El pasado fin de semana se llevó a cabo la 31° edición del Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de Rosario. Un evento masivo que une a las mujeres de todo el país bajo reivindicaciones que van más allá de cualquier diferencia partidaria. Crónica de un encuentro que no para de crecer año a año.
Personalmente era la primera vez que asistía. El Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) Nunca había captado mi atención. Durante mucho tiempo fui víctima de la manipulación que los medios de comunicación hacen para deslegitimarlo y quitarle importancia. Sin embargo, superó ampliamente mis expectativas en cuanto a la participación, nivel organizativo y el clima de fraternidad y unidad que se vivía entre las diversas organizaciones. Lo significativo no es el logro de una visión común y homogénea, sino la posibilidad de que converjan miles de perspectivas de forma pacífica, abiertas al debate y dispuestas a fortalecerse entre todas. Las conclusiones de los talleres son producto del debate de ideas y la fuente de reivindicaciones que se expanden, pero que tienen origen en el ENM, como fue el caso de: Ni Una Menos.
Es importante prestar atención a este tipo de eventos y no creer que sus reivindicaciones involucran solamente a mujeres; ya que el ENM y el Movimiento Feminista, luchan por cambiar un sistema que no sólo oprime a la mujer, sino que entiende a éste como uno de los tantos tipos de opresión del capitalismo. A su vez, la problemática de género está presente en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana: sociales, políticos, culturales, económicos, educativos, familiares, laborales. Y muchas veces no somos conscientes de ello ni de la forma en la cual lo reproducimos.
Por otro lado, el ENM permite escuchar y compartir experiencias personales que derriban mitos y ayudan a que ciertos temas dejen de ser tabú: violencia de género, aborto, sexualidades, femicidios. El clima de confianza y respeto, trasciende el momento de los talleres y desprende de las trabas para hablar de todo aquello que hace a nuestra condición de mujeres. Confesiones, temores, vivencias afloran gracias a ese “no se qué” que sobrevuela el Encuentro, liberando y fortaleciendo a la vez. Algunas llevamos tiempo tratando estos temas, pero muchas no acostumbran a problematizar acerca del rol de la mujer en la sociedad, entre sus círculos más íntimos, y encuentran en este evento el espacio perfecto para ello, entendiendo la necesidad de hacerlo. Mujeres de todos los sectores sociales, que conviven con la violencia, la discriminación y la opresión, vuelven a sus casas sabiendo que no están solas, que se puede estar mejor pero que el esfuerzo por cambiar el sistema es inútil si no hay organización. Y para ello es necesario seguir debatiendo, compartiendo, difundiendo el Encuentro y luchando por un mundo más justo para todos y todas.
Por Maria Emilia Reiszer
Para Equipo de Comunicación Popular Colectivo al Margen.