversos y contrapuestos respecto a las formas de vida que los grupos sociales que históricamente han tenido el poder, proyectan.
En tanto la interculturalidad hace referencia a inter-relaciones de diferentes formas de vida, que podemos llamar culturas, la diversidad de miradas que aloja nos hace atender a las relaciones de poder presentes en este territorio.
Nuestra intención en este artículo es compartir fuera del ámbito de la universidad y del IFDC la actividad que venimos llevando a cabo, preocupados por la barrera y distancia que existe frecuentemente entre lo que se produce en las instituciones académicas y el resto de la sociedad. Es así que se nos fueron presentando interrogantes como: ¿Qué sentido tiene investigar este tema? , ¿Cuál es el sentido de nuestro trabajo?, ¿Este estudio es de interés para la comunidad o solamente para los investigadores?, ¿Cuál es nuestra contribución para apoyar los procesos de pensarse a sí mismos de la gente, de todxs y de cada unx?, ¿Qué influencia tienen las investigaciones realizadas en la vida cotidiana de las comunidades, como por ejemplo su aporte a la hora de hacer valer derechos sociales o reivindicarlos?, ¿Quiénes están estableciendo las agendas y temas de trabajo en las instituciones formativas y académicas? Estas son algunas de las preguntas que surgen en forma permanente en el grupo, dado que en nuestro posicionamiento –mirada y acción- el conocimiento es una construcción social, por ende es histórica, cultural y política, cuyo sentido es la vida misma de nuestra comunidad.
Por eso, la interculturalidad desde nuestro punto de vista, constituye una herramienta, que es teórica y práctica, para pensar y actuar en relación a las diferencias culturales que no podemos desconocer en nuestro territorio. No es algo que podamos retratar a modo de fotografía en el paisaje social que transitamos y vivimos cotidianamente. Es una realidad a construir y, por ello, es inédita, ya que en cada contexto será particular. Pero ¿qué características o elementos tendría que tener para ser reconocida como una experiencia intercultural?
Respondiendo a esa pregunta encontramos otra herramienta que nos viene ayudando a tirar del piolín del pensamiento y la acción; es la que autores de otros territorios, a veces distantes, denominan dispositivo. El dispositivo, pensado y recreado desde nuestro punto de vista, es como un ovillo de relaciones constantes entre tres elementos: el saber, el poder y la subjetividad. Encontramos por ejemplo que la escuela es un dispositivo, cuya política dominante de construcción de saber, poder y subjetividad (esos tres elementos que entran en juego en esta noción que estamos utilizando) tiene que ver con el sistema capitalista hegemónico, ese que se instala no necesariamente por la fuerza.
Ese sistema dominante y globalizado no es precisamente pluralista en lo que a diferencias culturales se refiere, sino que más bien es monocultural (reproduce y legitima lo occidental, el sistema capitalista, el patriarcado, al varón y en lo posible blanco). Con este panorama: ¿Es posible otra escuela? Pensamos que sí, que es posible una escuela otra donde a partir de ese ovillo de elementos sea posible dar lugar a otros tejidos y otrxs tejedores. Entonces, ¿cómo imaginar dispositivos interculturales, aquellos que no apaguen las diferencias de saberes, poderes y subjetividades que en nuestro día a día están en las aulas, latiendo cada vez más fuertemente?
Para poder imaginar y construir esos otros dispositivos, dispositivos otros, consideramos indispensable el trabajo conjunto con organizaciones sociales de la comunidad, escuchar y ser escuchadxs, dialogar polifónicamente, es decir construir un diálogo donde tengan lugar las distintas voces, experiencias y saberes. Tarea compleja, aunque posible y llena de sentido desde la ética y convicción de nuestro trabajo, orientación utópica, inédita y viable como diría el pedagogo brasilero Paulo Freire.
En las instituciones educativas donde trabajamos, priorizar con nuestrxs estudiantes las voces silenciadas, dar apertura a conocimientos tradicionalmente desvalorizados y sostener relaciones no jerárquicas de poder, ya sería una concreción de experiencia intercultural. La participación en organizaciones sociales e instancias de memoria como el Espacio de Articulación Mapuche y Construcción Política o la Carrera de Miguel , serían otras experiencias en ese sentido.
Compartimos a continuación algunos focos de discusión planteados en colaboración con estudiantes y activistas integrantes de la organización impulsora de la Ordenanza Municipal 2641/15 que declara a nuestra ciudad “municipio intercultural” desde junio del año pasado. Estos focos fueron elaborados a partir de entrevistas individuales y grupales que realizamos durante el año 2015 en el marco del proyecto de investigación en curso:
*la interculturalidad interpela lo hegemónico; es una idea que señala, cuestiona y problematiza la hegemonía. Requiere cambios profundos. Es mucho más que el bilingüismo de las políticas educativas provinciales, emanadas de un estado que tiene una mirada de superioridad y folklorizante hacia el Pueblo Mapuche como portador de carencias a suplir.
*la tierra y la autonomía son fundamentales a la hora de concretar la interculturalidad en la vida cotidiana de un pueblo que ha sobrevivido al genocidio y que tiene el derecho de fortalecer su cultura, como lo viene haciendo históricamente, pero contando con un estado que garantice esos procesos intraculturales de reafirmación, respeto y construcción de cada colectivo.
*faltan políticas públicas que, como su nombre lo indica, sean para todxs y no para compensar diferencias de algunos grupos sin cuestionar el proyecto educativo en su totalidad, como las escuelas llamadas interculturales, para pueblos originarios, a su vez relegados al ámbito exclusivamente rural. (Al igual que la distribución y tenencia de la tierra, la educación intercultural es un problema de toda la sociedad y no un problema de ruralidad).
*las experiencias comunitarias, “chiquitas” como las llama Patricia Pichunleo, mapuche y maestra, por ejemplo el taller sobre derechos que lleva adelante en su escuela, las acciones que vienen irradiando desde el EAMYCP, y las acciones didácticas al interior de algunas cátedras universitarias, requieren articularse y ser la base de la construcción de esas políticas públicas interculturales. Esta tarea es una responsabilidad compartida que requiere un trabajo en conjunto de activistas comunitarios y académicos, ámbitos que han estado trabajando por separado en sintonía con una política hegemónica de construcción de sujetos y pensamientos estériles.
*La importancia del reconocimiento de las diferencias en la escuela es algo destacado por los estudiantes futuros docentes y docentes del CRUB que fueron entrevistados. “El color de piel no nos hace diferentes. En la escuela lo cultural no se tomaba en cuenta, no había reconocimiento de lo que pensaba el otro”. Que cada unx tenga oportunidad de presentarse ante los demás y ser reconocido, ya que en las historias particulares es donde se van entretejiendo las experiencias durante la formación y la vida en general, entramando mandatos familiares y culturales a conocer, revisar, recrear, resistir, ampliar o desplazar. A su vez, que las diferencias culturales no oculten las tensiones, la discriminación y la lucha de clases que en el mapa de Bariloche tienen lugar.
*Una imagen: Una estudiante de magisterio a punto de recibirse, se presenta al coloquio final de su carrera en el IFDC Bariloche con su ropa y su platería mapuche debajo del guardapolvo blanco. “Es que el maestro interpela al alumno pero no se interpela a sí mismo”. La doble vida del mundo de la escuela y de la construcción identitaria de cada unx es un registro presente en quienes pasamos por el sistema educativo, más doloroso aún y destructivo en integrantes de pueblos originarios. Esa separación se relaciona con la larga historia de exclusiones y desigualdades que los dispositivos hegemónicos se vienen encargando de construir y reproducir. Juntar esos ámbitos, como se desprende de las propuestas interculturales críticas, puede ser muy cuestionador de lo establecido y puede posibilitar afirmar la igualdad como punto de partida sin negar las diferencias.
Grupo de investigación en “Formación e Interculturalidad del Centro Regional Universitario Bariloche-Universidad Nacional del Comahue”.