“No hay momento en que uno hable y no milite”. En esta charla exclusiva, el periodista y relator conversa con Al Margen sobre los primeros meses del gobierno, el poder de los medios hegemónicos y del Grupo Clarín, el periodismo militante, los medios autogestivos y mucho más.
Víctor Hugo Morales es ese tipo de personas que a fuerza de cariño, empatía y sensación de cercanía fue perdiendo el apellido para pasar a ser, simplemente, Víctor Hugo. Como Fidel, Hebe, Evo o Diego, cuyos apellidos se convirtieron un mero adorno de los nombres, el caso de este periodista y relator refleja el afecto y el respeto que supo ganarse merced a su profesionalismo.
Para quienes el mundo se extiende más allá de sus propios ombligos, Víctor Hugo es un prócer. Por calidad, coherencia, recorrido, capacidad y por haberse ganado poderosos enemigos que exponen a qué altura libra sus batallas. En los últimos años fue acusado de haber cambiado sus ideas para apoyar al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero basta repasar su historia, sus palabras y sus enfrentamientos para comprender que el cambio no fue de él, sino de la época.
Víctor Hugo, además, se grabó en la piel y en la memoria emotiva de los futboleros desde aquel memorable relato del gol de Diego a los ingleses en el Mundial ’86, en donde se preguntó de qué planeta venía Maradona, lo apodó “barrilete cósmico” y le agradeció a Dios por sus propias lágrimas gozosas de tanto fútbol. Fue el mejor relato del mejor gol y por suerte hay registro de eso. También hay registro de sus históricos cuestionamientos al negocio de la televisión con el fútbol, con los cañones dirigidos al Grupo Clarín, décadas antes de que el tema fuera abordado por el Estado.
En enero de este año, Víctor Hugo fue despedido de Radio Continental, emisora en la que trabajó casi 30 años. Entonces, denunció que se daba en el contexto “de una situación agobiante, asfixiante, terrible para la democracia y la libertad de expresión”. Meses después, en un marco de asfixia para las voces críticas del gobierno de Macri, logró volver a la radio, a través de los micrófonos de AM 750 de la Ciudad de Buenos Aires.
En esta mañana soleada está a punto de rubricar el nuevo contrato. Tiene los ojos cargados de expectativas, como un chico antes de salir a jugar.
Nos encontramos en la puerta de la radio y caminamos cincuenta metros hasta un bar. Damos los primeros cinco pasos y un automovilista toca bocina y grita. Tanto que su voz se mete en esta introducción: “Aguante Víctor Hugo. Sos un capo”.
Nos sentamos. En el grabador aparece una luz roja que dice REC: está grabando.
–Los gobiernos de izquierda, populares o progresistas, como los queramos llamar, se reconocen en esas categorías políticas. ¿Por qué los gobiernos de derecha nunca se asumen como tales? ¿Por qué la gente de derecha no dice que lo es?
–Porque les da vergüenza
–¿Por qué?
–Porque sabe que es egoísta, insolidaria, ladrona de verdad, vive trabajando para sus privilegios, es clasista, es racista, es todo lo que el discurso humanista del hombre reconoce como detestable. Y ellos lo saben. Cuando les decis, entonces, que son de derecha en vez de asumir que son personas que abogan por lo neoliberal, por una economía de mercado, saben que ser derecha involucra todo lo demás. Por eso, se enojan enormemente. “Lo que pasa –te dicen– es que se terminaron las ideologías”. Porque una de las maneras de negar esa pertenencia es negar que existen las ideologías. Uno de los abanderados en este sentido es Macri.
–Lo acabás de nombrar. Vos has hablado mucho de la construcción de los medios hegemónicos respecto al porcentaje de votos obtenido, cómo trabajaron para eso. ¿Qué reflexión hacés del papel de los medios y este poder?
–Hay que estar atentos para conmemorar el 2 de noviembre: se cumplen 40 años del robo de Papel Prensa. La idea, dicha en aquel momento, es que quien tiene la información, tiene el control. Ahora se ha hecho realidad como nunca. Tienen la información, tienen el control. Han extendido sus dominios a confines que ni ellos imaginaron. De una manera paradojal aumentaron su poder en estos años en que se trató de adecentar ese poder. Lo incrementaron, les fue muy bien porque el poder real es imbatible, precisamente porque es el poder, el verdadero. En consecuencia, es necesario ir buscando nuevas terminologías para explicar lo que los medios de comunicación son hoy, porque son elementos políticos que superan ampliamente lo que llamamos medios de comunicación. Vos estás en un medio de comunicación, pero la influencia política que podés tener está restringida a aportar una idea más, que combata con otras, lo cual es lo esperable de la democracia. Ellos han tomado el control como nunca ocurrió jamás.
–A vos te despidieron recientemente de Radio Continental con argumentos sórdidos, ya había pasado lo de los colegas de 6,7,8. Luego los despidos en Radio Nacional. La lista es interminable: Telesur, Pedro Brieger en la televisión pública. El gobierno dice que es en función de la pluralidad. ¿Cómo se explica?
–Son cínicos, es un tsunami de cinismo lo que Macri y su gente le tira a la sociedad. Están provocando, porque el cinismo es provocador, y lo que están tratando es sacar de quicio a la gente. Creo que lo más maravilloso que ha ocurrido en estos meses es el notable juicio que la gente ha tenido para estar atenta a todo lo que sucede. Ellos están defraudados porque la expectativa era que hubiera lío o indiferencia. Apostaban al dominio total, a ponerte el pie sobre el cuerpo desfalleciente. La indiferencia es una gran cómplice de periodos como este, pero también el lio, la confrontación y el escándalo los ayuda para demostrar que tienen el poder y van a aplastar eso también. Es una demostración de fuerza que les hace falta. Están con demasiado músculo y necesitan una descarga.
Otro señor se acerca, pregunta si al que miran sus ojos es quien cree, obtiene la confirmación y pide sacarse una foto. Víctor Hugo acepta, dice que está en medio de una entrevista. Sale la foto y el hombre le dice “gracias por todo” y se va, abruptamente como vino.
Víctor Hugo dice: “El cariño de la gente es maravilloso”. Hay una parte de él que pareciese no dimensionarlo del todo.
Cuando lo despidieron de Continental se organizó una concentración en Plaza de Mayo –convocada autogestivamente desde las redes sociales– para apoyarlo y reclamar su reincorporación y la de muchísimos otros despedidos. Miles de personas dijeron presente. Le pregunto cómo se vivió esa jornada desde sus zapatos: “Con una perplejidad, un asombro y una alegría infinita. Asustaba aquello, sobre todo porque no había proporción con nada. En todo caso la había con el desencanto que ya había en ese momento. Había transcurrido apenas un mes de gobierno y era evidente que ahí estaba el embrión de lo que venía, como efectivamente ha sido, como estos 5 meses son el embrión de lo que viene en los otros 43. Ahora es una película que se repite”.
Le pregunto, entonces, cuáles son los principales ejes de esa película: la época. Responde: “Una oleada de derecha, que es internacional; un posicionamiento muy fuerte de los sectores concentrados y conservadores. Ocurre en todo el mundo por distintos motivos y costará mucho más romper con esa hegemonía porque es global”.
–En este escenario, ¿qué nos queda por hacer?
–Aprovechar los ramalazos de retorno a la izquierda, porque ellos asfixian a la gente y tienen que seguir resolviendo democráticamente ciertas cosas. En la resolución democrática uno puede encontrar que en el cansancio y el hastío de la gente puede haber una esperanza, aunque no siempre. La gente estaba hastiada y sin trabajo cuando Menem fue reelecto: en 1995 había más de 2 millones de desocupados reales y ganó igual. Hay elementos de poder que manejan que hace que tengan a un porcentaje que los sigue sosteniendo. Es una derecha que no necesita ni hablar.
DIABLO
En septiembre de 2015, la Corte Suprema de Justicia desestimó un recurso de queja presentado por Víctor Hugo y dejó firme el fallo que lo obliga a pagar 3 millones de pesos a Cablevisión, que demandó al periodista, al ex canal ATC y a un productor por haber transmitido fragmentos de la final de la Copa Intercontinental entre Boca y Real Madrid, en el 2000. Víctor Hugo está pagando a Héctor Magnetto esa suma. Cuando la Corte falló, dijo que no le causó sorpresa porque el máximo tribunal “está presidido por Lorenzetti, un personaje absolutamente servil del CEO de Clarín, Héctor Magnetto”. Consultado sobre si estaba arrepentido de haber violado los derechos de transmisión de aquel partido, respondió: “No, de ninguna manera. Desde el punto de vista jurídico el fallo es una vergüenza”.”Yo no fui el responsable de subir la palanca, pero zapateaba de placer por la decisión que tomó el canal esa mañana”, agregó.
Desde los tiempos más remotos de su trayectoria laboral ha denunciado los abusos, la desidia, la competencia desleal y el atropellamiento del Grupo Clarín. En varios momentos, lo hizo en soledad absoluta, ante la indiferencia de sus colegas y en contramano de la época.
–Si ahora cae un extraterrestre y pregunta qué es Clarín y
quién es Magnetto, ¿qué le responderías?
–El diablo.
Pronto tendrá una nueva cita judicial con el mandamás del Grupo Clarín. En la primera, Magnetto no se animó a presentarse cara a cara. “Ahora viene otro juicio, que presumo que ante el poder devastador que tienen lo van a ganar. Es de Magnetto directamente contra mí. Es un juicio civil, el 28 de junio tenemos otra audiencia. Es por injurias y también es por millones de pesos”.
Si piensan que así lo van a callar, están equivocados.
MEDIOS
–¿Te informás por medios autogestivos?
–No me dan los tiempos. Es demasiado lo que debo atender del panorama informativo de lo macro, es decir lo que dicen los medios que van a influir en la opinión pública, sobre todo los que influyen directamente, pero también los que defienden otro punto y ayudan a pensar. Soy muy fuertemente lector de lo que ocurre en los medios grandes; radio casi no escucho, televisión casi no veo. Tengo un servicio de noticias que me prepara una colaboradora, ella me lo pule, sobre las noticias nacionales e internacionales más importantes. En qué andan, por dónde va hoy La Nación, Página/12, El Cronista, Ámbito. Ahí tenés un panorama. Y cuando algo me interesa hago click.
–En los últimos años se instaló un antagonismo entre “periodismo militante” y “periodismo independiente”. ¿Existe tal antítesis? ¿Por qué?
–Todos están militando. Todos estamos militando por algo. Yo no he dejado un minuto de mi vida de militar, ni cuando relataba fútbol. Si ves los archivos de la dictadura militar sobre mí –están en su página de internet: www.victorhumorales.com.ar–podés apreciar los seguimientos y comentarios sobre mi persona. Porque hay sutiles maneras, aún en dictadura, de mostrar la hilacha. En esa época era solo relator de fútbol. Tenía programitas de preguntas y respuestas en televisión, aparentemente no tendría que haber molestado en nada, pero todo es tan político que ellos sabían perfectamente. Por supuesto, no los enfrentaba, no tiré una piedra, no pertenezco a la parte heroica, pero sí a una civilidad comprometida. Ahí estaba militando. Militando por la recuperación de la democracia. No hay momento en que uno hable y no milite. Militan hasta los que creen que son indiferentes y dicen que la política no les importa. Militan por la imbecibilidad, pero militan. Pero hablando más concretamente, la militancia por el neoliberalismo, por el socialismo o por la inclusión es una forma de trabajar. El tipo que trabaja para La Nación o Clarín milita por una forma neoliberal de ver el mundo, por una concepción de libertad de mercado, por una idea que hace a que la felicidad del hombre pasa por liberar las fuerzas de producción. Por otro lado tenés a los que militan por el colectivismo, los que piensan que lo único que protege a la gente de la pavorosa desigualdad en la que vive el mundo es una idea colectivista, una idea socializante. Militás por algo. Entonces, en ocasiones toca que coincidan ciertos gobiernos con eso que vos pensás.
–Los movimientos sociales suelen plantear la invisibilidad que
les asignan los grandes medios pero también alzan la voz cuando sus temas son incorporados en las agendas mediáticas porque éstas distorsionan la información. ¿Cómo es posible escapar
de este laberinto?
–No lo sé. En mí hay a veces un fatalismo y un escepticismo grande sobre estas cosas. Cuando vos hacés la pregunta pareciese que a lo mejor hay una salida. Decir que no la veo no es bueno porque le matás a la gente la esperanza, y la verdad es que uno tiene derecho a hablar así. Si vos lees mi libro “Un grito en el desierto” (1998), que es el motivo de mayor orgullo de mi vida, está cargado de un escepticismo que no tenía razón. Es maravillosamente escéptico y erróneo. Lo que yo creía definitivo, podía cambiar. De hecho, vino lo que ocurrió una década después. Estoy orgulloso de mi error porque lo que vino marca lo impensable que era que ocurriese lo que pasó en Argentina y en América Latina. Lo dimensiona mucho más.
Víctor Hugo tiene un imán en la voz: habla con un ritmo y una cadencia que va atrayendo hacía sí toda la atención de alrededor. Es imposible serle indiferente. Me pregunto si tiene referentes contemporáneos y me menciona a las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, y a Eugenio Zaffaroni, el ex juez de la Corte Suprema. “Son gente de cuya influencia no me muevo. Me quedo ahí, a muerte”, me dice. De Zaffaroni afirma: “Es un referente extraordinario, un tipo que rompe con la pertenencia social a la que él podría aspirar. Si fuese servil a la derecha, tendría un monumento en vida”.
Lo que aprecia en Zaffaroni es trasladable hacia sí mismo: él también es un hombre que sería encaramado por el poder, si fuese más amable con él. Muchas veces somos lo que admiramos en nuestros referentes.
Para terminar, le pido que se detenga en una imagen de sus primeros tiempos como periodista.
–Ahí estas vos, con 19, 20 años, en Uruguay. Y acá estás vos, en este momento, en este café, en Argentina. ¿Qué le dirías a ese muchacho?
–Que no creo haberlo defraudado demasiado.µ
Por Luis Zarranz – Equipo de Comunicacion Popular Al Margen
Fotografías: Gabriel Quintana